El carnaval es una señal de vida, de alegría, de creer en algo que solo sucede en esos días, y en ciertos lugares. En el que nuestros pensamientos buscan la felicidad, el entretenimiento, el jolgorio y en general, nos hace olvidar muchos de los problemas actuales, a través de la fantasía, de la ilusión y de una forma de vida, en la que todo es diversión. 

El carnaval es una representación de nuestras costumbres, creencias, e ideas ancestrales, que nos diferencian, y, le da vida a una cultura Caribe, del mar, del río, de nuestros pueblos y sus habitantes, perpetuados en una maravillosa tradición de música y folclor, que por años ha dado vida a nuestro espíritu, pensamientos y actuaciones, haciéndonos diferentes.

Nuestra actitud durante el Carnaval siempre es, y será positiva, todo hay que vencerlo, las frustraciones se acaban, los desastres y momentos desagradables hay que sobrepasarlos, la vida es así, penas y felicidades.

El Carnaval es la unión del ser humano en las calles, en los hogares, en las comparsas, compartiendo el folclor y la música. En medio de conversaciones, pensamientos de cada uno, creencias religiosas y políticas etc. Es compartir criterios en medio de las fiestas, los cuales en su mayoría son respetados. 

Con la pérdida del respeto se puede dar paso a lo malo, el mal comportamiento puede, con el estímulo del alcohol, y otras drogas, resolver las diferencias con el enfrentamiento violento,  riñas, peleas, heridos y muertes. Los límites se pierden, y sobreviene el irrespeto a las normas, leyes y reglamentos.

Veremos lo que puede pasar después del carnaval, siempre ha existido un aumento en los embarazos y un desbalance financiero que está bien representado en la picaresca canción de Gabriel Romero. 

Qué pasará con la covid-19 con la que hasta el momento, todo parece ir bien, los contagios y defunciones han bajado a su mayor nivel. El número de infectados, con inmunidad natural y los vacunados con inmunidad inducida, ya es alto en nuestra región, pero, pueden llegar nuevas variantes cuya actividad desconocemos cuál será. Deberíamos ser prudentes en la apertura total, sin descuidar el autocuidado.

Esperamos que muchas personas necesitadas se hayan favorecido en lo económico, y principalmente con un camino abierto a una actitud que nos mejore el comportamiento para el resto del año.

Mientras en el mundo se libran procesos de guerra atroces, en Colombia la gente se divierte con su carnaval, las ironías de la vida no tienen comparación, unos nacen y otros mueren, unos son felices y otros desgraciados.

Las próximas elecciones presidenciales están encima, para no dejarnos engañar, debe haber mucha reflexión para depositar el voto por quien no quiera destruir lo que se ha conseguido, para simultáneamente limpiar los vestigios y estigmas, que nos han hecho permanecer en una guerra entre hermanos, perdiendo años de bonanza y de mejoras en la calidad de vida. 

Nuestro próximo presidente, debe conservar lo que ha sido bien organizado, debe ser aquel que nos permita compartir estilos de vida saludables, con un gasto ajustado y equitativo, en un país lleno de necesidades, por las que debemos luchar para encontrar los caminos que permitan interrumpir la alta criminalidad existente, y la corrupción que nos carcome por todas partes y en todos los sectores. Debemos satisfacer las necesidades de un alto porcentaje de la población en las regiones, llevarles salud, educación, servicios públicos, vivienda, empleo y sobre todas estas cosas, brindarle diversión al pueblo, respetando nuestros procesos históricos, costumbres, música, folclor, arte, cultura y demás. Solo el Carnaval de la vida, nos obliga a reflexionar que la búsqueda de la alegría y la felicidad es un derecho de todos.