Los medios de información han dado cuenta de la muerte de una niña de 13 meses por intoxicación con ACPM, el cual, junto con el keroseno, en los últimos meses ha sido el producto más frecuentemente responsable de las intoxicaciones accidentales en los niños.
Ambos son productos de fácil consecución en el hogar, en donde tienen amplio uso, como desinfectante (para el piso), insecticidas (para matar hormigas, comejenes y piojos), para el alumbrado y dado el auge de las motos en donde además de combustibles son usados como disolvente mezclado con thinner, varsol, metanol, creolina, etc., que incrementa su toxicidad.
Aunque la intoxicación se puede producir por inhalación o contacto con la piel, los accidentes causados por estos productos en niños son, en general, consecuencia de su ingestión, y a pesar de tener un desagradable sabor
–lo que hace que los niños no ingieran grandes volúmenes– sí tienen un color atractivo y es aromático.
No tienen antídotos, y las medidas para eliminarlos como inducir vómito, lavado gástrico o dar leche están contraindicados ya que dan origen a la aspiración y pueden ir hacia las vías respiratorias o a los pulmones, y producir la neumonitis y otras lesiones graves que pueden producir la muerte. Por ello, ante sospecha o ingestión, lo mejor que pueda hacer es acudir al centro médico más cercano.
Una de las recomendaciones es: guardarlos en lugares seguros, altos, fuera de su alcance, en envases bien cerrados y rotulados, bajo llave. No depositarlos en envases de productos alimenticios, o los utilizados para agua, gaseosa u otras bebidas refrescantes. No guardarlos junto con los alimentos.
Agustín Guerrero Salcedo