
Volveremos
Citando una frase que le leí a un profe en twitter, con la guerra ganan elecciones y con la educación las pierden.
Un año después y nos volvieron (mos) a encerrar. La tardía y lenta vacunación, la errada definición de prioridades sociales y una innegable falta de autocuidado y cultura ciudadana nos tienen preguntando otra vez por los números de la cédula para hoy a ver si se puede salir, aunque toque volver antes de 6 de la tarde. A todos nos cae nuestra dosis de responsabilidad y nos corresponde asumir sin que ello implique dejar de exigir medidas efectivas y posibles a quienes tienen la obligación de proponerlas y ejecutarlas. Ojalá tengan tiempo cuando vuelvan de Cancún.
En medio del dejavú revivió igualmente el debate alrededor de la pertinencia de volver a clases presenciales en los distintos centros de educación a lo largo del país, particularmente los públicos. De un lado se alinean voces que piden que se retome la educación presencial por los efectos adversos que el prolongado aislamiento está produciendo en niños y jóvenes. Tanto en lo académico como en lo convivencial tiene muchos contras el confiar a pleno en una educación mediada por tecnologías cuando no existe ni preparación ni infraestructura para ello. Se sufre, y bastante. El impacto en el proceso es innegable e indiscutible.
Por otro lado, es también innegable e indiscutible que muchas escuelas y colegios en el país adolecen de unas instalaciones mínimamente decentes para que los educandos puedan, por lo menos, lavarse las manos; y ni hablar de hacinamiento, mobiliario o entorno. A lo anterior sumemos que pocos profes han pasado por la vacunación, lo que hace aún más difícil el panorama. Los pronunciamientos de Fecode han sido contestados con mucho veneno político y poca voluntad de concertación. Produce incluso indignación que sean congresistas con sueldos millonarios y sesionando desde sus casas los que les reclamen a los maestros una presencialidad que a ellos no les interesa asumir. Citando una frase que le leí a un profe en twitter, con la guerra ganan elecciones y con la educación las pierden.
Por experiencia propia, me atrevo a asegurar que una abrumadora mayoría de profesores prefiere y quiere volver a la presencialidad lo más pronto posible, ojalá mañana mismo. Para todos es desgastante el esfuerzo. Queremos ver a nuestros alumnos, queremos preguntarles cómo les va sin un micrófono como mediador, queremos escribir en los tableros. Y mientras tanto, con igual seguridad y orgullo se debe aplaudir el esfuerzo enorme de muchos colegas que, con creatividad y empeño, mantienen a sus alumnos allí, pendientes, entusiasmados.
Todos queremos volver y todos queremos que vuelvan. Tratemos de encontrar un justo punto en el que se garantice un mínimo básico de condiciones de bioseguridad tanto para alumnos como para maestros; y que ojalá sirva todo el ruido para que la educación deje de ser vista como un problema antes que como una oportunidad, y que podamos desde allí trabajarle como un asunto de Estado antes que de gobierno, así cueste y les cueste.
Volveremos, seguro.
asf1904@yahoo.com
@alfredosabbagh
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