A comienzos de la semana, una de las intérpretes del ambiente político que periódicamente pontifica en un noticiero de radio no daba un centavo por el futuro de la JEP, aduciendo la posible parcialidad del comité que tenía la responsabilidad de escoger los magistrados del Tribunal para la Paz, las salas de justicia y sus suplentes. También se hizo referencia a la escasez de fondos del gobierno y al alto costo de estos nuevos magistrados, así como a las dificultades que se vislumbraban en la aprobación por parte del Congreso de la reglamentación de la justicia especial.
Pero al día siguiente, la selección de los magistrados, la divulgación de las entrevistas a las que fueron sometidos y la intervención de Patricia Linares, la presidenta elegida del tribunal, en el programa ‘Pregunta Yamid’, dejaron tranquilos a la mayoría de los segmentos de opinión, incluidos los militares retirados, con excepción del Centro Democrático y de Cambio Radical, que no estuvieron de acuerdo con los nombramientos. Después se supo que esto se debía a que no seleccionaron magistrados de extrema derecha, según dijo el senador Varón Cotrino en CMI. A pesar de ello, los nombramientos y el mecanismo de selección le comunicaron brevemente aire fresco a la discusión y al talante de los medios de comunicación que pasó de sombrío a esperanzado en cuestión de horas.
El comité de selección hizo el esfuerzo aparentemente exitoso de ampliar la representación de los elegidos para que los distintos grupos sociales y étnicos estuvieran incluidos, así fuera minoritariamente. Quizás lo más importante es que se le dio relativa preferencia a la selección de mujeres, a las que generalmente les sucede lo contrario, y han sido las principales víctimas del conflicto. Ellas frecuentemente aducen que si la solución de lo que ha sucedido en Colombia se la hubieran dejado a las mujeres, “otra hubiera sido la historia”. Con estos nombramientos tendrán la oportunidad de demostrarlo.
Otra razón alentadora es que el grupo seleccionado difiere significativamente del que ha estado tradicionalmente al frente de la justicia, no solamente por la representación femenina y la
diversidad sino por la heterogeneidad, las orientaciones profesionales, el alto nivel intelectual y de compromiso que revelan los elegidos en sus entrevistas, y porque no pertenecen a las roscas habituales. No son auspiciados por barones electorales o élites regionales. No provienen de dinastías ni estirpes conocidas. Lo que necesita la justicia en Colombia es gente nueva y esta, con pocas excepciones, cumple con ese requisito. Pueden ser el equipo de relevo con el que no se contaba, a menos que se dejen seducir por el poder que van a adquirir que enloquece a otros abogados cuando lo detentan (ver por ejemplo “Para volverse locos” en El Tiempo del 20 de marzo de 2016). Pero esto posiblemente no va a suceder teniendo en cuenta la calidad humana de los elegidos.
Lamentablemente la derecha está haciendo todo lo posible para que no puedan llevar a cabo su misión. Cambio Radical se volteó, liderado por un fiscal de ese partido que posiblemente actuó extra límites. Intentan darle un artero golpe de gracia a la JEP y dejar la paz en veremos.
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