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Asistimos a una masacre

Alicia López fue asesinada el 2 de marzo en la Comuna 13 de Medellín. Su madre, de 72 años, tuvo que enterrarla en silencio por miedo a que los paramilitares se presentaran en el funeral.

Ya en enero, también en Antioquia, habían asesinado a José Cartagena cuando se desplazaba de Tierralta hasta Carepa. Los medios ilustraron la noticia con una fotografía de la víctima, un hombre delgado, con bigotes y sombrero. Días después, también en Antioquia, le tocó el turno a Porfirio Jaramillo. Hombres armados lo sacaron de su casa, en la vereda Guacamayas del municipio de Chigorodó. Su cuerpo sin vida fue encontrado poco tiempo después. Porfirio había denunciado amenazas en su contra, pero no sirvieron de nada.

En febrero fueron por la señora Luz Herminia Olarte, una madre cabeza de familia con 4 hijos. La asesinaron salvajemente y echaron su cuerpo en una fosa en el corregimiento el Llano de Ochalí, jurisdicción del municipio de Yarumal, Antioquia. Ese mismo mes mataron a Falver Verón, presidente de la junta comunal del corregimiento de Esmeraldas en Mercaderes, Cauca. Le dispararon 11 balas de pistola 9 milímetros. Con la noticia de su muerte circuló una fotografía en la que Falver está posando a orillas de un río, tiene los brazos levantados y con sus manos hace la señal de la victoria.

El 14 de julio asesinaron a Héctor Mina. Un hombre negro, alto y fuerte. Estaba tomando café con unos compañeros en el centro de Guachené, Cauca, cuando llegaron cuatro sicarios. Uno de ellos lo señaló y confirmó el objetivo: “Dale, que ese es”. Le dispararon varias veces.

En junio fueron por Bernardo Cuero Bravo, en su casa en Malambo. Dos hombres llegaron en una moto a preguntar si en el sector arrendaban apartamentos. Bernardo estaba viendo un partido en compañía de su familia, pero se levantó a atender a los desconocidos. Le dispararon. Había advertido sobre las amenazas, pero nadie hizo nada. 

En agosto encontraron el cuerpo sin vida de Fernando Asprilla, en la vereda La Tigra del municipio de Piamonte, en el Cauca.

La semana pasada mataron a Aulio Isarama Forastero, gobernador indígena del Resguardo Catru Dubaza Ancoso, del municipio del Alto Baudó, en el Chocó. Apenas unos días antes habían asesinado a José Jair Cortés en la zona rural de Tumaco. A principios de octubre le tocó a Yimmy Medina en la vereda Puerto Nuevo Guayabero, en el Guaviare. Su esposa alcanzó a escuchar los tiros a lo lejos, pero no se imaginó que algo malo estuviera pasando.

No hay caracteres que alcancen a cubrir lo que está ocurriendo con los líderes sociales en Colombia. Apenas un absurdo conteo enumera los cadáveres. Algunos ni siquiera llegan a ser titulares. El Gobierno, por su parte, niega la existencia de paramilitares. El presidente Santos habla de 47 líderes asesinados este año, la Fundación Paz y Reconciliación cuenta 81. De cualquier modo, asistimos a una masacre. 

javierortizcass@yahoo.com

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