Martes 18, 9:00 pm. Barrio de Rosas, Madrid. Allí queda el estadio Metropolitano, la casa del Atlético, el rojiblanco. Las tribunas rugen llenas de hinchas colchoneros esperanzados en que su equipo le haga juego al Liverpool en ese primer partido de los octavos de la Champions. Los ingleses, dirigidos maravillosamente por Jürgen Klopp, son los campeones defensores, aventajan por 22 puntos al segundo en la competitiva Premier League, y completan casi un año invictos. El Liverpool es hoy el equipo que todos quieren ver. Cuentan con una delantera de miedo, un mediocampo fabuloso, el mejor central del mundo, y un arquerazo para cuando haga falta. El partido a todas luces pinta bravo para un Atlético que no pasa por su mejor momento en La Liga y que ha visto partir a muchos de los jugadores que conformaron una brillante columna vertebral en el pasado cercano.
El Cholo Simeone, técnico del local, sabe y entiende que competir será complicado. Apela entonces a la suya, a la de siempre, a la que lo tiene ya en los libros de historia de un equipo acostumbrado al sufrimiento. La suya no apela al uno como individuo sino al UNO, en mayúsculas, como equipo. Porque todos, hechos UNO, siempre serán más que uno. Y por eso, el UNO salió a comerse la cancha desde el primer instante, se fue arriba en el marcador a los 4 minutos, ahogó al rival, anuló a sus delanteros al punto de prácticamente no dejarlos registrar llegadas, les quitó el invicto y, como si faltara repetirlo, nos recordó que en el fútbol nadie gana antes, menos cuando todos entienden que son más fuertes siendo UNO.
En una sociedad cada vez más llena de ejemplos de salvaje voracidad, de ganar a toda costa, de egos cegadores e individualismos desaforados; bueno resulta que desde el deporte se nos recuerde la fortaleza del esfuerzo colectivo tras un objetivo común y al lado de un liderazgo que potencie y no que limite. Por ahí también pasa entender, como lo dice la canción, lo infiel que puede resultar la victoria, sobre todo cuando se sirve acompañada del halago barato que brinda la sempiterna hipocresía.
De lo que nos interesa a todos nos corresponde a todos ocuparnos; pero todos por separado no podremos lograr lo que todos hecho UNO sí. La coyuntura local y nacional nos pide que encontremos sólidos y concertados puntos comunes que se antepongan a las individuales diferencias, para desde allí convivir bajo un mínimo viable y civilizado estado de respeto. No funciona más el seguir jugando a la de uno solo o seguir confiando el resultado del partido a lo que invente alguien. Y si me permiten, uno de los primeros puntos comunes debería ser el exigir respuestas a las preguntas que los que sabemos no quieren contestar.
No puedo saber el resultado final de la serie entre Atleti y el Liverpool. Lo que tengo claro es que algo particular tienen los equipos rojiblancos que juegan en un estadio llamado Metropolitano. Nada ganan sin sufrir.
asf1904@yahoo.com
@alfredosabbagh
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