¿El final del cine cómo lo conocimos?
Esas épocas de las grandes taquillas no regresan aún y cada vez parece más difícil que vuelva a suceder.
El entretenimiento está viviendo hace varios años una transformación por cuenta de su adaptación al mundo digital.
La música y todo el negocio alrededor fue uno de los sectores que primero enfrentó el reto. Debió lidiar con la piratería de comienzos del siglo, la caída en ventas del producto físico como discos compactos y finalmente encontrar un modelo de negocio con las plataformas de streaming musicales como Spotify y Apple. Estuvo seriamente amenazado el negocio como tal, pero finalmente lograron adaptarse y salir adelante.
Pero ese momento difícil que vivió la música no es comparable al que está viviendo el cine en este momento.
Desde que apareció Netflix hace algunos años demostró cómo las plataformas de streaming visuales cambiarían mucho todo el ecosistema de consumo.
Terminó de darle el golpe final a las tiendas de video como Blockbuster y prácticamente redujo al mínimo la venta de las películas en los formatos de DVD y Blu-Ray.
Hasta ahí el proceso de transformación seguía sus pasos con calma. Luego fueron apareciendo todas las nuevas plataformas de video en streaming una detrás de otra: Amazon Prime, Hulu y por supuesto dos jugadores muy fuertes como Disney+ y HBO Max. Esto, sin dejar a un lado otra gran cantidad de plataformas que varían de nombre según cada región.
La primera gran ventaja del streaming es que elimina el intermediario más complicado del negocio que era el cable operador. Usted ya no necesita de un sistema de cable para consumir buena televisión. No tiene que sufrir con esos contratos desgastantes y tener que pagar por productos que no necesita y que ni consume. Es una realidad, el cable va camino a desaparecer en mediano tiempo. Usted pagará por la plataforma de streaming que más le guste, y hay tantas que probablemente pagará más que el cable, pero tendrá mejor producto y ante todo lo consumirá cuando usted quiera, de manera más cómoda.
Claramente se vislumbraba una amenaza para el cine, pero no tan complicada. Las taquillas seguían subiendo y no había señales de caída.
Pero nadie contaba con la Pandemia. Aparte de todo el daño que sigue haciendo, nos cambió muchos hábitos de nuestra vida, desde trabajar en casa hasta entretenernos sin salir a la calle.
Las salas de cine cerraron por casi un año y los hogares se llenaron de grandes pantallas de muy buena calidad.
Las plataformas encontraron la oportunidad perfecta para estrenar sus grandes éxitos de cine directo a los televisores de las casas. Lo que tanto había esperado hacer por muchos años. Tenían la excusa perfecta.
Y así nos empezaron a cambiar los hábitos. Los teatros volvieron a abrir en el mundo, pero con pocos estrenos, mucha intranquilidad y compartiendo sus estrenos con la opción de ver el mismo contenido en casa.
A la fecha los espectadores no han vuelto a las salas de cine como antes. Esas épocas de las grandes taquillas no regresan aún y cada vez parece más difícil que vuelva a suceder. Ojalá no sea así. Para mí la experiencia de una sala de cine nunca la reemplazará un TV en casa, pero mientras escribo esta columna caigo en cuenta que no he visto ni siquiera tres películas en los últimos seis meses en un cine.
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