
Amar, simplemente amar
Las razones que tenemos para amar no han sido demostradas con tubos de ensayo en los laboratorios, sino que son apuestas existenciales que hacemos. Por eso el camino es amar una y otra vez, con razones y sospechas, con alegrías y tristezas, con certezas y miedos, con fuerza y debilidad, porque sólo ese acto le da sentido a la aventura de vivir.
L a vida es una aventura porque siempre está abierta a la incertidumbre. No sabemos exactamente qué traerá el futuro; aunque nos esforcemos, no podemos controlar que el tiempo que llegue sea como lo hemos imaginado, tal cual como lo hemos deseado, ni siquiera que sea una consecuencia proporcional a todo el esfuerzo y trabajo que hemos invertido. El mañana siempre nos puede sorprender radicalmente, por eso la vida se tiene que asumir desde la inteligencia y el riesgo.
Es necesario tratar de entender cada situación, sabiendo describirla, viendo las relaciones de causa-efecto que en ella se dan, conociendo sus límites y posibilidades, profundizando intuitivamente en su sentido, apropiándonos de su totalidad; sin hacer esto, seremos marionetas de las fuerzas ciegas o de los intereses de otros que se entrecruzan en la realidad. Pero no basta con eso, también se requiere el riesgo que supone apostar, lanzarse a creer: sí, creer en las tendencias y confiar en nuestras sospechas. El conocimiento no da el control absoluto sobre la existencia, porque siempre ésta es más inmensa. Por eso, es necesario entender que ser libre supone ponerse de cara ante la incertidumbre y tratar de vencerla desde las posibilidades que tenemos, juntando lo que sabemos, intuimos y creemos.
Tengo la certeza de que muchos están esperando saberlo todo para aventurarse a vivir, y por eso se esconden tras el burladero de las ideologías que los poseen frenéticamente y los sacude fanáticamente, o detrás de dogmas que no entienden, que no son razonables, pero que les generan la falsa seguridad de la certeza de la vida. Creo que lo único que permite impulsar el velero de la barca de nuestra existencia es el acto de Amar, que es incierto, pero a la vez da seguridades -tal vez las únicas que podemos tener-.
Amar es incierto porque supone confiar en el otro y creer en lo que hemos comprendido de él. Las razones que tenemos para amar no han sido demostradas con tubos de ensayo en los laboratorios, sino que son apuestas existenciales que hacemos. Por eso el camino es amar una y otra vez, con razones y sospechas, con alegrías y tristezas, con certezas y miedos, con fuerza y debilidad, porque sólo ese acto le da sentido a la aventura de vivir. Estoy seguro que nos hace falta amar más. Y amarlos a todos. A unos, para compartir con ellos el resto de la vida, desde los puentes que traza la complicidad y fortalece el placer. A otros, para tomar distancia de ellos y no querer dañarlos desde la indiferencia explosiva de la superioridad moral.
Solo el que ama tendrá algo por lo cual luchar, personas a las que no quiera dejar, proyectos de comunión. Creo que eso es lo que dice Cioran en el texto De lágrimas y de santos: "La muerte no tiene sentido, excepto para las personas que han amado la vida apasionadamente. ¿Cómo puede uno morir sin tener algo de qué separarse? El desapego es una negación de la vida y la muerte. Quien haya superado su miedo a la muerte, también habrá triunfado sobre la vida, pues la vida no es más que otra palabra para ese temor".
La invitación hoy es a amar con inteligencia y libertad para darle sentido a la aventura de la vida, pero sabiendo que siempre es una apuesta por el otro y que nadie garantiza que sea la mejor.
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