Cálido homenaje y frialdad subsiguiente
Puede asegurarse, sin posibilidad de rectificar, que en Colombia no se le ha brindado a ningún deportista un homenaje tan espontáneo como el que se le brindó al pitcher ‘Venao’ Flórez.
Tal como lo hicimos meses atrás, cuando describimos el soberbio homenaje que Barranquilla entera le brindó al pitcher colombiano Andrés ‘Venao’ Flórez, un veterano de grandes lides en los dos montículos de Colombia: Cartagena y Barranquilla.
Puede asegurarse sin posibilidad de rectificación, que en Colombia no se le ha brindado a ningún deportista un homenaje tan espontáneo, tan cálido y tan sincero, como el que se le brindó al ‘Venao’ Flórez una noche abarrotada de público en las gradas del estadio Tomas Arrieta y con participación integral de la ‘Ancrober’ (Asociación Nacional de Cronistas de Béisbol) y alrededor de unas 10 mil personas en el estadio.
El homenaje fue embellecido o digamos mejor enaltecido por un desfile de once automóviles convertibles que aquella noche entraron al terreno de juego del estadio por una puerta que tenía sus años de no usarse, y se usó aquella vez, encabezada por el propio ‘Venao’ Flórez de pie en el automóvil. Flórez estaba tan emocionado en aquellos instantes de su entrada al estadio que a pesar de las ovaciones continuas del público, el famoso lanzador no levantaba su brazo derecho para corresponder a las ovaciones.
También en el día de hoy debemos reconocer la labor estupenda adelantada por Vergara Palacio, quien en un término muy breve para semejante empresa, reclutó 11 automóviles convertibles que fueron todos ocupados por señoritas de la alta sociedad barranquillera, que sí levantaban sus brazos para corresponder a las ovaciones de los aficionados en las tribunas.
El homenajeado recibió, aparte de todo lo anterior, una verdadera lluvia de regalos del comercio barranquillero. El dugout del equipo local fue insuficiente para albergar tantos regalos del comercio barranquillero. Radios, planchas, cubiertos, vajilla desbordaban la cueva del equipo. Nos llamó mucho la atención que un jardín de la ciudad hubiera mandado al estadio un bate forrado de rosas. Por cierto que el pelotero ‘Chita’ Miranda hizo un comentario no divulgable en estas líneas, cuando dijo provocando grandes carcajadas “esto se parece a la... de trucutú”.
Todo homenaje tiene su contraparte desfavorable y entristecedor cometido por un grupo de amigos y admiradores de Pablo Arrieta —el más grande receptor del béisbol colombiano de todos los tiempos— a quienes se les metió la idea de homenajear a Pablo; este autor les aconsejó al grupo que pretendía hacer el homenaje a Pablo, que esperara un par de meses; pero no quisieron, y a los 8 días organizaron el homenaje, al cual no sólo le faltó la publicidad necesaria para haber fracasado ese mismo homenaje, cuando ni fue la gente que se esperaba, ni el comercio local quiso corresponder por segunda vez. Entraba en vigencia la norma que dice que “segundas partes nunca fueron buenas”.
Recordamos con una amalgama de alegre evocación de un homenaje a Andrés ‘Venao’ Flórez y una frialdad contrastante contra Pablo Arrieta, que debió haber recibido el homenaje que merecía.
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