Así no se quiera reconocer, los resultados de las elecciones pasadas demostraron claramente que el pueblo del departamento del Atlántico, y específicamente el de Barranquilla, está saturado de clientelismo.

Una práctica que, además de ser popular en nuestro país, ahora se ha consolidado con el escándalo de la Casa Blanca que todos hemos seguido con atención. Para evitar problemas es mejor no nombrar a quienes son objeto de investigación, bajo la premisa de que todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. 

La Fiscalía General de la Nación viene poniendo su ojo investigador sobre distintos personajes que han sido las estrellas de la política local y que hoy parecen estar bastante involucrados en el escándalo.

Personajes que son intocables, favorecidos por esa mezcla peligrosa de empresarios y política. Pero no solamente se trata de personajes de la limitada y excluyente “sociedad” de la ciudad, sino también de miembros de clanes que han dominado el poder local con serias pretensiones de llegar al poder nacional. El fondo del problema para estos individuos es la fuente del escándalo, cuya pieza fundamental ya está en la cárcel y quien había sido elegida de manera no propiamente transparente como senadora de la República. Desafortunadamente se trata de una mujer, Aida Merlano con sus declaraciones está arrastrando a muchos que se sentían blindados en su proceso inescrupuloso y clientelista. Ya la Fiscalía, como lo afirma EL HERALDO, “compulsó copias ante la Corte Suprema de Justicia para que la alta instancia judicial determine si existen méritos para investigar” a uno de estos líderes políticos que han dominado la política local, departamental y regional.

Lo importante de este proceso es el golpe que se le está dando al clientelismo en la política. Un golpe a la falta de límites entre el negocio y el poder político. Claro que este mal no es exclusivo de esta parte del país, de este departamento, de esta región y de esta ciudad. Pero cargamos con el peso de no ser una excepción en estas perversas prácticas y además se nos identifica como una muestra de lo peor en este ejercicio de la política. Justo o no es una realidad que, así no se quiera aceptar, marca negativamente a nuestra tierra. 

Bienvenidas estas investigaciones que ya tienen a uno de estos personajes bastante enredado y que de comprobarse las últimas sospechas que profundiza la Fiscalía le darán ese palo de muerte a prácticas tanto despreciables como perversas con las cuales se ha manejado la política local.

Este proceso no puede detenerse no solo por el bien de nuestra ciudadanía, sino porque será un campanazo para el resto del país, que tampoco es inocente en el manejo del poder político. De hecho, con frecuencia a mucho político clientelista lo ha salvado el principio perverso que plantea “si hace algo, no importa si comete profundas fallas en el manejo del poder”. Con estas últimas investigaciones se ha abierto un camino que no puede frenarse.

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