Dentro de las estrategias que las autoridades sanitarias vienen recomendando para evitar la infestación del mosquito y así prevenir el zika, está el regalar repelentes, cuyo uso se ha convertido en un factor indispensable para mantenerlos lo más alejados posible. Son compuestos químicos, naturales o sintéticos, que aplicados sobre la piel impiden que los insectos se fijen y evitan la picadura. La acción reside en la propagación de un aroma desagradable a los mosquitos que, sin matarlos, los mantiene alejados de los espacios o las zonas del cuerpo.
En el caso de los repelentes sintéticos convencionales tienen una eficacia comprobada, un tiempo de protección superior, sin embargo, el uso indiscriminado tiene un riesgo para la salud, ya que estos productos no tienen especificidad para los mosquitos, por lo tanto se comportan como venenosas contra toda especie animal, incluyendo al mismo hombre. A pesar de su baja a moderada toxicidad, para su utilización deben seguirse una serie de recomendaciones:
En cuanto a su utilización por parte de niños pequeños se recomienda consultar previamente al médico o a su pediatra para que sea este quien indique el tipo de repelente acorde con la edad del niño, la cantidad, la frecuencia, e incluso la forma del producto a utilizar, etc.
Su aplicación debe mantenerse alejada de los ojos, nariz y boca. No se deben usar en las manos de los niños, ya que es probable que se froten los ojos o se lleven los dedos a la boca. No deje que un niño se aplique el repelente él mismo. No lo deje nunca a su alcance, su ingesta puede ser perjudicial. No se debe usar en un niño recién nacido de menos de dos meses. No se les debe aplicar en la piel más de una vez en un período de 24 horas. Limpiar la piel del repelente después de que pase el riesgo de ser picado por un insecto. No aplicar en zonas cubiertas con ropa y mucho menos bajo el pañal, sino únicamente en zonas de piel expuesta. No aplicar sobre heridas o zonas irritadas de la piel.
Podemos concluir que, a pesar de todas estas medidas, la erradicación total del mosquito ha sido prácticamente imposible, y el control con los insecticidas son de mucho riesgo, por ello sería prudente que, además de promocionar productos químicos como los repelentes, aunque sean relativamente menos dañinos, hay que seguir haciendo énfasis sobre el conjunto de medidas culturales que controlen su proliferación.
Agustín Guerrero Salcedo