El Heraldo
Colombia

“Ningún ser humano merece morir con sed de aire”

Especialistas en Barranquilla hacen un llamado a la ciudadanía para que tomen las precauciones y consulten con tiempo si tienen síntomas de COVID-19.

Abel, Guillermo Angélica, Eduardo y Sileidys ingresaron, cada uno en su época, a una facultad de medicina con la convicción de salvar vidas, pero lo que nunca probablemente pasó por sus mentes es que alguna vez tendrían que mostrarle los dientes a la muerte, de tal forma cada día, por cuenta de una pandemia, al punto de temer que llegue el día, que ven ya a la vuelta de la esquina, en el que les toque elegir a quién salvarle la vida. Ya les tocó empezar a decidir a quién subir a las unidades de cuidados intensivos.

Ese temor y la frustración por ver cómo cada día la COVID-19 llena las salas de urgencias, hospitalización y ucis en las que trabajan comparten estos cinco médicos en Barranquilla, que también comparten la rabia y la frustración al ver cómo la desinformación, el miedo y la estigmatización han llevado a la gente a tomar decisiones equivocadas como salir sin protección, reunirse en fiestas, o si ya se contagiaron esperar hasta el último momento para consultar o buscar ayuda médica cuando ya hay muy poco o nada qué hacer.

Los galenos coinciden en que hasta la semana pasada todavía podían ser recursivos y brindarles una oportunidad de vida a los pacientes que comenzaron a llegar en masa, pero ya los recursos llegaron al límite. Dicen que ya no hay ventiladores y el talento humano escasea por el alto nivel de contagio.

La situación está en un punto en el que han tenido que hacer malabares para ventilar a pacientes con dificultades para respirar, y en la espera de una remisión pueden durar hasta 72 horas en urgencias o en una improvisada sala de hospitalización. Ya los intensivistas e internistas venían hablándose en un chat sobre la crisis y entre ellos dialogaban para ver cómo podían apoyarse para encontrar una cama para sus pacientes.

Ahora la responsabilidad de encontrar una cama en UCI para los afectados por la pandemia está en manos del Centro Regulador de Urgencias.

Como sacar un pez del agua

El intensivista Abel Caraballo presta sus servicios en las unidades de cuidados intensivos de tres clínicas distintas.

Vive bajo el mismo techo con su hijo de 4 años, su abuelo de 96 y su esposa que tiene 31 semanas de embarazo, pero no puede compartir espacio con ellos por el riesgo permanente al que se enfrenta cada día en su labor.

Por su especialidad está en la primera línea de riesgo con las enfermeras y terapistas que en las UCI deben estar constantemente intentando salvar la vida de los enfermos graves de COVID-19.

Explica que todos los pacientes que ingresan a la unidad de cuidados intensivos, desafortunadamente, no pueden respirar, ya que tienen una saturación de oxígeno en su sangre por debajo de 90%.  Dice que  automáticamente ingresa tratan de asegurar la vía aérea, si el paciente requiere intubación orotraqueal, porque no todo paciente que ingresa a un hospital requiere soporte ventilatorio.

“Solamente aquel paciente que ya se le está colocando oxígeno y aun así no mejora, a pesar de todas las estrategias y alternativas terapeúticas, se tiene que buscar una alternativa para soportarlo, porque ningún ser humano merece morir con sed de aire, es una condición que es horrible, es lo mismo como sacar un pez del agua”.

En medio de las duras experiencias que le ha tocado vivir por estos días de crisis, destaca que el pasado jueves (11 de junio), cuando ya se disparaba la curva de contagios en Barranquilla, en una de las UCI que trabaja se quedó prácticamente solo, porque de su grupo de ocho había dos colegas hospitalizados y tres en aislamiento, y el médico de la otra UCI no COVID comenzó a tener síntomas, por lo que debió aislarse también y después de dos horas de turno quedó solo,  con la clínica “a full”, ya no tenían camas y seguían llegando más pacientes.

“Uno de los médicos cuando se dio cuenta de la situación llegó a ayudarme, aun cuando ya no era su turno, entonces eso habla más del compromiso y de la entrega que tiene cada colega con los pacientes que se están atendiendo, porque él ahora no va a reclamar un salario por esas horas, lo hizo por vocación”.

Consultas tardías

La Portoazul fue de las primeras clínicas del Atlántico en prepararse para la atención de la pandemia. Desde febrero determinaron que tendrían dos áreas de atención: una COVID y una no COVID. Con todo y eso no imaginaron que la situación llegaría al punto en el que está hoy todo el departamento.

Su jefe de Hospitalización Crítica y no Crítica , el intensivista Guillermo Oeding Angulo, batalla cada día, con su equipo de trabajo, con la frustración, porque a pesar de lo mucho que se prepararon y que el Gobierno tomó decisiones para mitigar el impacto del coronavirus, “la situación es dramática,  ya estamos en caos, pero  puede ser peor en pocas semanas”.

El médico Oeding insiste, una y otra vez, que es necesario que la gente entienda, de una vez por todas, la importancia del distanciamiento, del uso del tapaboca y la responsabilidad social. Apunta que los problemas son por desinformación y le recuerda a la ciudadanía que es indispensable buscar información seria, clara, oficial y científica para ayudar a reorientar el rumbo de la enfermedad en la ciudad.

Al dialogar con EL HERALDO, contó que tenía 25 pacientes en una grave condición en hospitalización, gente “muy buena”, a la que no conoce, pero que al hablar con su familia se nota que es gente trabajadora y que no saben cómo se infectaron. Asegura que esa situación crea un drama familiar increíble y que es lamentable que estén solos y mal en una unidad de cuidados intensivos y como médicos no poder hablar con los familiares, sino por teléfono, porque también  están infectados.

“Son tragedias continuas. Ayer me tocó intubar un paciente (martes), tuve 4 pacientes, o sea el riesgo de exposición que tengo yo es altísimo. Entonces, me molesta mucho que uno hace todo lo posible, pero ve las crónicas del mismo periódico que muestran las fiestas por los grados, y digo yo: será que esta es la gente que va a venir a la clínica y me va a tocar intubarla. Yo estoy haciendo todo para que no se mueran, pero hay gente que hace este tipo de cosas para morirse, y después exigen que los salven, pero cómo quieren que los salven si están haciendo todo lo contrario a las recomendaciones que están dando las autoridades”, dijo Oeding, quien ya decidió volver a aislarse de su hijo de 20 años y de su mujer, quien también está en la primera línea de batalla, pero desde la especialidad de la Nefrología.

“Uno intentando ayudar a la gente, la gente no dejándose ayudar y uno exponiendo a su familia. Es duro y contradictorio eso”.

“Ya aquí la cosa no es por orden de llegada, sino por sentido de gravedad. En todo caso eso es terrible porque uno no es Dios”.

Y si en la UCI de la Portoazul Guillermo Oeding libra su batalla, en la otra orilla está la doctora Angélica Padilla, la coordinadora del área de hospitalización no crítica de los pacientes sospechosos y confirmados con COVID-19.

Atribuye a la desinformación que se generó en la ciudad hacia los médicos y las clínicas que hoy los pacientes con síntomas respiratorios estén llegando demasiado tarde a consultar a las urgencias. Explica que la mayoría llega a la clínica después de una semana de síntomas cuando ya  el pronóstico es más complicado.

“El problema es que ahorita las áreas de hospitalización están llenas, entonces entre más complicado llegue y si toca ventilarlo, si requiere un manejo en un nivel de cuidados intensivos, va a ser más difícil proporcionárselo porque no hay forma, las unidades de cuidados intensivos están llenas en todas las clínicas”.

Ella, la doctora Padilla, ya tiene experiencia venciendo enfermedades:  en el pasado le ganó la partida a un cáncer. Por eso cada día, a pesar de las dificultades que ofrece una pandemia y los dramas y la gravedad de los pacientes, se aferra a la salud de ellos, de los que logran sacar adelante.

“Han llegado pacientes muy enfermos que han requerido ventilación y, a pesar de todos los esfuerzos y el haber hecho todo lo humanamente posible, desafortunadamente han fallecido. Yo creo que esos pacientes se llevan un pedazo del corazón de uno, por que finalmente intentamos hacer lo humanamente posible para sacarlos adelante, pero a veces es demasiado tarde. Esos pacientes te marcan, muchas veces vienen todos los sentimientos a uno de tristeza, pero toca seguir adelante porque hay más pacientes que te necesitan”.

Angélica Padilla, como todos los profesionales de la salud, comparten el mismo temor: tener que escoger a quién se trata o a quién se ventila. “Nosotros tenemos que salvar las vidas de todos los que lo necesiten, el problema es que nosotros solamente podemos hacer lo humanamente posible, si se acaban los ventiladores, si se acaban las camas de UCI, pues nos vamos a quedar atados de manos y no vamos a poder ayudar a los pacientes como deseamos ayudarlos, por eso es un cuídate que yo te cuido.

Mucha presión
Profesionales de la salud con la indumentaria de bioseguridad para la atención de pacientes COVID-19. cortesía

El panorama por el nuevo coronavirus, por supuesto, no difiere entre la red privada y la red pública hospitalaria de la ciudad y del Atlántico. En el Camino Adelita de Char, uno de los dos centros destinados por el Distrito para la atención de la COVID-19 en Barranquilla, la joven médico general Sileidys Ramos Blanco comparte que su día a día es angustiante no solo por tratar con los enfermos, de los que no saben de inmediato si son positivos o no, pero que igual hay que tratarlos como tal, sino por el temor de no poder usar sus uniformes porque la gente los discrimina, los ofende y los insulta. “Se trabaja con mucha presión”, sostiene.

“A veces hay pacientes que tienen otra patología concomitante y que eso empeora su condición clínica, y que por mucho que nosotros nos esforzamos para sacarlos adelante no es suficiente. Aunque la gente no crea a nosotros nos duele cada paciente que se nos muere como si fuera el primero. Nosotros estudiamos siete años para ayudar a las personas, para salvar vidas: esa es nuestra vocación”.

Indica que las UCI están a tope y el personal sanitario no da abasto con tanto paciente que hay, porque están colapsados. Por la autoridad que le confiere verle la cara a la tragedia permanentemente, invita a las personas a que tomen conciencia de la situación por la que atraviesa la ciudad.

“Estamos pasando quizás por el peor momento de la pandemia, que cumplan con el aislamiento y todas las normas de bioseguridad, y que no nos juzguen. Nosotros no somos asesinos, estamos comprometidos con cada paciente que ingresa a la unidad de cuidados intensivos y día a día damos lo mejor de nosotros por el bienestar de la comunidad”.

Dura elección

El experimentado cubano, pero con 25 años en Barranquilla, Eduardo Barciela es intensivista, coordinador de urgencias de la Clínica del Caribe y hace turno en la UCI de esta entidad. Además preside el capítulo Caribe de la Asociación Colombiana de Medicina Crítica y Cuidados Intensivos, por lo que conoce qué tan grave es la situación en la ciudad, en el Atlántico y la región.

Al conceder esta entrevista acababa de salir de la urgencia y dejar seis pacientes con COVID, cuatro de ellos graves y requiriendo cuidados intensivos. “Los estamos manejando aun cuando no tenemos la capacidad, y no sabemos si mañana o si pasado la vamos a tener, y están montados en remisión para que el CRUE nos diga dónde debemos ubicarlos, pero de ayer (viernes) para acá hay algunos que están ahí y no han dado respuesta, así que eso te dice a ti que la ciudad está colapsada, porque si hubieran camas de manera expedita no se pasaran 24 ni 48 horas los pacientes en urgencias esperando una cama de UCI, así que esa es la realidad”.

Le alivia que en cinco días no ha muerto ningún paciente en su urgencia, pero lamenta que ya tuvo que empezar a decidir a quién darle la prioridad de una UCI en su clínica, aunque los buenos recursos de la entidad — relata — le han permitido atender al que no suben y ponerle un ventilador allí mismo en urgencias.

“Me tocó decidir entre un paciente que estaba muy grave, que se me moría si no lo subía a UCI, y otro que había llegado antes, pero daba más para espera, y de todas maneras eso es terrible porque uno no es Dios. Nos toca asumir, con los conocimientos que tiene uno de en cuál paciente la enfermedad es más grave, tomar la decisión de subir uno que había llegado después sobre uno que había llegado antes, así que aquí la cosa no es por orden de llegada, sino por sentido de gravedad”, advirtió el especialista.

Clamor de los médicos
Guillermo Oeding. Abel Caraballo. Eduardo Barciela. Angélica Padilla.

Justo cuando la curva sigue en un descontrolado ascenso, los profesionales de la salud apelan al sentido común de la ciudadanía, les envían un mensaje claro y contundente para que se cuiden y cuiden a sus familias, y no tengan que enfrentar el drama de batallar con la muerte en una UCI o a la espera de ella. Librar la lucha contra la muerte en este caso, no siempre tiene un final feliz como en la danza del garabato. Este combate con la COVID-19 en Barranquilla ya lo han perdido 339 personas, y en el Atlántico 225.

Guillermo Oeding: ¿Cuál es el miedo?, que se nos acaben los respiradores, porque ya estamos a esto de que se nos acaben. Se acaban los respiradores y vamos a empezar a que la gente fallezca y es verla morir. A los incrédulos les dijo expónganse como me estoy exponiendo y nos estamos exponiendo todos para que se den cuenta. Porque el problema es que es intangible, no puede haber negacionismo de esto porque la gente se está muriendo. Hay que hacer una cosa que es importante y es el aislamiento, el aislamiento físico del contacto, hay que trabajar en eso”.

Abel Caraballo: Con la posibilidad de recursos hemos tratado de manejar las cosas de manera ética a todos los pacientes, pero la posibilidad que va a llegar o se tendrá que hacer es un mismo triage con los pacientes que están mal, es decir, definir qué seres humanos tienen más posibilidades de vivir y esos pacientes posiblemente brindarles atención en el contexto de que yo no puedo ventilar con un mismo ventilador a dos pacientes. Todavía no hemos llegado allá, pero esa es la posibilidad que tenemos. Lo más importante es cuidarnos y cumplir las recomendaciones. Si las personas no creen en la COVID, por lo menos que dejen a quienes sí vivir, porque si nosotros cumpliéramos con las recomendaciones posiblemente no nos llegaría la cantidad de pacientes que están llegando a las unidades de cuidados intensivos. Las recomendaciones son claras: Importante no salir de casa, usar siempre el tapabocas. Le tengo más temor a un asintomático que un sintomático, porque el sintomático lo tengo yo en la clínica, yo sé que me tengo que cuidar, pero el asintomático yo no sé dónde está.  

Eduardo Barciela: Todos los días hay muertos, todos los días hay mucha gente grave, van a morir muchas personas más. A este virus hay que tenerle miedo, hay que tener realmente miedo, no pánico, porque pánico es el miedo paralizante que te impide hacer una vida normal, trabajar, atender a otros; no podemos tener pánico porque de lo contrario no podemos atender a los pacientes, tanto los médicos como todo el mundo tiene que tenerle miedo a esta situación, y el miedo sí es una alarma importante que nos hace movernos hacia el autocuidado, que es lo más importante de todo esto.

Angélica Padilla: La única forma de detener la enfermedad es evitar el contagio, o sea el aislamiento social es lo único que nos sirve para prevenir el contagio. El distanciamiento social no significa que no hables con tú familia o que no tengas contacto con ellos, pero sí que tengas un distanciamiento físico, porque de ese distanciamiento físico depende que los contagios disminuyan, y al disminuir los contagios pues obviamente se disminuyen las complicaciones. Yo creo que sí podemos, es imposible que otras ciudades lo hayan logrado y nosotros no podamos lograrlo. Así como nos unimos cuando gana el Junior, así como nos unimos en una fiesta en carnaval, así mismo es el momento de unirnos como ciudadanía y ponerle frente a esto todos, porque es responsabilidad de cada uno, no es responsabilidad de los gobernantes, no es responsabilidad del vecino, es una responsabilidad personal, a título propio ponerse la camiseta por el Atlántico y decir: ‘’Vea, yo me cuido, y te cuido’’, y entonces en ese contexto limitamos los contagios, y al limitar los contagios, pues se disminuyen los riesgos de complicaciones y volvemos a estar de pronto pues en un punto de equilibrio nuevamente y no así desbordados como estamos.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.