El Heraldo
Opinión

Cómo abordan a las víctimas

Gran alarma ha causado la información por las redes sociales sobre un caso de una víctima de la burundanga, en la cual la persona que da la información se identifica y describe la supuesta forma o modalidad de la administración, con “solo una relación de corta conversación con un desconocido en la calle, fue emburundangada, no la tocó, ni ingirió nada, es decir, inhaló la sustancia”. Aunque el caso no se ha confirmado, el impacto en la comunidad ha generado mucho pánico y ha suscitado interrogantes sobre “esta modalidad de los delincuentes de abordar a sus víctimas”. 

Esta modalidad como forma de administrar la “Burundanga” con alguna frecuencia es difundida a través de los medios de comunicación, informada por las víctimas y entre los procedimientos que han contado algunos pacientes que utilizan los delincuentes podemos señalar: 1. Que un desconocido en la calle le mostró un libro, una cartera, un pañuelo, unos  papeles u hojas volantes, etc. 2. Que iba en un taxi y sin tocar o tomar nada, el taxista sacudió algún objeto, franelas dentro del vehículo. 3. Que una persona aparentemente inofensiva se acercó en la calle con pretextos de caridad o fingiendo ser analfabeta para que lea una dirección. 4. Con los pretextos de que su cara o ropa están manchados, han aceptado pañuelos de un extraño para limpiársela. 5. Han aceptado demostraciones de productos (inhalación de perfumes) que se suelen vender en la calle o fuera de centros comerciales. 6. Han entablado conversaciones con extraños cuando han estado  haciendo cola en el banco, por citar un ejemplo. 

Gran parte de estas modalidades, que suceden en un recinto abierto como el referido por la señora, es poco probable que se dé la intoxicación, ya que para que el efecto tóxico suceda deben existir cantidades suficientes de la sustancia en la sangre y suficiente tiempo de contacto  en el lugar de acción  y para que esto ocurra con una sustancia inhalada como se supone ocurrió en este caso, se debe dar en un recinto cerrado, que es donde se puede alcanzar suficientes concentraciones para que haya la intoxicación. 

Aunque se puede suponer que en algunas de estas modalidades la sustancia inicial no sea la escopolamina sino otra que ponga en estado de confusión y desorientación a la víctima y luego le aplican la escopolamina, hemos tenido referencia del uso de los gases paralizantes. Lo cierto es que en un alto porcentaje no se puede establecer con exactitud cuál fue el vehículo utilizado para la aplicación del hipnótico.

Uno podría imaginarse que hábilmente el delincuente sitúa objetos frente a la víctima para que esta inhale el tóxico: por ejemplo, pueden mostrarle un libro, cartera o pañuelo que una vez abierto deje escapar el gas o spray en la cara. Aunque las formas o vehículos usados para la administración de estas sustancias, son muy diversos, debo señalar que los comprobados han sido: la dilución en bebidas alcohólicas, gaseosas, golosinas, café, jugos, chiclets, cigarrillos y aun inyecciones, utilizando al parecer agujas muy finas por lo poco visible del pinchazo que se ha observado en las víctimas. Dado que la escopolamina no tiene un sabor ni olor característico puede ser camuflada en cualquier tipo de alimento.

Agustín Guerrero Salcedo

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