Se llaman cebras y son líneas blancas que están dibujadas sobre el pavimento de las calles y vías del mundo entero, y su fin es que los peatones tengan un espacio seguro al cruzar las calles del mundo.
Los vehículos deben parar justo antes de las líneas. De no hacerlo, un agente de tránsito les puede cobrar una multa por no dejar el espacio libre para los peatones.
Esta norma es pasada por alto por conductores y peatones, que desconocen la verdadera función de la señal, no obstante, hay muchos transeúntes que prefieren caminar un poco más, pero cruzar la calle con seguridad. Esas personas, desde hoy, hacen parte del Club del Buen Ciudadano, porque ponen de su parte para que la ciudad funcione mejor.
Muchos esperan pacientemente el cambio de semáforo para cruzar la calle pasando por encima de las líneas, e incluso se quejan porque desearían que hubiera más cebras en la ciudad. Otros protestan porque los carros no las respetan y por eso no las pueden usar.
Sin embargo no todos los barranquilleros saben qué es una cebra, ni mucho menos para qué sirve, y peor aún, la Secretaría de Movilidad no les hace mantenimiento a las pocas cebras que existen en Barranquilla.
Estos pasos peatonales ocupan un espacio mínimo de un metro de largo, mientras que el ancho lo da la misma vía. Son señales cuya elaboración está en manos de la Secretaría de Movilidad, cosa que no cumplen y me atrevo a decir que más bien la Secretaría de Movilidad parece un banco por recaudar sumas altísimas de dinero y así como va esa entidad ya no habrá aspirantes a las alcaldías, más bien aspirarían a ser director de esa entidad por las altas sumas de dinero que recaudan y manejan.
Ya es hora de que hagan inversiones en las vías de la ciudad, pinten las cebras, coloquen más agentes de tránsito y no llenen tanto la ciudad con tantas cámaras electrónicas, que así como vamos tendremos que contratar a un copiloto para que nos indique dónde hay cámaras ‘atracaconductores’.
Atentamente,
Eduardo Miranda Celin