Desde hace ya, muchos años, aprendí a “adorar en todo, la voluntad de Dios para conmigo” y esto es algo que me ha servido para descubrir en todo la mano de Dios y para encontrar en todo, su lado bueno. Y así es, lo encuentro en todo, menos en el odio; algo que va en contra del mandamiento de Cristo “Amaos los unos a los otros”, que considero lo más hermoso de nuestra religión y que debería convertirse en un mandamiento universal, si la clase religión fuera una obligación en todas las naciones. Considero que esto debería ser así; pero descubro el problema en el momento de escoger el profesor de la misma, quien, debería ser un conocedor de todas y un admirador de lo mejor de cada una de ellas y actualmente no existe universidad alguna, que forme para tal profesión.
Considero que la tendencia religiosa que detectamos en los humanos y su adherencia a una de ellas, está dentro de los designios divinos, como fuente de esperanza. No veo motivos para que existan discrepancias entre los adeptos a una u otra y con los años he llegado a darle razón a Marx, en su famosa frase: La religión es el opio del pueblo. Aunque sigo desconociendo el contexto en que la expresó, actualmente se la acepto, si con ella se refería a cualquier religión que pretendiera, impedir seguir pensando en Dios, creador y origen del universo:
Estamos llamados a ser los creadores de Dios y esto solo lo podemos hacer mediante la religión, que en ningún momento puede convertirse en enemiga de la ciencia y de la tecnología, también creaciones de Dios, por medio del hombre y que tal vez, un día nos den, mejores luces sobre el creador del universo.
Carlos A. Hernández García
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