El Heraldo
Opinión

Llamado a la disciplina

La única salida es la disciplina, esa que cuesta tanto asumir especialmente entre la gente joven que equivocadamente se creyó inmune. 

Cuando Barranquilla y el Atlántico y gran parte de la Región Caribe creían que habían superado la peor parte de la pandemia, se entró en una nueva etapa cuyas causas son lo de menos porque la realidad es muy clara: más muertos, más contagios, inminente crisis del sistema de salud. Niveles de ocupación del 90 o más por ciento son las innegables señales de que la covid-19 o nunca se fue o ha vuelto de manera acelerada poniendo en peligro no solo a los contagiados sino a todos los enfermos que postergan por distintas razones sus tratamientos.

¿Se relajó la población? ¿Llegaron nuevas cepas? ¿La vacuna no es la solución? ¿Se necesitan otras estrategias para afinar identificación de contagiados para aislarlos? ¿O será que solo encerrando a la fuerza a toda la gente se controlará la covid-19? Si esta es la respuesta el costo final lo asume la población individual o colectivamente, sin empleo, sin ingresos, sin la forma de sobrevivir. Ya lo vivimos, confinamiento total, desplome de la economía, porque el gobierno no va a darle a esa inmensa población que requerirá ayuda, lo que necesita para sobrevivir. Ya pasamos por esto, pero parece que es una lección no aprendida. No solo Colombia no es Estados Unidos, ahora cuando le están girando a todo el mundo, y más aún, Duque no es Biden.

Desde hace algunas semanas venimos escuchando a los médicos anunciar esta difícil etapa y pidiendo medidas más estrictas ante la indisciplina de muchos sectores de la población que parecen no creer lo que sí es una dolorosa realidad para muchas personas y familias enteras. Parecería que solo cuando alguien muy cercano cae víctima de este virus se acepta la dimensión de la tragedia que ya ha llegado a números increíbles, no solo en el mundo que siempre lo sentimos lejano, sino en nuestro país, en nuestro departamento, en nuestra ciudad, en la cuadra en que vivimos y en la casa del frente.

No se trata solo de adultos mayores. Igual de doloroso, pero eso sí más sorprendente es observar a una persona joven, llena de vida, caer en una cama dependiendo de un respirador y con un pronóstico que nadie puede asegurar. Pero así está la situación actual, llena de gente que se creyó no iba a ser objeto de esta pandemia porque no pertenecía al sector de adultos mayores, vulnerables a complicaciones por el virus. Lo más grave es ni siquiera la vacuna es un seguro porque va muy lenta y se estima que solo a mediado del 2022 se llegará en el país a la cobertura del 70% que garantiza la inmunidad de rebaño. Pero además, países con alta y acelerada vacunación de nuevo están viviendo un pico de la pandemia.   

En síntesis, la única salida es la disciplina, esa que cuesta tanto asumir especialmente entre la gente joven que equivocadamente se creyó inmune. Y ustedes los jóvenes son los que aparentemente están teniendo el mayor impacto que nadie se esperó. No se trata ya de que no contagien a sus abuelos que están vacunados, sino que ustedes no se mueran prematuramente.

cecilia@cecilialopez.com

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