El Heraldo
Bolívar

Turismo y la pesca mantienen a ‘flote’ a Santa Cruz del Islote

La isla artificial se ha convertido en un gran punto turístico en los últimos años  Sin embargo, los pobladores se ven afectados por la carencia de servicios básicos.

En medio del azaroso movimiento de las olas en el mar Caribe, emerge una aglomeración de casas apiñadas y coloridas que contrastan con los matices verdes y azules de las aguas alrededor.

Por los estrechos callejones se filtra la brisa marina que retoza en las terrazas, donde los lugareños suelen jugar dominó, hablar de la pesca, de los motores de las lanchas o socializar sobre cualquier novedad mundana.

Cuando las ciudades no pueden seguir creciendo hacia los lados, crecen hacia arriba; por lo menos, esa es una máxima que se aplica al pie de la letra en Santa Cruz del Islote, perteneciente a Cartagena, Bolívar, la isla artificial más densamente poblada del mundo con una superficie de 0.01 kilómetro cuadrado y poco más de 800 habitantes.

La isla está construida sobre coral, piedra y escombros que fueron utilizados para ganar terreno al mar y luego sirvieron como cimientos para levantar unas 170 casas en las que normalmente habitan entre tres y hasta cuatro generaciones de una misma familia.

Alrededor del conglomerado de viviendas permanecen sujetas las canoas de los lugareños dedicados a la pesca, pero también es común divisar lanchas y yates alquilados por turistas que llegan a diario atraídos por las cristalinas aguas y corales.

En Santa Cruz del Islote no hay carros ni motos, pero por unos $10 mil pesos colombianos Clarisa Barrisck Castillo puede ofrecerle un recorrido por la isla en la que además se incluye una visita al acuario donde temporalmente tienen tiburones, mantarrayas y peces  de todos los tamaños y colores.

“Durante la pandemia no se pudo trabajar el turismo, por lo que me dediqué netamente a las labores de la casa, en atender a mi hija y a mi esposo, pero ahora con la reactivación económica volví a mis labores de guía”, dice la joven mujer mientras le pide un ficho a media docena de turistas que llegan embadurnados  de bloqueador solar.

En temporada baja la presencia de turistas puede ser de 100 personas diarias; sin embargo, con la llegada de diciembre la cifra se quintuplicó.

Un lanchero puede cobrar el pasaje entre $25 mil y $50 mil pesos si el viaje se hace desde Cartagena, desde la cual tiene una duración de 60 a 120 minutos.

“Muchas veces las personas nos llaman con antelación y nosotros les organizamos el desplazamiento hasta acá o ellos mismos contratan las embarcaciones y vienen a conocer la isla”, agregó Clarisa.

Los pobladores se han organizado en pequeñas asociaciones que les permiten mantener el orden entre los turistas, pero también para garantizar la prestación del servicio de energía eléctrica, suministro de agua e incluso mediar entre los conflictos de convivencia, pues en la isla no hay policías.

“Al no tener policías ni fuerza pública constante, somos nosotros mismos quienes nos encargamos de mantener la convivencia y también de supervisar que no se pesquen especies en peligro de extinción”, explica el sexagenario consejero Juan Escorcia.

Para colmo de males, algunas especies como las tortugas de carey, el mero, y demás tiburones se encuentran en estado crítico de amenaza por lo que la asociación de pescadores supervisa los resultados de la faena de sus vecinos.

“Eso es un acuerdo al que hemos llegado con las directivas de Parques Naturales, pero además es un compromiso de la comunidad con los niños que son el futuro de la isla, porque precisamente estas especies son un atractivo para el turista, por eso las preservamos para que sea un turismo sostenible”, dice mientras junta las manos en forma de plegaria.

Si bien en la isla nunca falta el pescado para comer, es necesario traer alimentos como la yuca, el plátano, el ñame, y las carnes que se producen en las islas vecinas.

No todo es un paraíso

En Santa Cruz del Islote el 30 % de la población corresponde a menores de edad que acuden al único colegio de la población, aunque algunos lugareños envían a sus hijos a Cartagena.

Luz Elena de Hoyos es una lideresa encargada de administrar la alberca comunitaria. Explicó que el tema ambiental es uno de los puntos más graves en la isla.

“Necesitamos mayor colaboración en el tema del manejo de las basuras en la isla, aquí entre todos pagamos a un señor que se encarga de barrer la isla y de recoger las basuras, o de lo contrario terminan en el mar”, dice con preocupación.

Si bien la isla está rodeada del inmenso mar, es poca el agua potable con la que se cuenta para el consumo. Las heces fecales, en la mayoría de veces, son arrojadas al agua.

“En la isla de Santa Cruz ya quedan pocos árboles, en algunos sectores se pueden ver ejemplares de clemont y mangle zaragoza, pero la mayoría de la isla está urbanizada”, explica la lideresa.

Santa Cruz del Islote fue una de las primeras poblaciones de Bolívar en completar el esquema de vacunación contra el coronavirus; sin embargo, aseguran que a pesar de tener un puesto de salud no tienen un médico permanente, una situación bastante lamentable para ellos.

“Las personas que se enferman tienen que ser atendidas en su casa porque el médico llega durante dos días al mes y luego cada quien tiene que ver cómo hace. En algunos casos, cuando es muy grave, las personas se van en lancha hasta Tolú, que es el municipio más cercano, pero eso no debe ser así. Menos mal que durante la pandemia nadie murió de coronavirus ni se puso mal”, narra Luz Elena de Hoyos.

La isla cuenta con dos conjuntos de paneles solares que generan energía eléctrica durante algunas horas del día para las 170 casas de la isla.

“También tenemos una planta eléctrica que prendemos por la noche. Entre todos pagamos los gastos, mensualmente una vivienda paga entre $150 mil a $200 mil pesos la energía, un precio que sigue siendo alto para una comunidad que es turística, pero es prácticamente rural”, dice.

Llamado a las autoridades

Recientemente el defensor del Pueblo, Carlos Camargo Assis, visitó la isla y solicitó a las autoridades de Cartagena garantizar los servicios de salud y agua potable para los residentes.

“Los líderes de la comunidad me informaron que una de las necesidades más apremiantes es la atención en salud, pues ya no cuentan con la visita siete días al mes de un médico, sino de 2 días en ese lapso, y no hay presencia permanente de una enfermera en el puesto de salud. Por lo tanto, es urgente que la Alcaldía de Cartagena se comprometa con un plan de atención para esta comunidad”, aseguró.

La visita a Santa Cruz del Islote consistió en escuchar directamente a la comunidad y evidenciar las deficiencias en la prestación de los servicios públicos.

“Los líderes también informaron que el acceso al agua potable es complejo, pues tienen que traerla en botes y canoas o recogerla de las lluvias para almacenarlas en el tanque comunitario o en recipientes de las casas”, dijo.

Durante la visita del defensor del Pueblo se realizó una brigada de salud en la que se atendieron consultas básicas de los habitantes, odontología, desparasitación, nutrición y 250 paquetes odontológicos.

“La comunidad también advirtió retos en el manejo de los residuos sólidos. La basura es llevada a la isla vecina Tintipán y, cuando alcanzan a acumularse 600 bolsas, es transportada hasta Cartagena. Sin embargo, en el fondo de las aguas cristalinas se pueden apreciar los desperdicios, ocasionando problemas de contaminación ambiental”, indicó Camargo.

Adicionalmente la comunidad expuso problemas con la energía eléctrica.

Por medio de la gestión de la Presidencia de la República, en la isla se instaló la primera zona digital que brinda internet inalámbrico gratuito; también se hizo la entrega de tabletas electrónicas a los jóvenes para apoyar en su desarrollo educativo y se realizan jornadas de expedición de registro civil y cédulas de ciudadanía.

En el marco de la reactivación económica, el Gobierno nacional y el sector privado entregaron contribuciones de insumos y elementos para la pesca como caretas, snorkels, aletas, redes, mallas y anzuelos, para el desarrollo de actividades como la pesca y el turismo que mantienen a flote la economía de la isla.

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