El Heraldo
Opinión

Cartas de los lectores

ELECCIONES

La política del aval

En estos tiempos de travesura política es extraño encontrar a un candidato que encarne el aval de un partido al que supuestamente pretende representar, ya que, por el afán de participar, a como dé lugar del ejercicio electoral, se acomoda, de alguna manera, a las toldas de la colectividad política que le entrega dicho aval sin que sea necesario identificarse con su fundamento ideológico.

Si bien la intención de crear los avales fue la de fortalecer la democracia colombiana, el efecto ha sido negativo, toda vez que la política electoral no conjuga con la libre expresión ciudadana de votar espontáneamente y se ha convertido para muchos en la posibilidad de hacer negocio con su propia candidatura, con la burocracia, el presupuesto y los contratos oficiales, dejando de lado los principios y las directrices de una colectividad para saltar de partido en partido como brincar de una comparsa a otra en las caravanas carnavaleras. 

La trashumancia política de candidatos, se ha convertido en la expectativa de cada elección.

Se ha llegado a la conclusión de que los avales son la vergüenza del ejercicio político actual, son la expresión aberrante que ha sumido a la democracia en un mero producto que abastece el mercado de la corrupción y las malas costumbres políticas, en donde los partidos han transformado en franquicias los avales sin otro criterio que el número de votos que pueda traer tal o cual candidato, sin importar su trayectoria en el partido o una mínima lealtad partidista.      

De esta forma, parece que estamos dentro de una democracia que tampoco nos muestra un verdadero escenario que en lugar de beneficiar a una mayoría que se ilusiona con cada proceso electoral, favorece, por una parte, las argucias politiqueras, pero por otra, propicia la independencia de candidatos que se inscriben por firmas, que además de ser un ejercicio prelectoral, se apartan de la subordinación y la disciplina que ha de regir para cada partido. 

Roque Filomena

SELECCIÓN COLOMBIA

Los infortunios

Una vez que terminó el mundial de fútbol celebrado el año pasado en Rusia, escribí con el mismo título de encabezamiento de ésta columna, una nota en la que me refería al infortunio y a la poca fortuna que ha tenido nuestra Selección de fútbol en los Mundiales, que desde cuando hemos venido participando en esa competencia orbital, que en su orden han sido el primero en el Mundial de Chile en 1962, en el que el mayor logro fue el empate a 4 goles con Rusia y el gol olímpico conseguido por Marcos Coll, en el de Italia 90 logramos un empate a 1  gol con Alemania, en el de USA 1994 fuimos eliminados en la primera ronda y posteriormente sucedió la tragedia de Andres Escobar (quien acaba de cumplir 25 años de muerto), en Francia 1998 no hicimos un buen papel y solo hicimos 1 gol.

Recordemos los cuarto de final del encuentro con Brasil en el mundial que se realizó en ese país, en la que nuestra selección perdió 2  a 1 con ellos, partido en el que fue anulado el gol hecho por Mario Alberto Yepes, anulación que fue considerada por algunos analistas como injusta y cuestionada, en ese momento no existía el var y dio lugar a la frase viral “fue gol de  Yepes”.

Otro fatídico momento lo vivimos en el Mundial de Rusia, en el que con Inglaterra en una tanda de penales ese país nos ganó 4 a 3, Mateus Uribe y Carlos Bacca erraron los lanzamientos de penal que permitió que los ingleses avanzaran a los cuarto de finales. 

Hoy otro tanto tenemos que decir con respecto a la participación que hemos tenido en la Copa America, a la que llegamos en la condición de favoritos, el equipo despertó nuestra ilusión con el juego desplegado y por la calidad de los jugadores, sin embargo nuevamente la fatalidad estuvo a nuestro lado, terminando con las manos vacías, invictos, con tres victorias, un empate y sin goles en contra. William Tesillo frente a Chile erró el penalti que le dio la clasificación a ese país y la eliminación nuestra, y ahora como ha sido anteriormente nos hemos quedado con una sensación de frustración, de desaliento, sin entender qué es lo que nos pasa y siempre recurriendo a la frase popular “Nos faltó un centavo para el peso”. 

Valmiro De La Hoz Cantillo

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