He seguido con atención los flujos informativos y los diversos análisis en la prensa nacional e internacional sobre la derrota de Estados Unidos en la guerra de Afganistán. Me ha llamado la atención que un gran porcentaje de los análisis y los enfoques informativos se estructuran desde la perspectiva de la visión de los valores culturales occidentales del mundo cristiano. En la mayoría de los casos estructurados desde unas supuestas superioridades culturales de las civilizaciones del mundo occidental frente a las civilizaciones del mundo islámico de Oriente.
Un país con unas culturas milenarias conservadoras, estructuradas sobre las bases de complejos entramados tribales y de clanes, orgullosos de sus linajes y de sus valores identitarios de más de 3.000 años.
En un país donde los partidos políticos son estructurados basados en lazos identitarios tribales que configuran el pensamiento musulmán sunita del sufismo y el wahabismo de los mulah, ulemas e intelectuales. Los talibanes son síntesis de los sistemas de valores tradicionales de las tribus pashtun, las cuales tienen decenas de mosaicos de derivaciones difíciles de descifrar de entrada por una persona con una cultura occidental.
No se trata de hacer apología a sus fundamentalismos, a sus radicalismos y a sus métodos de guerra, sino poner en contexto su visión política con otros elementos más allá de las acostumbradas manipulaciones informativas de los medios de comunicación occidentales y los frecuentes calificativos de pueblos “bárbaros”, atrasados e incultos, porque no piensan ni actúan de acuerdo a nuestros valores occidentales de democracia.
Ahora la retirada de Estados Unidos fue un asunto negociado con los talibanes para proteger sus intereses estratégicos en Asia Central y de paso estructurar ciertas alianzas para obstaculizar los intereses estratégicos en la región del eje de Irán, Rusia y China.
Por eso es interesante conocer que los talibanes surgen de las escuelas coránicas (madrasas) de los muyahidines en Pakistán, financiadas por Estados Unidos y sus aliados: Arabia Saudita, Turquía, Israel y Pakistán para que lucharán contra la invasión soviética. Los muyahidines formaron parte de las fuerzas aliadas de Estados Unidos para luchar contra la ocupación soviética. Luego de su retirada y la desintegración de la Unión Soviética, los siguieron financiando y dándoles asistencia militar y de inteligencia a través de la CIA y el Pentágono para frenar las expansiones de los intereses estratégicos de Rusia e Irán en Asia Central y el Oriente Próximo.
Estados Unidos utilizó su alianza con los talibanes para bloquear las construcciones de oleoductos y gasoductos de Irán y Rusia en Asia Central. Su apuesta fue enfrentar a los grupos fundamentalistas sunnitas contra los chiitas de la órbita de Irán. Su política con los talibanes cambio a partir de 1997 cuando surgen las presiones de las asociaciones feministas estadounidenses en contra de las políticas de violaciones de los derechos de las mujeres afganas y los talibanes refugian en sus dominios a Osama Bin Laden, quién se había convertido en una prioridad militar para la política estadounidense.
Cuando los talibanes se opusieron a cooperar en las operaciones contra Bin Laden, fue cuando la Casa Blanca decidió declararle la guerra. Es decir, Estados Unidos no tiene amigos, sino aliados estratégicos mediáticos. Uno de sus mayores desaciertos fue armar un ejército y una fuerza de policía, cuya mayoría de sus miembros eran pashtunes de la misma tribu y clanes de los talibanes.
José E. Mosquera
@j15mosquera
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