Iniciamos esta columna aclarando una vez más que desde siempre hemos sido alérgicos a la adulación, a las lisonja, a la hipocresía social o política, que tanto distingue al género humano, en especial al colombiano. Desde niño nos enseñaron a decir la verdad cuando se merezca o a permanecer callados en caso extremo cuando al censurar algo o alguien se trate. Por lo anterior nos sentimos con la más alta autoridad moral para felicitar públicamente a Elsa Noguera y Jaime Pumarejo por la maravillosa gestión que han adelantado al finalizar su primer año de gobierno. Estamos acostumbrados a criticar; es el deporte nacional acentuado con que casi nunca se plantean soluciones.

Elsa y Jaime cuando se posesionaron llegaron con todo el empuje y las pilas puestas. Conocimos de antemano sus programas, planes visión al futuro, misión y elementos con los cuales iban a contar. Los conoció la ciudadanía e iniciaron labores conformando unos equipos de trabajo que sin duda son un lujo tanto en el Departamento como en el Distrito. Pero cuando arrancaron, es decir no habían terminado de izar las amarras cuando les llegó la pandemia. En medio de todos los demás frentes por atender que no han descuidado un minuto asumieron la enorme responsabilidad de declararle la guerra al virus. Esto no es cualquier cosa.  Es un imprevisto que sacudió los cimientos del mundo y en nuestra comarca desafió a mostrar el coraje y la capacidad de nuestros gobernantes.

Podemos decir con conocimiento de causa que gobernar en situaciones tan adversas es tremendamente impactante,  complicado y distorsionante. Ellos lo han podido hacer. Sin desfallecimientos, sin cometer errores 24 horas diarias donde no se conoce el descanso ni se pretende ilusamente cobrar dividendos sociales o políticos. Es la típica labor de héroes.  Abrir ese abanico de nuevas posibilidades para desarrollar la agroindustria y el turismo en el Departamento, ambos en vías de iniciación compacta, no es tarea para los débiles. Menos en medio de los contagios entre la rebeldía rural. O esa apertura en la colocación de bonos negociables del Distrito ante la bolsa de valores, además de actividades en marcha en renglones, por ejemplo; la educación, no es una labor de débiles o distraídos, sino de gobernantes que se quisieron sentar en sus puestos para cumplir, apoyar, gestionar y producir.

Por eso podemos afirmar que son unos gobernantes excelentes a quienes debemos entregarles todo el apoyo ciudadano pertinente. Gobernar es, aun cuando no se crea, una labor de solitarios.  Los cantos de sirena alrededor que nunca faltan pueden distraer momentáneamente, pero para los íntegros del poder no son más que alegorías lejanas que merecen una sonrisa que no alcanza la categoría de felicitación. Ellos en sus puestos ya saben la enorme responsabilidad sobre sus hombros.  Desde años antes por su trayectoria conocieron que el deber es la tarea sagrada de la responsabilidad y que hay necesidad de asumirlo con la integridad de los seres, convencidos de que servir a su pueblo, a la gente, a la humanidad, enseñarles, asistirlos, cuidarlos, mejorarles su nivel de vida, todo ello, lo que cumplen a cabalidad dentro de los márgenes económicos posibles, es el verdadero camino para la solidaridad humana, es el sendero preciso para darle a Colombia y a este Departamento con su capital los auténticos cimientos de prosperidad y progreso. Felicidades gobernantes y cuenten con los ciudadanos que por cientos de miles los apoyamos.