Cuatro años consecutivos caminando con los niños nos ha dejado una gran experiencia. Quienes nos acompañan en forma física y quienes a la distancia apoyan incondicionalmente la Fundación Andrea y Vanessa han sido imprescindibles para la continuación de una idea, ahora hecha realidad. Lo que vivimos con Andrea fue suficiente para estimularnos, como los que saben, como nosotros, que es un camino muy duro. Y los que solidariamente apoyan esta misión. En este recorrido de cada año simulamos nuestras vivencias, el diagnóstico, las esperanzas, las dificultades para los tratamientos, transfusiones, manejo del dolor, infecciones y tantas dificultades que hacen del cáncer una de las más temidas en medio de muchas enfermedades. No sabemos si el tratamiento siempre será exitoso, porque solo Dios puede saberlo. Pero por otro lado la posibilidad de tener un acceso a los medios modernos de la ciencia y formas de tratamiento, que incluyen terapias intensivas,trasplantes y manejo de múltiples especialistas, zonas de aislamiento y el evitar las temidas infecciones, se hace cada vez más difícil con los elevados costos de los tratamientos. Además, el infortunio de perder tantos recursos en el grave fenómeno que destruye a Colombia, la corrupción.
Tenemos el doble problema de tratamientos de alto costo, difíciles y escasos, a lo que hay que sumarle las condiciones mínimas de los recursos de las familias. Los hemos visto llegar desde las poblaciones más lejanas de todos los departamentos de la región y en algunas circunstancias especiales fuera de la Región Caribe. Sin conocer direcciones, sin dinero para los pasajes, ni para su alimentación. La fundación a todos les ofrece lo mismo, sin distingos de clases, ni religiones, ni razas, un hogar digno para ayudarlos en la lucha, con alimentación, entretenimiento, transporte, y sobre todo, muchas dosis de cariño. Con la fundación hemos recogido tantas personas de las puertas de la clínica, que sufren a la intemperie, mientras su familiar lucha por la vida con desespero.
Las historias son numerosas y permanentes, lo que hacemos es muy poco para la cantidad de necesitados, pero cada vez hay más personas motivadas por saber qué pasa con estos niños con cáncer, quién los atiende, qué necesitan, con qué se alimentan y cómo sacan recursos a veces de donde no los tienen para ayudarlos. Ver un niño mejorar y curarse con estos tratamientos es nuestra recompensa. Aumentar la sensibilización a este problema del cáncer infantil es una batalla que apenas empieza.
Todos podemos hacer algo por ellos, unos más y otros en mínima expresión han sido importantes y lo seguirán siendo si ahondamos en el problema. Si nos sentamos a la mesa y repartimos nuestros apoyos veremos cada día mejores resultados.
Quien no haya participado está perdiéndose de lograr la mayor satisfacción de la vida, vivir para servir a quienes nos necesitan. Unirse en una gran cruzada de la lucha contra los niños con cáncer nos hará caminar hacia adelante, dándonos cuenta de que quien le ayuda a hacer camino a estos seres, que después serán el futuro de nuestro país, seremos bienaventurados. Muchas veces, sin saberlo, logramos más con las acciones para los demás que para nosotros mismos.
Gracias a todos los que nos acompañaron en esta 4ª caminata de la luz.
alvillan@gmail.com
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