Me pregunto: ¿qué le está pasando a la sociedad?, ¿por qué pareciera que avanzamos en retroceso? Cada día los hechos de violencia ocupan los titulares, mientras tomar la justicia por mano propia o transgredir la ley se vuelve normal para muchos. También lo son la mentira, el abuso y el maltrato, como si hubieran dejado de ser moralmente cuestionables.
Hemos perdido el sentido común, los valores, el respeto, la libertad, la dignidad y la verdad. La justicia, pilar de cualquier sociedad, pasó de tener los ojos vendados y la espada alzada en su mano izquierda a quedar reducida a un sueño del que parece no querer despertar. La autoridad se diluye y, sin autoridad, las leyes se incumplen. Somos arquitectos de un destino incierto e inseguro: no hemos construido nada; por el contrario, hemos contribuido a destruir aquello que sustentaba el Estado social de derecho y la democracia.
Cuando una sociedad normaliza la mentira, tolera la violencia y celebra al corrupto, comienza a desmoronarse desde adentro. Nada se destruye de un día para otro: es el resultado de pequeñas renuncias colectivas que terminan por vaciarlo todo.
Actualmente, la vida dejó de tener valor; no hay respeto ni dignidad. La caridad desapareció, la honestidad se extinguió, el liderazgo se volvió un espejismo y los deseos de salir del caos social, político y cultural parecen inexistentes. Para muchos, lo ilegal y lo inmoral son parte natural de la convivencia. ¿Por qué no pasa nada cuando la justicia no funciona y la absolución se compra sin dejar de delinquir?
Hoy lo único importante es tener el control de la situación; todo lo demás parece carecer de sentido porque, para muchos, ya todo está perdido. Las buenas costumbres, la paz y la tranquilidad quedaron en el pasado; también la verdad, reemplazada por narrativas convenientes que sirven solo a intereses particulares.
Colombia, ¿hasta cuándo podremos resistir? ¿Quizá hasta perderlo todo? O quizá ya lo perdimos, y en medio de esta condición no queremos aceptar que el futuro se desvaneció y que el presente es ruina y desconfianza. Los errores del pasado están cobrando la factura de una deuda social colectiva, construida por omisión y por acción, alimentada por la ignorancia, la indiferencia, la violencia, la corrupción y el populismo que llegó al poder gracias al desencanto.
Lo único cierto es que es incierto el presente, es incierto el futuro, pues todos los valores se han perdido y ya no queda ni rastro de sentido común.
@oscarborjasant







