Cuando hace varios años tuvimos el honor de ocupar la más alta investidura en la administración de la ciudad, un día nos llamó Julio Mario Santodomingo, amigo dilecto, y nos invitó a ocupar la mesa de honor en la Asamblea Anual de Avianca que iba a celebrarse en esos días en el edificio de la calle 72 con carrera 58. Asistimos gustosos y en el punto del orden del día por asuntos varios me permití solicitar la palabra, agradecí al dueño de la compañía aérea su invitación y le pedí su intervención para que lograra que los itinerarios de entrada y salida de Barranquilla redujeran sus demoras, que para esa época eran críticas, de más de dos horas. Respondió –con su característica amabilidad– que todo lo que Avianca pudiera hacer por la ciudad lo haría y ahí mismo le pidió a su jefe de operaciones aéreas entrar a resolver el tema. Santodomingo vendió la empresa, se llevaron los talleres de mantenimiento, nos convirtieron en un comodín de itinerarios nacionales y ahora, recientemente, nos ofende a los barranquilleros que pongan el vuelo a Miami en una hora infame.

Sí, es una grosería que jamás la habría cometido Santodomingo, pero hoy en día Efromovich, ¿cómo permite lo que el editorialista de EL HERALDO acertadamente distinguió como grosería el pasado 4 de septiembre? ¿Que el presidente Rincón aprueba semejante despropósito a una ciudad donde nació la aerolínea y que hasta hace poco fue su sede legal? ¿Rincón le haría lo mismo a Medellín de donde es oriundo?, ¿o cómo reaccionarían los antioqueños ante un golpe de esta naturaleza, cuando ellos son tan acertadamente defensores de sus conquistas ciudadanas y comerciales?

Vamos por partes. Primero: no hay ninguna justificación operacional para esa decisión, fuera de servir de acomodo para garantizar sillas vendidas en vuelos, con escala en Barranquilla, originados en Bogotá. Segundo: Avianca con este gesto insultante desconoce todos los inmensos esfuerzos que las autoridades locales, los gremios, la oficina de turismo, empresarios, comerciantes y viajeros han hecho para posicionar la ciudad como atractivo y que las cifras registran como gran afluencia de turistas e inversionistas. En tercer lugar, quienes mas sufrirán este cambio será la hotelería y las agencias de viajes. Y cuarto, este cambio significa exponer a los viajeros en altas horas de la madrugada a transitar por zonas peligrosas y en ambientes de inseguridad.

Nuestras autoridades seguramente solicitaran oficialmente la revisión de la medida. Invitamos desde estas columnas comedidamente a que todos nuestros congresistas hagan un frente común ante la aerolínea. Lo mismo los gremios, entidades cívicas, académicas, empresas, comercio, industria, servicios, taxistas, maleteros. Ya hay muchas personas buscando alternativas de otras aerolíneas desde aquí o desde Cartagena hacia La Florida. Invitamos a una protesta general, si es necesario salir a las calles hagámoslo pacíficamente, unidos todos, con nuestros dirigentes al frente comandando un acto de petición ciudadana para decirle a la aerolínea que nos respeten, porque no somos una basura; y también que si tienen dos dedos de inteligencia observen que este acto equivocado de mercadeo solo pensó en cubrir sillas vacías, pero se le olvidó un detalle básico en el servicio público: la satisfacción del cliente y la simpatía por la empresa.