Quién más que un especialista en infectología no quisiera que esto fuera cierto. Cerrar una epidemia no es un término fácil de entender, cuando se continúan las condiciones que se dieron inicialmente para su aparición. Estas fueron la presencia del virus en pacientes, lo que, aunque en menor número, continúa. Si tenemos en cuenta que la mayoría de los pacientes pueden no tener síntomas, manifestaciones, o signos de la presencia de la enfermedad –solo con pruebas serológicas se podría confirmar–, en el caso del zika estas no son tan fáciles de realizar, y mucho menos de interpretar, al cruzarse su positividad con la presencia de otros virus, arbovirus circulantes como el dengue,o la fiebre amarilla.
Los próximos y esperados casos de microcefalia, Guillan Barret y otras complicaciones desarrolladas por el zika en forma todavía no explicadas, hacen dudar de que la epidemia del zika se haya acabado. Si un solo caso constituye una epidemia, esta solo se terminará cuando no exista ninguno. Entonces, no entiendo qué quiere decir el Ministerio de Salud de Colombia con que la epidemia se ha cerrado.
De lo que sí no tenemos dudas es de que la epidemia de zika nos muestra cómo un país como Colombia está a merced de la presencia de estos virus, de los que no está exento ningún país. Si no estamos preparados, deberíamos mejorar todo nuestro sistema de salud pública para enfrentarlo, al igual que la enseñanza del zika y sus repercusiones: en Colombia se esperan entre 100 a 300 casos de microcefalias, y no se sabe cuántos de Guillain Barré o daños neurológicos. La experiencia debería ser recogida en toda su magnitud para aplicarla en toda la humanidad. ¿Cómo hacerlo? Fundamental, teniendo personas preparadas para reconocer a tiempo los casos iniciales, formar más infectólogos, especialistas en enfermedades infecciosas, enfermedades tropicales, salud pública, virólogos, epidemiología, entomología, laboratorio clínico y un especialista en control de desastres o eventos epidémicos. Esto, unido a un médico general, un internista,un pediatra, ginecólogo, neurólogo, una enfermera, un laboratorista, microbiólogo y otros, con conocimientos y formación básica de estas enfermedades. Además, contar con institutos y centros especializados y de investigación. Para lograr esto, debe el país solucionar la necesidad de formación de personal en estas áreas, haciendo obligatorio contar con estos especialistas en las entidades promotoras y prestadoras de salud, EPS e IPS. Garantizarles trabajo y remuneración a quienes, dignamente y con sacrificio obtienen esta formación, para que no sean desplazados por un grupo de profesionales inexpertos y sin formación, cuyas actuaciones terminarán en el mal manejo de los pacientes y de la misma epidemia, perjudicando severamente la salud de los afectados.
De 99.721 casos con zika informados, solo 8.826 fueron confirmados, los 90.895 casos fueron diagnosticados por clínica y no sabemos si esto fue hecho por personal bien entrenado o formado, la mayoría no atendidos por un infectólogo. Se necesita mejorar la prevención, el diagnóstico y el manejo de epidemias para poder cerrarlas. Deberíamos tener cuidado de cerrar una epidemia que todavía continúa.
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