Parece que el tema de la autonomía regional se mueve. ¿Eso es bueno o es malo? Permitan que hoy les proponga un enfoque que no se escucha habitualmente. Un punto de vista que considera que la autonomía es buena, pero no porque nos vaya a proporcionar más derechos, sino porque contribuirá a mejorar la democracia colombiana de un modo en el que no se suele reparar. ¿Cómo? Creando nuevas administraciones y puestos políticos que permitirán ampliar el número y la composición de nuestras élites generando con ello dinámicas que, con suerte (la suerte es tan importante y tan despreciada en política), llevarán a cumplir el principio básico que dice que no puede haber buena democracia si no hay distribución y limitación del poder.
Seamos realistas, ¿funciona bien la democracia colombiana? No, funciona muy mal. ¿Por qué? Porque formalmente se cumplen todos los requisitos que una democracia debe tener, pero en la práctica el país está en manos de una minúscula élite que lo maneja todo a su antojo (admirable élite, habría que decir, por la extraordinaria habilidad que muestra para perpetuarse en el poder). ¿Cómo se consigue que una democracia manejada por una élite mejore su funcionamiento? ¿Substituyendo una élite por otra? ¡Craso error! Bien que lo demuestra el ejemplo venezolano. La nueva élite, por mucho que diga actuar en nombre del pueblo, acabará reproduciendo los vicios de la anterior. ¿Entonces? Hay que hacer que la élite dominante comparta su poder con otras élites. La democracia no es más que eso: la competición de varias élites por el poder. Mientras sean varias y compitan, se limitarán unas a otras y requerirán del respaldo de la ciudadanía. Si sólo es una y no necesita competir, el ciudadano no será requerido más que para tragarse lo que la única élite decida.
La autonomía puede ayudar a mejorar la democracia colombiana si permite que, al aumentar el número de administraciones y puestos políticos, en este caso, los propios de las nuevas regiones, aumente el número de élites en competencia por el poder. Ojo, puede pasar o no pasar. A lo peor, las élites ya existentes se reproducen y ocupan todos los nuevos puestos. Pero a lo mejor no. En España pasó lo segundo: la democracia llegó en los años setenta gracias a que la vieja élite aceptó compartir el poder con la nueva merced a multiplicar los sillones oficiales mediante la creación de las 17 autonomías que ahora tenemos. Se garantizó la democracia. Una que hoy está entre las veinte mejores del mundo. Tambíén es cierto que se disparó el gasto público. Nada es gratis. Y la libertad menos.
Así pues, ¿autonomía para los colombianos? Sí. Pero no por los derechos, o los servicios. Sino porque la autonomía tal vez ayudará a distribuir y limitar el poder. A los españoles nos salió bien. Es verdad que nos apoyaron los gringos, los europeos pusieron plata y tuvimos bastante suerte. Esa alegre circunstancia en ocasiones tan esquiva.
@alfnardiz
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