Medicina y cultura, las dos pasiones de Joaquín Armenta
Para el presidente de la Federación Colombiana de Diabetología, ambos mundos van de la mano porque la humanización de su profesión es la clave para ser mejores.
Su casa es “un museo”, dice. Vive en un barco, o por lo menos lo más similar a esto. Se trata de una casa construida en 1938 y diseñada por Manuel Carrerá para vivir con su familia. En esa misma conversación donde cuenta con pasión del lugar en el que vive, también habla de diabetes y los retos que tiene el país para afrontarla con 2.5 millones de diabéticos en el territorio nacional.
Aunque suenen opuestos, son los dos temas que más le mueven a Joaquín Armenta, médico endocrinólogo nombrado desde la semana pasada como presidente de la Federación diabetológica colombiana.
Empecemos por la primera: la Medicina. Por dos años liderará la entidad que asocia a todos los médicos que tratan pacientes con diabetes, involucrando fundamentalmente a endocrinólogos, médicos internistas, con entrenamiento en diabetes y pie diabético.
En diabetes gestacional la ciudad es un modelo a nivel nacional con el programa Vida nueva, siendo área demostrativa, por lo que se replicará en toda la Región y en el Valle del Cauca. “La idea entonces es hacer una agenda común con la Federación y el Ministerio de Salud”, cuenta.
Armenta es el representante de la Federación Internacional de Diabetes, la organización mundial de la enfermedad más importante, la encargada de manejar las estadísticas y trazar políticas.
La otra agenda va dirigida a las universidades. Basándose en Barranquilla se harán actividades con la Universidad Metropolitana, Libre y Simón Bolívar.
“El objetivo fundamental son los pacientes diabéticos. Se trata de elaborar una serie de cursos, talleres y cartillas con educación diabetológica. Lo más importante no son los medicamentos sino el estilo de vida, eso es fundamental y necesario. Se debe aprender a comer diferente, conocer conceptos básicos de nutrición, la actividad física, entre otros”, explica.
Personajes
A nivel personal tiene un trabajo de la mano de sus hermanos. La idea es elaborar un héroe y un antihéroe como método de campaña educativa. Aún no tiene definidos los nombres, pero sí lo que hará cada uno.
El héroe luchará por el bienestar, mientras que el villano será un “gordito, barrigón y amante de la comida chatarra”, cuenta el también miembro de la Asociación colombiana de endocrinología.
Su idea principal es llevarlo a un cómic, serie y carteles que sirvan de motivación para los pacientes.
Cultura
De la segunda pasión también habla con el mismo ánimo. La cultura para él no es lejana de su carrera como médico.
“Desde niño siempre he estado interesado en el arte y la cultura. También dije que iba a ser médico”, recuerda.
Y no. No ve incompatibilidad entre ambas, es más, asegura que si “tuviera una escuela de Medicina, iría a buscarlos a las escuelas de artes y música. Necesitamos médicos sensibles y cultos”, afirma.
Dice con orgullo que pertenece a la primera promoción de médicos de la ciudad, recordando que incluso fue profesor antes de haber tenido el diploma en sus manos. “A esos primeros estudiantes nos interesaba mucho el arte, la literatura y la cultura”, rememora quien fue monitor de histología y fue docente de esa cátedra.
El galeno estudió en España su especialización en endocrinología, al regresar retomó sus actividades de docencia, lo cual resume en: “he sido profesor desde siempre”, lo que comparte en conferencias a nivel nacional e internacional.
“Lo cultural es un mundo muy importante para mí. Vivo en una casa que rescaté para Barranquilla, es un museo”, dice con la misma sonrisa con la que recibe el nuevo reto médico. Sus dos pasiones unidas.
