El domingo anterior se emitió en el canal español de televisión La Sexta una larga y particular entrevista que el periodista Jordi Évole sostuvo con Nicolás Maduro. Desde antes de su emisión, la entrevista había suscitado todo tipo de comentarios y recriminaciones porque, y según algunos políticos con eco en el público, darle minutos de cámara a un personaje como Maduro era, o es, hacerle el juego a la dictadura que sufre Venezuela bajo su yugo. Se dudaba del enfoque, equilibrio y alcance que la exposición pudiera tener en la coyuntura actual de un país dividido y al borde de la guerra.
Emitida ya, en la entrevista se aprecia el trabajo serio del periodista, con preguntas directas, estructuradas, incómodas para el poder, con reiteraciones cuando el entrevistado pretendía salirse por las ramas, con respeto pero con firmeza. Évole preguntó y contrapreguntó, y Maduro contestó o contestó a medias.
La obligación del periodista es revelar datos, presentar hechos, preguntar y buscar respuestas. Como lo han dicho muchos grandes maestros, el periodismo no está para ser relacionista público o blanqueamiento de imagen de nadie. Eso tiene otros nombres. El periodismo se le debe al ciudadano y esa deuda se paga preguntando, cuestionando; todo cordialmente distanciado del poder.
Y es precisamente cuando esas fronteras no se mantienen que se corren riesgos al entrevistar a personajes como Maduro, para citar solo un ejemplo entre tanto dictadorzuelo ignorante y falaz que pulula en la política nacional e internacional. Antes no. El periodismo juicioso y éticamente responsable tiene tanto el deber como el derecho de preguntar lo que considere a quien considere. El problema no es a quién. El problema es el cómo.
De hecho, mientras más se pregunte y más se clarifiquen las posturas y los hechos, menos espacio quedará para la especulación y la tergiversación; abono para la siembra de noticias falsas de las que precisamente se nutren esos personajes a los que no se les quiere escuchar. Al contrario. Mejor escucharlos, mejor saber qué piensan, mejor controvertirlos, mejor comparar y comprobar lo que dicen. Mientras más información haya, mejor.
La noticia no es la entrevista. La noticia es lo que la entrevista revela. Lo importante no es quien entrevista. Lo importante es el entrevistado. Y por encima de todo, lo más importante, es que la audiencia final, ese ciudadano que en su casa le dedica tiempo y confía en lo que ese periodista está haciendo, perciba al terminar que se enteró de hechos o conoció opiniones que antes no.
Ese es el periodismo libre que necesita cualquier democracia fuerte. Al mismo tiempo, ese es el tipo de periodismo responsable y éticamente comprometido que reclama cualquier democracia fuerte. Así como le exigimos al periodismo que haga su trabajo, es menester respetarlo cuando lo haga. Eso hizo Évole. Su trabajo es preguntar, y preguntó.
@alfredosabbagh
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