Realidad transparente
Las redes sociales nos han dado la posibilidad de expresar nuestra opinión sobre cualquier tema, ahora tenemos la palabra y la posibilidad de comunicar la manera en la que entendemos, juzgamos y valoramos lo que percibimos como realidad.
De alguna manera se cumple la profecía de Gianni Vattimo, esa que habla de la sociedad transparente, la que surge gracias a la explosión de la realidad por la toma de la voz de las minorías: “El mundo de la comunicación generalizada estalla en una multiplicidad de racionalidades «locales» —minorías étnicas, sexuales, religiosas, culturales o estéticas— que toman la palabra, al no ser, por fin, silenciadas y reprimidas por la idea de que hay una sola forma verdadera de realizar la humanidad, en menoscabo de todas las peculiaridades, de todas las individualidades limitadas, efímeras, y contingentes”
Además de todas las implicaciones sociales que este entrecruzamiento de visiones tiene, nos encontramos con una situación individual muy interesante de analizar: Siempre nuestras intervenciones, decisiones, acciones cotidianas, ya sean públicas o privadas son objeto del examen, la crítica de todos y de cualquiera: Siempre una cara ve, una boca opina, un dedo señala.
¿Cómo reaccionar frente a esa continua, a veces sensata, pero por momentos injusta y cruel crítica?
1. Evitar ser reactivo. No podemos dejar que las intensas emociones nos hagan responder a los comentarios recibidos sin un verdadero análisis y una compresión de los intereses que los impulsan. Serenarse y tratar de entender qué es y por qué nos están criticando.
2. Sheila Heen y Douglas Stone exponen que hay que separa el qué del quién: “Si el feedback tiene un objetivo y se trata de un consejo inteligente, no debería importarte quien te lo da. Si una relación te activa un tipo de reacción, el aprendizaje se frena cuando vinculas el contenido de los comentarios con tus sentimientos hacia la persona que los da… para evitar esto, tienes que esforzarte en separar el mensaje del mensajero, y luego valorar ambos factores por separado”.
3. No todas tienen que ser contestadas. Algunas realmente tienen que ser ignoradas porque su escaso aporte o porque surgen del resentimiento y de la envidia de alguien que no ha logrado nada en la vida y ha hecho de la crítica y la destrucción de la fama de los otros su deporte favorito. Otras se contestan con el agradecimiento y la inteligencia necesaria para dejar claro cómo las asumimos.
4. Me gusta asumir los comentarios desde la intención del aprendizaje. Esto es, me pregunto en qué me desafían, cómo me hacen crecer, qué lecciones de vida hay. Las criticas me tienen que ayudar a ser mejor. Ya sea porque me ofrecen nuevos senderos para aprender o porque me hacen crecer en paciencia, madurez y asertividad. Hacer de las criticas catapultas para avanzar hacia nuestros objetivos más personales es la tarea diaria.
Por eso mi invitación es actuar desde los valores que nos definen y estar dispuesto a dar cuenta de cada una de nuestras palabras y acciones con libertad y responsabilidad. Pensar bien en todas las consecuencias y ser dueños de nuestras emociones para poder resistir todos los comentarios que recibamos. No podemos vivir con miedo a las críticas, tenemos que vivir con la certeza que somos honestos, responsables, solidarios y generosos. Somos dueños de nuestra vida y actuamos con autonomía.
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