El Heraldo
Imagen de la entrevista con Castro en Cartagena. Archivo EL HERALDO
Barranquilla

“A veces siento más deseos de libertad”: Fidel Castro

Entrevista realizada por nuestro exeditor general en 1995 y que reposa en los archivos de la Fundación Ernesto McCausland.

Transcurría 1995, Fidel se había escapado de su agenda oficial en Cartagena para visitar la casa de su amigo Gabriel García Márquez. Los astros se me alinearon. Castro venía de Bariloche (Argentina), de la 5° Cumbre Iberoamericana, donde habló con revolucionaria jactancia, quizá en el discurso más corto de su vida.

No se le había aparecido un ángel y era entusiasta promotor de la causa de los países no alineados, para cuya cumbre estaba en Cartagena. Estados Unidos, entretanto, lo apretaba más que nunca.

La ley Helms-Burton estaba en plena gestación y el bloqueo a Cuba se endurecía ostensiblemente.

De Cartagena, Castro viajaría precisamente a Nueva York, a la Asamblea de la ONU. En el fragor de aquellos tiempos, con 69 años, Castro lucía rejuvenecido.

P.

Ha sido un octubre muy bueno para usted, dos grandes apoyos como Bariloche y aquí en Cartagena. ¿Usted lo siente así?

R.

Pienso que sí. Mientras tanto, allá se discute la ley Helms en el Congreso, y tiene sus altibajos. Pero no sabemos todavía en qué termina.

P.

¿Qué tan importante es esto para usted?

R.

Bueno, figúrate, si tú tienes 100 toneladas sobre la cabeza y te ponen 500 más, alguna importancia tiene. Lo que quieren ellos es poner todavía más toneladas sobre la cabeza de la economía de nuestro país y sobre el país.

P.

¿Está contento de que le hayan dado la visa para Estados Unidos?

R.

Es un deber elemental; estoy contento de que Estados Unidos comprenda sus elementales deberes porque algunos de los que están ahí, de esa gente recalcitrante, extremistas radicales de derecha, no querían ni que nos dieran la visa. Calcula tú, han tenido que dar una explicación de por qué dan la visa y es que dicen que nunca se la han negado a nadie. A nadie de los presidentes que forman parte de las Naciones Unidas. Es un deber elemental del país sede darle la visa a los visitantes.

P.

Comandante, ¿le hubiera gustado que a esta visa se le acompañara con una invitación a las recepciones y a los actos sociales, o eso no le importa?

R.

No, si tengo invitaciones por millones; no sé cómo me las voy a arreglar estando allí. Instituciones prestigiosas, personalidades destacadas, gente eminente de todos los sectores. Nuestro problema no es la falta de invitaciones, nuestro problema es la cantidad de invitaciones que tenemos porque no podemos cumplir.

P.

Un amigo suyo me comentaba que ya nadie le pregunta cuándo hay elecciones, hasta cuándo va a estar en el poder, nada de eso. Que ahora está como en una luna de miel...

R.

Es como si alguien se empezara a preguntar si el mundo existe o no. Y el que tú hagas esas preguntas demuestra que tienes que dar una vueltecita por Cuba para ver cómo son las cosas por allí. Estos son mitos, mucho más real es la novela de Gabriel.

P.

La nueva novela de Gabo, ¿ya la leyó?

R.

La del secuestro, no. Pero tengo la esperanza de verla muy pronto. Quizás por el camino.

P.

¿Qué piensa hacer en Estados Unidos además de toda la parte oficial, hay algo que le gustaría hacer, reunirse con alguien?

R.

Tengo tantos amigos y vamos a ver a muchos de ellos en distintas ocasiones. Pero, claro, no quiero ser indiscreto, ni anunciar programas. No puedo ayudar a los que quieren sabotear la visita. Por eso no te puedo decir que es secreto todo. Un secreto tan grande como que pienso viajar a las Naciones Unidas.

P.

Su amistad con Gabo es cada vez más fuerte, ¿en qué se fundamenta?

R.

Cada vez está más fuerte, como debe ser y así ha sido desde siempre. Somos dos tipos especiales, dos aventureros y gente capaz de sentir afecto, de ser leal. Eso es muy importante.

P.

¿Está cansado, comandante?

R.

¿De qué?

P.

De la vida...

R.

Nadie se cansa de la vida, todo el mundo quiere prolongarla eternamente. Todo lo más que uno puede hacer es resignarse a la vida y a la realidad de la vida. A veces siento más deseo de libertad, pero me adapto a esta vida.

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