El Heraldo
Atrás quedaron los fusiles y las minas antipersona, ahora un grupo de excombatientes siembra plátanos en la Serranía del Perijá . Néstor de Ávila
Cesar

Farc, de la siembra de minas al cultivo de plátano en Perijá

Un grupo de 44 desmovilizados de la exguerrilla lidera un proyecto productivo en el norte del Cesar, tras dejar la guerra y las armas.  

Carlos Alberto García, quien en las filas de la extinta guerrilla Farc era conocido como Arnulfo, cambió su fusil por herramientas para trabajar el campo. “Ahora sembramos vida”, dice este excombatiente del frente 41 que hace parte de un proyecto productivo cultivando plátano en la Serranía del Perijá, el mismo territorio en el que se movió y vivió la confrontación armada durante los más de 26 años que estuvo en la organización rebelde.

Como él, otros 43 exguerrilleros conformaron la Asociación de Pequeños Ganaderos, que opera en las estribaciones de Perijá, entre los municipios de Manaure y La Paz, al norte del Cesar. Muchos de ellos pasaron de sembrar minas antipersonas, en el marco del conflicto, a cultivar la tierra para su sostenibilidad y generar ingresos para sus familias.

“Dimos un gran paso”, señala al reconocer que en la guerra usaron las minas como una estrategia militar. “No era porque queríamos, sino por casos de necesidad, digamos que a veces uno se veía en la obligación de ‘sembrarlas’ para detener al enemigo, pero todo eso se acabó, esto no es un salto solo para nosotros, sino para toda la sociedad”, manifiesta, mientras saca un racimo de plátano de la primera cosecha que están produciendo las dos primeras hectáreas del cultivo.

Según la Dirección para la Acción Integral Contra Minas Antipersonal – Descontamina Colombia–, tras un proceso de consolidación de cifras y verificación con las organizaciones y entidades del sector, se estableció que, oficialmente, desde 1990 hasta el 30 de noviembre de 2018 en Colombia se han presentado 11.652 víctimas por minas antipersonal, de estas 157 en el Cesar, de las cuales 78 son civiles y 79 de la fuerza pública, ocupando el puesto 17 entre los departamentos afectados por las mismas en este país.

Valledupar registra el mayor número de víctimas desde 1990 con 40 casos, seguida por Pelaya con 18 y Pailitas con 14; también han presentado afectaciones Pueblo Bello, La Jagua de Ibirico, Curumaní, Codazzi, Aguachica y Chiriguaná.

No obstante, tras la desmovilización de las Farc, el riesgo ha disminuido y ya se cuentan territorios libres de estos artefactos, como los municipios de Bosconia y El Copey. Sin embargo, no solo esta guerrilla usó estas armas no convencionales, prohibidas en la Convención de Otawa desde 1997, también el Eln, bandas criminales y paramilitares sembraron el terror en esta parte del país con los explosivos que se activan con solo pisarlos.

Carolina Vargas Cabrera, otra excombatiente de las Farc, vinculada al proceso productivo en Perijá, manifiesta que en la guerra tanto los paramilitares y la guerrilla usaron armas no convencionales como las minas. “Nosotros eliminamos esa práctica, y ahora estamos dedicados en cuerpo, alma y corazón al proceso de paz; nos estamos formando y sacando adelante nuestras propias iniciativas productivas, somos de origen campesino, y también en el conflicto trabajábamos la tierra, no todo era plomo, cultivábamos, criábamos animales, pero lo hacíamos empíricamente, ahora con apoyo del Sena nos estamos preparando”, dijo esta mujer quien durante años estuvo en las filas guerrilleras con el alias de Adriana.

Alias Aldemar, cuyo nombre de pila es Gilberto Giraldo, fue comandante del frente 41 de las Farc durante más de 40 años y reconoce que tras los acuerdos de La Habana, Colombia dio un paso gigante hacia la paz. “Tenemos la voluntad, atrás quedó la guerra y ahora estamos produciendo para la sociedad”, precisa.

Afirma que es tal el compromiso, que a pesar de que el Gobierno no les ha cumplido con la entrega de tierras, han recurrido al acercamiento con las comunidades en los espacios de normalización para acceder a predios que le han permitido desarrollar sus apuestas productivas, como el cultivo de plátano cerca al río Manaure, donde a través de un sistema de riego que obtuvieron por parte de la ONU han sorteado la fuerte sequía y sacar adelante la cosecha. “La idea es seguir ampliando, ahora tenemos dos hectáreas de cultivo de manera colectiva y 46 reses, pero la meta es seguir creciendo no solo para el autoabastecimiento, sino para ofrecer nuestros productos al comercio”, manifiesta Giraldo, con un tono de esperanza.

Afirma que en noviembre de 2016, cuando llegaron al espacio territorial para la normalización, en el Cesar, eran 160 excombatientes de los frentes 19 y 41 de las Farc. “Ahora somos casi 300, porque han llegado tíos, sobrinos, hijos, padres; la familia se creció y estamos trabajando para producir, pensando como movimiento político, dejando en el pasado una guerra de más de 50 años”.

Para Abel  Antonio Flórez, conocido como ‘Wilson’ en las Farc, quien indica que “hemos logrado amoldarnos al sistema civil, a la producción y el progreso del campo, estamos convencidos de que dejar las armas es un paso importante, así como lo es continuar con una política de desarrollo para todos. Cambiamos nuestros fusiles por la paz del país”.

 Hay voluntad de paz: ONU

 La jefa regional de la Misión de la ONU, Anna Pont, dice que el proyecto productivo en Perijá a cargo de 44 excombatientes de las Farc es una muestra de voluntad genuina de querer reintegrarse a la vida civil y contribuir con la paz.

“En Colombia hemos apoyado 37 iniciativas que están en marcha en este proceso de reincorporación, es un cambio positivo y queremos seguir respaldando el proceso. En el Cesar llevo más de dos años y no he escuchado a nadie que no quiera la paz”, indicó.

Al respecto, Andrés Stapper, director general de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ANR, dijo que “la asignación de recursos de cooperación internacional es de gran importancia para la implementación de proyectos en el territorio, además del trabajo articulado entre los aliados institucionales y las cooperativas consolidadas por las personas en proceso de reincorporación”.

Esta iniciativa es mucho más que un cultivo de plátano para los excombatientes de las Farc. “Estamos forjando nuestro futuro”, aseguró Carolina Vargas, alias Adriana.

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