“No te creo, Juan”. “Con ese 1,85, esa espalda, ese cuello, esos gemelos. No me digas que tiene 14 años. ¡Si los chinos son chiquitos, Juan! Éste fue anotado tarde”, le dije a mi amigo, el entrenador.
“¡Escúchalo hablar pa’ que veas! ¡Parece que tiene 12!”, me dijo mi amigo, el entrenador, con su marcado acento barranquillero.
“Soy de Taiwán. ¡NO soy chino!”, dice él, revelando la gran diferencia que solo el deporte ha podido diferenciar legalmente entre la China comunista y la nacionalista.
Cuando tenía 6 años vio por televisión a dos jugadores practicando saques y le gustó cuando el otro paraba la bola con la raqueta, pensaba que eso era el tenis. No tiene ídolos, ni Federer, ni Nadal, ni su compatriota Yen-Hsun Lu, 47 en la ATP.
Fue campeón nacional hasta 11 años y jugó un clasificatorio en Asia para un mundial hasta 14 años y ganó todos los partidos.
Ahí, a los 11 años, fue cuando decidió irse a la Florida a perfeccionar su juego porque allá hay mejores academias, hay más tenistas. Dejó todo, armó maletas y se fue con la madre. ¿Quién habló de determinación?
Esa misma determinación se le ve en la cancha, ¡parece de 18! Zurdo, buena derecha, mejor movilidad. Chen-Jui Ho, anoten su nombre, quizás sea la figura que estábamos esperando en este torneo.
Al colombiano Gabriel Jaramillo, dirigir la carrera de Kei Nishikori lo ha hecho famoso en Asia. Tanto que este chino, no, qué digo… este taiwanés está hoy en sus manos. Juan Abuchaibe es el que lo conduce y entrena hace unos meses. Por eso están aquí.
Juan, mi amigo, da vuelta para irse, voltea la cabeza y deja una estela con la frase: “¿Si viste que tiene 14?”.
Ahí me di cuenta: este chino va a terminar hablando ‘barranquillero’.