Hace 71 años, una tarde del viernes 9 de abril de 1948, Barranquilla se conmocionó al llegarle la sorpresiva y triste noticia del asesinato en Bogotá del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán.
Debido a la gravedad del momento y las horas que avanzaban, todas las entidades industriales, comerciales, financieras, educación primaria, secundaria y universitaria, consideraron cerrar sus actividades debido a la alta tensión que comenzaba a vivirse con manifestaciones pacíficas y violentas que desembocaron en el asalto e incendio de muchos negocios, especialmente ferreterías para obtener un material bélico consistente en machetes y varillas.
Mi padre, que tenía un negocio de periódicos y revistas frente a la Catedral de San Nicolás, decidió sumarse al cierre y a las 5 de la tarde acudió a reunirse con nosotros en nuestra casa, situada apenas a cinco cuadras del sitio religioso.
Más o menos a las 7 de la noche, el cielo de Barranquilla mostraba un aspecto inusual, pues en vez de luna y estrellas, estaba completamente enrojecido con chispas que navegaban en el espacio. Era la Catedral de San Nicolás, atacada e incendiada por una turba anárquica. Aquí vivimos una noche de incertidumbre ante el temor de que una de esas chispas cayera sobre nuestra casa con techo de paja. Afortunadamente fue solo un susto. El sábado 10 de abril todavía se observaban vigas enrojecidas por las brazas y pedacitos de cobre derretidos en el suelo, y de algunos implementos como copas, campanas, etc.
Hoy, con motivo del incendio de la Catedral de Notre Dame en París, han venido a nuestros recuerdos las horas inolvidables que vivimos en torno a la experiencia afrontada en esa noche nefasta sufrida por nuestra Catedral de San Nicolás.
José Portaccio Fontalvo
joseportaccio@hotmail.com
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