El Heraldo
Opinión

El poder dela oración

El tema que tocamos hoy es muy sensible, delicado, íntimo. Tiene su génesis en los vericuetos espirituales de las personas, en esos pasadizos privados donde no entra nadie ni siquiera el más intrigante de los confidentes. La oración es un cenáculo del yo interno que cada quien traduce a su vivencia, su cultura, sus creencias y su voluntad de una meditación; la oraciones son un santuario del espíritu y cada raza, religión, cultura, ancestro, la modifica y la moldea a su gusto.

Los ateos niegan la existencia de Dios a través de su doctrina pero muchos de ellos oran a figuras o emblemas espirituales diferentes; los agnósticos en su doctrina filosófica reconocen que  la noción de lo absoluto, de Dios y sus atributos, es inaccesible al entendimiento humano y todo lo reduce a la ciencia supeditada a lo relativo, pero cientos de ellos en sus momentos espirituales solitarios invocan poderes que inclusive pueden relacionarse con el cosmos, la energía sideral o la magia alucinante. Las tribus de ayer y de hoy en sus ritos invocan hasta metales y plantas, los musulmanes, la más grande de las religiones en población, tres veces al día se postran para darle las gracias a Alá en la dirección de su mezquita, los cristianos en especial los católicos tenemos en la figura de Jesús Nazaret el símbolo de nuestra fe.

La verdad es que la oración está presente a veces sin pronunciar palabra, pues con la conexión mental basta, pero su poder es impresionante porque no solamente sí está probado que ontológicamente tiene una respuesta envuelta en mil formas de reciprocidad sino que paralelamente tiene una impresionante fuerza tranquilizante, de equilibrio, en quienes la buscan, la ejercen y las pronuncian. Cuando en los templos orientales del Asia mayor te muestran casi que un Dios por cada necesidad que invoques, cada estatuilla, no más grandes que un brazo humano, te está diciendo en cientos de  formas religiosas y dialectos espirituales que no estás solo en  este mundo.

Fortaleza humana íntima que nace de la oración es impresionante y millones de testimonios en el mundo pueden testificar que sus deseos, ruegos, necesidades,fueron escuchados y atendidos por el receptor o receptores de sus suplicas. Cientos de libros, documentos películas relatan estas vivencias increíbles. Nosotros recientemente escuchamos muchas de ellas en Santo Domingo, donde fuimos invitados a dictar una conferencia en la Bolsa de Turismo del Caribe donde en su programación estaba el Primer Congreso de Turismo Religioso con las patronas de América Latina. Colombia se hizo presente con la Virgen de Chiquinquirá y veinte naciones más con lo propio. 

Esta Bolsa de Turismo la más grande del Caribe recibió en su atractivo congreso el respaldo del Papa Francisco y el estímulo para avanzar en un recorrido por América. Llegará el año entrante a Colombia y traerá en su temario ese poder de la oración que tantos resultados ofrece. En el mundo como el que vivimos y los países como Colombia es quizás donde más falta nos hace voltear el ánimo para acudir a la oración, al credo que se estime, para sacar esta República de su postración, de sus miserias, de sus odios, de sus crímenes, su violencia, de tantos errores que hemos cometido precisamente porque nos olvidamos de orar al Dios de nuestras preferencias.

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