Nuestro Caribe en el Caribe, evento organizado por la Embajada de Colombia en República Dominicana, rinde esta noche tributo a Esthercita Forero y a un grupo de músicos dominicanos influyentes en nuestra cultura y que son hoy parte de la misma. 

Los pueblos del Caribe hemos compartido la injusticia del poder central, la desnudez del calor, la noción temprana de fugacidad y las maravillas de lo público. Por todos los medios hemos intentado construir un espacio de coexistencia racial, social y cultural, un espacio marginal, iniciático e indoloro, que se evidencia sin duda en el territorio de la música y del baile, donde, gracias a la expiación del chivo, se conjura la violencia colectiva.

Bullero, alegre, teatral, descomplicado, en ningún lugar parece sentirse mejor el ser caribe que en la fiesta. Escéptico, alérgico a lo solemne y protocolario, se compromete al tuétano con Dionisio, más que con Apolo, con Eros más que con Tánatos, y los invita a gozar, neutralizando sus daños potenciales. En el alma de todo caribe la fiesta está latente, lista a prenderse siempre.

Hace algunos años, cuando era mucho más joven y aún no lo llamaban siquiera ‘el Destripador del Merengue’, mucho menos ‘Padre del Merengue’, Johnny Ventura fungía como un tipo simpático y gracioso que trabajaba como animador, cantante y bailarín, hasta que ganó un concurso radial en Santo Domingo. Lo logró interpretando una canción del gran Pacho Galán, que ya recorría el mundo: Cosita linda. Después grabaría otras joyas colombianas como La piragua, La hamaca grande, Las tapas y Matilde Lina.

En 1976, Cuco Valoy fue a Cali y la gente se enloqueció con su son montuno, pero cuando hizo sonar su primer merengue nadie aplaudió. Breve tiempo después, en charla con el barranquillero Capi Visbal, Cuco se enteró del barrio Abajo, de Mequejo, de la 72 y de Joselito Carnaval. Así que, durante el vuelo que lo trajo a la capital del Atlántico, el dominicano escribió Frutos del carnaval, triunfador absoluto en el Festival de Orquestas, en el que ganó, desde 1981 hasta 1985, 4 Congos de Oro. Las estatuillas de los premios se perdieron tiempo después en un desastre natural, pero el Carnaval Internacional de las Artes se los entregó de nuevo en el 2011.

Milly Quezada grabó con Los Vecinos su primer disco en 1975 y se encontró con el merengue por accidente. “Íbamos a entrar en el estudio de grabación y el chico que iba a cantarlo no apareció. Entonces dije: ‘Yo lo hago’. Conocimos a Enrique Chapman, quien mostró interés en llevar a Colombia a estas dos chicas que cantaban frente a una agrupación. Acordamos que mi hermano Rafael visitara a Barranquilla y se reuniese con Esther Forero, porque la idea era conectar rápidamente con la idiosincrasia de allá. Esthercita adoptó a mi hermano como su hijo musical. 

Rafaelito escribió la música que adorna las letras maravillosas de Esther Forero. Primero fue Volvió Juanita, luego Tengo y después La Guacherna. No hay fórmulas para un hit, pero entre ellos dos, Esthercita y Rafael, surgió la magia que necesitábamos para ser internacionales”.

A ellos, a Milly, a Cuco y a Johnny, Colombia rendirá hoy tributo en Santo Domingo.