Hay momentos que uno no busca, pero lo encuentran. Un día cualquiera, entre reuniones y pendientes, un amigo me soltó una frase que me dejó en pausa: “Oye, Ley Martín quiere conocerte.”
Pensé que había escuchado mal. ¿Ley Martín? El hombre que durante décadas ha narrado, protegido y celebrado la música del Caribe con la disciplina de un guardián cultural. Ese mismo. Que quisiera conocerme me produjo una mezcla rara de sorpresa, agradecimiento y un poquito de nervios que no suelo admitir.
A los días, apareció en mi oficina. No llegó con la distancia que algunos adquieren tras años en el mundo artístico, más bien todo lo contrario. Desde el saludo inicial supe que estaba frente a alguien con una grandeza de espíritu. Que solo logran alcanzar los que no necesitan demostrar nada. Porque ya lo han logrado todo.
Ley no vino a hablar de sí mismo. Vino a hablar de ciudad, de cultura, de identidad, de proyectos que todavía pueden construirse cuando hay perrenque y compromiso. Habló de ideas nuevas con la naturalidad de quien ha sobrevivido a todas las épocas, incluso a las embestidas ingratas de la farándula y de una sociedad que no entiende de lunáticos, esas que suelen desgastar hasta al más terco. Pero a él no le han quitado la pasión. Sigue intacta.
Ese encuentro me hizo sentir algo poco común en esta industria: pertenencia. Me trató como si ya hubiéramos recorrido caminos juntos.
Antes de irse, soltó una frase que para mí fue un honor: “Tienes que estar en los Premios Luna.”
“Los Luna…” su obra mayor. Su legado en movimiento. Porque solo a un lunático con visión, de esos que entienden que la cultura no se abandona ni se improvisa, se le ocurre sostener durante décadas un evento que son, sin exagerar, los auténticos Grammys del Caribe. Un ritual que no vive del presupuesto, sino de las lealtades, los afectos y el respeto profundo de los artistas de ayer, de hoy y de siempre.
Porque los Luna existen gracias a esa gente que vuelve, que se monta en la tarima, que acompaña y que nunca le dice que no. No porque toque, sino porque Ley se lo ha ganado. Porque cuando Ley convoca, uno acude. Porque lo que diga Ley, es ley.
Y detrás de ese brillo hay una familia entera: su esposa, sus hijas, su hijo y sus nietos. Un equipo artístico y afectivo que convirtió los Luna en empresa cultural y en herencia viva. A ellos, toda mi admiración y respeto. Aplausos de pie.
Que los Premios Luna sigan iluminando este Caribe nuestro por 25 años más.
Y que lunáticos como tú nunca dejen de brillar por nuestra industria. Ahora te la suelto yo a ti: “Ley, tienes que estar en Perrenque el próximo año”
@eortegadelrio







