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Opinión

El ego… El ego

Polvareda levantaron en periodismo y academia las declaraciones del profesor Sergio Ocampo Madrid sobre Vicky Dávila luego de que se conociera la columna de opinión en la que ésta última plasmaba sus impresiones sobre la comparecencia del senador Uribe ante la Corte Suprema de Justicia. Ocampo, escritor, periodista laureado, editor incluso en algún momento de este mismo diario, y docente de importantes y reconocidas universidades del país, publicó en una red social un párrafo en el que manifestaba la profunda vergüenza que sentía por lo que él considera periodismo militante y sesgado de Dávila, y remataba afirmando que algo debió haber hecho mal como su profesor. 

Lejos, pero bien lejos, estoy del estilo de periodismo que considero practica la señora Dávila. Me parece que ella, como tantos otros de los gratuitamente graduados como “influyentes opinadores” sucumbieron ante el brillo que produce la cercanía con el poder, y el peor enemigo del periodista: Su propio ego. El periodismo, como yo lo entiendo, debe ser un constante ejercicio de humildad que se traduce en preguntar, mantener una cordial distancia con la fuente, y respetar rigurosa e irreductiblemente a la audiencia. No creo que Dávila sea un ejemplo de eso. 

Ahora bien, lo que yo crea no es más que eso. Es una opinión, no la verdad. Con seguridad muchos colegas, alumnos y audiencia consideran todo lo contrario del periodismo de la señora Dávila, y sus argumentos son igualmente válidos. De hecho, hace unos meses unas jóvenes y brillantes alumnas me comentaron con emoción que asistirían a un conversatorio con la citada periodista, y al preguntarles la razón de la emoción me contestaron con argumentos sólidos sobre la experiencia de Dávila en distintos medios, su condición de testigo de varios hechos trascendentales en la historia reciente del país, y su condición de mujer conductora de espacios de opinión. ¿Son menos brillantes las alumnas por escuchar o querer escuchar a Dávila? Para nada. De hecho, contestaron con agudeza, argumentaron su postura y seguro disfrutaron la charla. Ah, y no son uribistas. Por lo menos, no me consta. Tampoco interesa. Lo que interesa es que piensen y argumenten.

Esa, creo, es la razón de ser de quienes tenemos la responsabilidad de enseñar: Interesar al educando en el desarrollo del propio pensamiento, con profundos principios éticos, y capaces de argumentar con profundidad y respeto. Y eso no lo hace uno solo. En la vida universitaria un alumno pasa por más de 50 asignaturas y un número similar de profesores. Suena algo pretencioso el que uno como profesor crea que, en su curso, uno de tantos, influyó tanto positiva o negativamente como para atribuirse parabienes o culpas. Uno y otro es producto y responsabilidad del educando si lo formamos para, precisamente, que se responsabilice. Con todo respeto, profe Ocampo, me parece que el ego se le escapó de la jaula. 

El ego…el ego…Poderoso enemigo es el ego.

asf1904@yahoo.com
@alfredosabbagh

 

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