El Heraldo
Un intenso trabajo adelantó el grupo Conservar en la restauración del retablo mayor de la Catedral de Cartagena. Cortesía
Bolívar

Una Semana Santa bien ‘pulida’

La conservación y restauración de bienes culturales busca asegurar su uso actual y respetar su significado histórico, artístico y social.

Las manos de los restauradores se mueven con destreza natural. La fecha en el calendario marca un conteo regresivo para la Semana Mayor. Los días pasan contrareloj, y todo debe estar listo para que Cartagena viva con fervor y ejemplo el periodo de entrega y reflexión más importante para el pueblo católico.

Las imágenes religiosas juegan un papel determinante, pues ellas encierran parte de esa retrospectiva y evocación a la vida, pasión y muerte de Jesús. Es la comunidad, en últimas la que establece esa relación directa entre la imagen y la fe. Esa es una relación que se da entre lo material (el bien) y lo inmaterial (la comunidad que recibe y le da sentido).

Para un grupo de restauración en Cartagena, está claro que el trabajo de conservar que se adelanta con las imágenes religiosas es muy importante, pues esto marca la relación del bien con su entorno, con la comunidad que finalmente es quien le da sentido y significado.

“Es por ello que la conservación debe entrar en diálogo con las personas, para investigar sobre la obra y responder todas los posibles interrogantes que surjan a partir de allí”, asegura Salim Osta, su director.

Este grupo viene trabajando desde el año 2000 para diferentes entidades de la Costa Caribe y ha adelantado importantes restauraciones en museos, iglesias, monumentos en espacio público y colecciones privadas.

Aseguran que la intervención de un bien de carácter patrimonial conlleva una gran responsabilidad. Y destaca que es de vital importancia, previo a la intervención como tal, conocer el bien a través del estudio de su materialidad, su trayectoria y procedencia.

“Del análisis de sus características estéticas, su historia, su técnica de elaboración, materiales constitutivos y su comportamiento, interacción con su entorno directo, los deterioros que presenta, las posibles intervenciones anteriores que estén afectando su lectura estética o su estabilidad, entre otros múltiples factores, se desprende una propuesta basada en unos criterios que buscan recuperar los valores históricos, estéticos y simbólicos, respetando el objeto, sus características y significado”, precisa Osta con todo la sapiencia y la destreza que van dando el transcurrir de 18 años de entrega a este oficio.

Para el hombre, las formas en que los restauradores contribuyen con la Semana Mayor, es respetando las imágenes, estudiándolas para no cambiarlas ni transformarlas durante el proceso de restauración.

“Desde la disciplina se recuperan las características de las obras para ponerlas en valor. Con su trabajo se recuperan valores estéticos, históricos y simbólicos, perdidos por el paso del tiempo, el deterioro de las obras y las intervenciones inadecuadas por parte de personas no capacitadas”, puntualiza.

Destacan que el grupo de conservar es un equipo interdisciplinario y está compuesto por restauradores de bienes muebles, especialistas en restauración arquitectónica y master en museología; una restauradora de bienes muebles con énfasis en gestión de colecciones de museos, dos maestros en bellas artes formados en restauración de pintura y escultura, tres técnicos formados en conservación de esculturas en espacio público, montaje de exposiciones y conservación preventiva de colecciones.

Además cuentan con una técnica con experiencia en manejo de yeso y dorado con hojilla; un historiador del arte especialista en arte religioso e iconografía; una historiadora con master en museología. Cuando se requiere el equipo se amplía con diseñadores, fotógrafos y otros profesionales que enriquecen el trabajo.

El maestro Salim Osta trabaja junto a Lorena Osta restaurando una imagen del busto de la Virgen.

Un respaldo en la Escuela Taller

La Escuela Taller Cartagena de Indias se ha convertido en un gran apoyo para este grupo de profesionales de la restauración. En 25 años esta institución ha transformado la vida de 5.795 jóvenes, en condición de vulnerabilidad procedentes de los estratos 1 y 2 de la ciudad, a través de la formación en oficios tradicionales relacionados con el patrimonio cultural y han encontrado en el oficio de la restauración la manera de ganarse la vida.

Empleando la metodología ‘Aprender haciendo’ los jóvenes participan en un proceso de formación técnico, 20 por ciento teórico y 80 por ciento práctico, bajo la tutoría de maestros y profesionales que les brindan adicionalmente apoyo psicosocial y cátedras de paz.

Entre los cursos ofertados se encuentra el taller de carpintería de obra, por el que en 25 años han pasado alrededor de 400 jóvenes. De esta forma en 2017 se abrió, por primera vez en Bocachica, el taller de Carpintería de Rivera con la participación de 16 jóvenes del corregimiento insular que continuarán su proceso formativo en el 2018.

Suleima García trabaja los detalles en un mobiliario.

El resultado de la superación

Franklin Díaz Ladeus tiene 42 años y es la prueba de la superación. La humildad y la nobleza marca su rostro. Se nota feliz con lo que hace pues asegura de esto ha logrado mantener su hogar desde hace más de 20 años. Reside en el barrio El Pozón, un sector marcado por las pandillas y la desesperanza donde como él dice, “el que espabila pierde”. Allí, en medio de las dificultades y las vicisitudes propias de un sector vulnerable ha levantado a su familia a fuerza de empuje y tesón.

Siente que el trabajo que realiza diario le ha permitido reflexionar sobre la presencia de un ser todopoderoso en sus vidas. Por eso cada vez que tiene en sus manos una herramienta para pulir y tallar la madera o la piedra lo hace pensando que puede dar lo mejor de sí para que los cartageneros puedan apreciar su trabajo y su labor.

Recuerda con orgullo que su trabajo lo ha adelantado con el grupo Conservar en La Catedral, en la colección Museo Histórico, la iglesia de San Pedro Claver y en la colección Ermita de la Popa. Así mismo, recuerda que su trabajo se ha visto reflejado en las imágenes de los santos de piedra que están al interior de la catedral, colaboró también con el trabajo en la Torre del Reloj Público donde puso todo su saber al servicio de la ciudad en lo que es conocido como la fachada del puente.

La restauración es la vida misma para Franklyn, quien desde muy pequeño soñó con esta herramienta con la que, según él, puede mantener vigentes las páginas de la historia para la humanidad. Piensa y reflexiona que su labor es supremamente importante y que su meta aún está por conquistar. Por eso todos los días que se levanta, asegura, talla su vida de una manera especial para que sea un ejemplo a seguir para sus hijos y en general para su familia.

Se destaca como maestro de la Escuela Superior de Bellas Artes y profesor de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Es visto como una persona que ha logrado superarse con la docencia y el trabajo de restauración que viene adelantando con el grupo. La expectativa siempre consume su vida frente a los nuevos desafíos que trae consigo el trabajo de la restauración.

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