Por redes sociales circula una imagen en la que se aprecia un grupo de aviones monoplaza en aparente formación de ataque. El fondo, en diagrama y a semejanza de un mapa, alude inmediatamente a los combates aéreos de la Segunda Guerra Mundial y en particular a los vividos sobre el Canal de la Mancha, trasfondo de filmes nominados al Óscar como Dunkerque y The Darkest Hour. La uniformidad de los oscuros pájaros de metal la rompe un blanco avión de papel, de esos que todos alguna vez hicimos volar en la niñez. El contraste entre lo claro y lo oscuro, el metal y el papel, lo uniforme y lo diferente, hacen evidente la intención propositiva que la imagen quiere transmitir como mensaje.
Así como esa, pudiéramos citar muchas imágenes más; todas evocadoras de atrevimientos históricos, tragedias inenarrables o sublimes momentos de humanidad. Y por lo mismo, pudiéramos citar pedazos de papel que han servido de repositorio tanto a ideas que cambiaron el mundo, como a la firma en paralelo de enemigos que dejan constancia de no querer serlo más. El metal sin duda es poderoso; pero el papel, lo dice el imaginario popular, lo aguanta todo. Sin la carga peyorativa del dicho, el papel aguanta todo en similar medida del argumento que contenga.
Argumentos… ideas… En estos días de insultos fáciles, de señalamientos veloces y de lapidaciones virtuales, rescatar el valor del argumento tiene lamentable pinta de convertirse en utopía. Al vaivén de encuestas en las que solo se cree cuando se gana, le estamos firmando hipotecas de esperanza a rostros vacíos de los que poco o nada conocemos. Nos quieren obligar a tomar partido los mismos que reniegan de los partidos que armaron o se tomaron. Nos quieren embarcar en el escuadrón metalizado y uniforme que repite las tonadas de un coro que no entiende. Y nos estamos dejando.
Ese papel en forma de avión, que nos enseñaron nuestros mayores a doblar y que tan felices nos hizo verlo volar en meses de viento, no puede limitarse a llevar utopías como pasajeros. Será el responsable, crítico, agudo y libre ejercicio de la democracia el que les permita emprender un, ojalá, bello viaje. Si los argumentos no son lo suficientemente fuertes, al papel lo destrozará el metal; ese mismo metal que llevamos viendo, oliendo y escuchando desde hace casi 70 años.
Va ya siendo hora de que al papel, como a las ideas que contiene, se le respete. Va ya siendo hora de que a esas ideas se les deje volar.
Pd: Tanto se relacionan el papel con el metal que Trump, incapaz de entender el valor del primero, pretende que los maestros se armen con pistolas de lo segundo para repeler ataques en sus escuelas. El horror combatido con horror. El triunfo de la ignorancia y el lobby de la superpoderosa NRA, tal y como Michael Moore lo cuenta en su laureado documental “Bowling for Columbine”. Si pueden, véanlo. A este paso, el dichoso muro va a servirnos a nosotros para protegernos de ellos.


