Es realmente lamentable tener que hacer esta salvedad cuando se trata del apoyo absolutamente imprescindible a la población que lo requiere, en estos momentos de crisis cuando el Covid-19 nos está golpeando tan duro. Sin embargo, se requiere plantearlo claramente no solo por la historia de corrupción en la política que carga el país y en particular la Región Caribe, sino porque ya hay muestras de esa mano perversa en estas ayudas de muchos de los que ejercen esta profesión de la peor forma posible, enriqueciéndose.
Por fin es innegable para todos lo que ha sido una realidad de la historia de nuestro país: una sociedad profundamente desigualdad donde la mayoría, 27% de pobres y 39% de vulnerables, que no son los mismos por favor, viven en condiciones de marginalidad. Por el tipo de política económica que ha predominado durante 4 décadas, los pobres recibieron transferencias condicionadas que no los volvieron productivos pero que sacaron a muchos de la pobreza con limosnas. Pero aquellos que lograron superar la línea de pobreza no llegaron a ser parte de la clase media como suponían los neoliberales sino en vulnerables. Son la mayoría no solo en Colombia sino en América Latina y quedaron por fuera del radar de la política. Tampoco los capturó adecuadamente el mercado sino que entraron a trabajar en la calle sin ninguna protección de las normas laborales, generando día a día lo necesario para vivir. Hoy son los que más peligro corren.
Por fin le tocó aceptar a este mundo indolente, que ellos existen y el país y el gobierno están enredados ahora en la forma adecuada de evitar que vuelvan a la pobreza en medio del confinamiento. Todo esto para confirmar que llego la hora de apoyar a estos dos sectores especialmente a estos últimos que nada han recibido del Estado. El problema es cómo identificarlos y segundo encontrar cual es la mejor forma. Al definir esto es necesario encontrar la manera más rápida y eficiente de sacar a los políticos para que no se roben estos recursos. ¿Mercados? Es un peligro porque ahí ya saben como hacerlo y basta con recordar el PAE, el problema de alimentación escolar, cuando nuestra región quedó señalada por mayor corrupción. Y ahora por más que expliquen lo inexplicable, ya están estos programas de mercados en la mira de los entes de control.
Para evitar esto lo mejor es enviar dinero lo cual seria fácil si no se hubiera mentido con la famosa frase de bancarización del país. Falso que la mayoría esté en este circuito porque si esto fuera verdad el gobierno y el DNP no estarían en semejante enredo. Pero a pesar de esta limitación es mejor enviar dinero porque a menos que se metan estos políticos en las listas de los beneficiarios, es más fácil hacer aportes sin políticos. Y si estos se meten, serán los mandatarios regionales los que tendrán que responder ante la justicia. Que dolor que no les importe robar a los pobres y vulnerables. Y peor aún que además hagan politiquería.
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