La historia contará como aquel 19 de junio de 2022 un presidente electo compartió el micrófono en su discurso de aceptación, ante miles de personas en el sitio y millones conectadas por distintos medios, con una madre a quien la violencia le arrebató a un hijo de quien exhibe con orgullo y dolor una foto enmarcada. Sus palabras y el abrazo posterior se juntaron con el saludo inicial de la primera vicepresidenta afrodescendiente que nos atrevemos a elegir; y todo junto fue el cierre increíble de una jornada dramática que muchos creímos que nunca sería posible vivir, sobre todo con los antecedentes espantosos de una campaña electoral que desnudó lo bajo que se puede caer en el intento por deslegitimar al que piense distinto. No sabemos qué pasará luego, pero ya algo cambió.

Mejor si de una vez aterrizamos a la realidad: Ni Petro ni ningún otro presidente electo llega con poderes mágicos para arreglar de un plumazo lo que lleva años funcionando mal. Son tantos y tan profundos los problemas que cargamos como nación que hasta llamarnos así suena atrevido. Décadas de violencia, despojos, inequidad social, miedo, necesidades básicas insatisfechas y tolerancia a la corrupción hacen del país un monstruo al que ni la cabeza cercenada de Medusa frenaría de tope. Esto va a llevar décadas y posiblemente una o dos generaciones, pero alguna vez se tenía que comenzar. Eso es precisamente a lo que muchos ciudadanos le apostaron con su voto.

Queda claro igualmente que, y tocará comparar en su momento para ver si se puede afirmar que como a ningún otro, al gobierno que asume el 7 de agosto le van a exigir resultados inmediatos en todos los frentes posibles. Lo que conocemos como establecimiento y sus alfiles en los medios de comunicación de poderosas billeteras no parecen dispuestos, ojalá me equivoque, a concederle un lógico compás de espera al entrante gobierno. La radiografía de los 100 días la pretenderán tomar a las 100 horas. Como todos sabemos que es muy probable que ocurra, ojalá el gobierno se encargue rápidamente de enviar mensajes positivos sobre los temas que más preocupan. Para eso estas semanas son igualmente importantes.

Fundamental igualmente el ser humildes en la victoria y tender la mano a quienes en su derecho votaron por Hernández o en contra de Petro, porque ambas posibilidades no son excluyentes. Es de Perogrullo decirlo, pero como presidente la obligación del hasta hace 3 días candidato es con todos. En la medida en que los mensajes tanto de dentro como de fuera se encaminen a bajar el nivel de la incertidumbre que agobia a muchos compatriotas, más se abrirá el ya citado compás de espera. Del tono que en estos días se siembre dependerá lo que se coseche luego. 

De aquí en adelante ni aplausos ni críticas gratuitas. Se exigirá porque se confía, se preguntará porque se cree, y se señalará porque se intenta ayudar. Depende de todos el que en la historia nacional quede bien escrito el capítulo que inició aquel 19.

@alfredosabbagh