El interminable vacío en que se ha convertido esta pandemia nos tiene a todos preguntándonos ¿cuándo volverá todo a la normalidad? ¿Cuándo podremos abrazar o besar sin necesidad de una máscara? ¿Terminará esto en algún momento? ¿Y cuándo recuperaremos nuestra vida normal? Aunque no tenga la respuesta a estos enigmas, he llegado con algunas reflexiones propias a causa de esta catástrofe mundial.
He considerado el último año como un cambio inesperado en lo que se había convertido en una vida rutinaria. Íbamos al colegio, volvíamos a casa, estudiábamos y disfrutábamos de los fines de semana. Así era nuestra vida. El día que anunciaron las clases virtuales, todos lo celebramos: “Dos semanas sin clases”, dijimos, y ahora, un año después, observamos aquellos lejanos recuerdos con nostalgia. Dejamos pasar los días, esperando que cesara este eterno castigo. He comprendido que la naturaleza humana está insatisfecha con todo, nada es suficiente. La ansiedad de vivir en el futuro no permite disfrutar del presente, presente que se convertirá en valiosos recuerdos, porque nuestro tiempo en este mundo físico es finito, y los recuerdos de aquellos que amas serán lo que más valoras.
Te planteo una pregunta, querido lector, ¿qué te impide ser feliz? Si estás vivo ahora mismo deberías estar feliz y agradecido. El estrés, la ansiedad, la depresión, puede que no sepa por lo que estás pasand, pero sólo sé una cosa, todo esto acabará. Si no eres feliz lo serás, si estás desmotivado, encontrarás un motivo. La felicidad no te encuentra, es algo que encuentras por tu cuenta, por ti mismo, y si solo esperamos a que venga a nosotros puede que solo esperemos toda nuestra vida desesperados y miserables.
Tomás Alvarado
Estudiante Colegio Británico
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