Parece ser que los políticos, líderes y gobernantes no se han dado cuenta de que aunque pandemia y conflictos se relacionan no se pueden resolver, sino en forma separada. La pandemia empeora con los conflictos, reclamos, paros y bloqueos, y estos a su vez se aumentan en los momentos más difíciles de la pandemia. La pandemia es ineludible, el paro en estos momentos es inaceptable, aun cuando sus reclamos sean justos. Más de 100.000 muertos relacionados con la covid-19, en Colombia, han dejado una estela de sangre y desolación, familias destrozadas, niños con pérdida de posibilidades educativas y culturales. La mayoría de las escuelas están cerradas en América Latina. Unos 200 millones de niños entre 5 y 18 años están en casa, en lugar de la escuela. No sabemos cuánto más estarán cerradas, por ser lugares de una alta posibilidad de propagación de los virus, los niños están muy cerca unos de otros, y la cercanía es el principal difusor del virus, aun entre los asintomáticos. Aunque muchos niños no manifiestan síntomas graves, algunos  lo hacen, y además aumentan la transmisión de docentes y familiares. Es evidente que cerrar las escuelas en medio de epidemias similares a la gripe para la propagación puede reducir la tasa máxima de infección, en casi un 40 por ciento; sin embargo, también sabemos que los niños sufren pérdidas de aprendizaje cuando no están en la escuela, y esta es peor cuando no se tienen los recursos virtuales y de apoyo externos, perdiéndose lo más valioso: la interacción con sus compañeritos. El esfuerzo debe ser grande para que regresen.

No sé si los que persisten en un paro de más de un mes, a lo que se le suman una gran cantidad de acciones violentas desatadas, no se han dado cuenta de que hasta una de las disputas más viejas, dolorosas del mundo, judíos y palestinos, está en un alto, después solo de 200 fallecimientos, y nosotros con más de cien mil muertes por covid-19, según el DANE, seguimos en una guerra fratricida, que no solamente nos ha dejado más muertos, heridos y desempleo, sino grandes pérdidas económicas.

Si ya sabemos que el mayor responsable es el gobierno, los legisladores, la justicia, la corrupción, etc., pero no es solo el actual gobierno, en este momento atendiendo los reclamos, que debe responder con eficiencia y prontitud. Levantemos el paro, las marchas, los bloqueos y el vandalismo para los que con el paro pacífico, con su persistencia, aumentará. Suspender el paro ya es necesario, porque no creo que sus impulsores estén de acuerdo con la violencia, las muertes de niños en ambulancias, la quema de policías, y las mismas muertes de militantes del paro y las protestas.

Si a la pandemia no la hemos podido vencer, será más difícil hacerlo con el paro, protestas, desórdenes, violencia, inseguridad, tumultos, multitudes, o conglomerados sin protección, ni distanciamiento en las calles, que aumentan la diseminación de la covid-19.

La pandemia se puede controlar con un mejor manejo, logística, reestructuración o reforma de un sistema de salud obsoleto, vacunación acelerada, reapertura progresiva y resiliencia, posterior a un cambio de comportamiento poblacional, que no se ve por ningún lado, al abandonar el distanciamiento social, el tapabocas, el lavado de manos, uso de espacios abiertos y el control de actividades de contacto. De lo contrario ya podemos prever un nuevo y desafortunado rebrote.

Después de un tiempo en el que cada vez empeoran las condiciones de las personas, sufrimos un incremento en los años de vida potenciales perdidos en Colombia, los cuales serán difíciles recuperar. Debemos empezar a recobrar con rapidez y cordura, sin perder nuestro capital humano desde las escuelas, sin aumentar el hambre y la desnutrición, el desempleo y en general sin desmejorar las condiciones de vida de las personas, pero sabiendo que recuperar al país no es solo sentarse en una mesa de negociaciones a defender posiciones, en medio de una pandemia que no da tregua.