El Heraldo
Integrantes de la papayera Swing se rebuscan algunos pesos en las calles del norte de la ciudad. César Bolívar - John Robledo
Barranquilla

“Salir es duro, pero lo hacemos porque no tenemos de otra”

La economía de las papayeras que recorren la ciudad se ha visto comprometida en tiempos del coronavirus. Aseguran que a veces no tienen con qué comer.

Cuando las ampollas de sangre surgen más de lo normal en unos pies desgastados por largas caminatas y el cuerpo de uno que otro desfallece por la crudeza de esos andares es porque la brega en la calle está dura.

Más dura que de costumbre, pero como ellos dejan claro, esta vida que afrontan, con malos ratos a bordo y días prósperos, es el único camino claro que tienen para comer —aunque la mayoría de veces sea lo mismo— y para subsistir y ayudar a sus familias con las ganancias que deja el día a día. Sus historias son ampliamente conocidas pues hace un par de años que Barranquilla, sobre todo en el norte, se ha acostumbrado a escuchar los pegajosos ritmos de fandango o porro que ellos, con unos desgastados instrumentos, producen.

El negocio ha sido “bueno” y, en algunos casos, les ha dado la oportunidad a estas papayeras de alquilar vehículos de transporte, conseguir eventos privados y hasta uniformes para los integrantes de sus agrupaciones, pero, como les ha tocado desde su llegada al país, hoy tienen un nuevo y mayúsculo reto: rebuscarse la vida en medio de una pandemia.

Ya se han sobrepuesto a diferentes retos y obstáculos. Ya vencieron los malos tratos de uno que otro vecino, la tirada de huevos desde algún balcón, el superar uno que otro día sin comer y el trabajar en la calle con todas las dificultades que eso significa.

 Ya saben manejar —un poco mejor— el calor y el frío. La soledad y la tristeza. Ya tienen claro, a veces por un lamentable hecho, que hay barrios a los que es mejor no meterse. Pero a pesar del cuero que produce en ellos todo lo anterior, hay algo para lo que, como todos, no estaban preparados para vivir.

“Esto ha sido durísimo, pana. De un momento a otro las calles solas y nosotros los únicos por ahí que andábamos con nuestro trabajo. Imagínate eso (risas). Esto puso las cosas complicadas para todo y obviamente la gente no nos colabora como antes, pero nos toca seguir porque no hay de otra”, manifestó un integrante de la papayera Swing.

Interpretar desde añejas canciones hasta el reguetón de moda ya no deja tantas ganancias en épocas en las que el nuevo coronavirus ha tenido a la mayor parte de la población confinada en sus casas y con los bolsillos apretados. El famoso y mortal virus actual ha golpeado despiadadamente, pero ellos no pueden “darse el lujo” de lamentarse por la situación o quedarse varios días sin salir a rebuscarse lo suyo.

“Hay días en que uno se levanta sin ganas de trabajar o con malestar y prefiere uno no salir. Uno obviamente tiene sus días malos, pero es lo que hay. Gracias a Dios la gente nos ayudó al principio con comida más que todo. En las casas nos regalaban tapabocas y guantes y eso fue una ayuda grandísima porque el Gobierno no se nos ha acercado para nada, pero lo bueno es que el pueblo barranquillero ha sido de una ayuda infinita. ¿Cómo me voy a quedar encerrado si después no tengo para comer?”, contó Leandro José, un hombre que conoció sus dotes en la música gracias a unos programas de arte y música que en su momento ofreció Venezuela.

“Uno tiene claro que tiene que seguir sin importar lo malo que estén las cosas. Es que no tenemos de otra. Nadie nos va a ayudar, sino nosotros. Uno sueña con conseguir algo mejor, pero mientras eso pasa uno se alegra por ver a los demás felices cuando llega tocando uno a sus casas. Los niños se divierten mucho”, agregó.

 

Cuentas

Rumba Costera es uno de los grupos que recorren el norte de Barranquilla llevando su música para conseguir el sustento de sus familias.

Las cuentas están claras para las distintas papayeras de la ciudad. El dinero recaudado en el día se reparte en partes iguales entre todos los integrantes de la agrupación, que casi siempre viven alquilados en casas con un valor cercano a 400 mil pesos colombianos.

En un día bueno, según explican, cada integrante puede ganarse hasta 60 mil pesos, pero eso no es algo que suceda muy a menudo y a veces se han tenido que conformar con poco menos 10 mil pesos. Pero antes de repartirse el botín tras interpretar su mejor repertorio musical, hay algo antes que deben pagar religiosamente: el transporte.

“Nosotros tenemos una van que nos cobra 40 mil pesos diarios para llevarnos al norte y devolvernos hasta dónde vivimos (por la Escuela de Policía). Eso es lo primero que debemos hacer, pero a veces no tenemos ni para pagar el carro y le tenemos que decir al chofer que nos haga el favor de esperarnos hasta el día siguiente.

Desde que estamos en estas nos la hemos rebuscado para sobrevivir. Gracias a Dios hemos contado con gente que nos ha dado la mano. Hemos tenido eventos privados con buena paga y esas cosas. En carnaval trabajamos en la Vía 40 y todo, pero ahora todo se ha puesto más difícil”, dijo Luis Molina, un integrante de la papayera Swing. “Cuando no tenemos mucho dinero comemos arroz chino.

Ya nos conocen y todo, pero es que es nuestra forma de poder sobrevivir (risas)”, agregaron durante la conversación. La delicada situación económica, social y de salud pública que embarga a la ciudad debido a la pandemia del nuevo coronavirus ha hecho que estas papayeras respeten el “espacio” del otro cuando por casualidad se encuentran en algunas de las calles del norte de la ciudad.

Aseguran conocerse casi todos desde Venezuela y consideran que lo más justo es no invadir el terreno de otro colega cuando están en pleno toque. “Cuando vamos y de pronto nos encontramos a otro grupo nosotros sencillamente no tocamos o pasamos de largo.

A veces también esperamos que ellos terminen de tocar porque hay que respetarlos. La idea es que todos podamos hacer nuestro trabajo sin problemas. Entendemos que la situación está maluca y no nos vamos a poner a pelear entre nosotros sabiendo que nos conocemos todos desde Maracay y aquí todos nos estamos ganando el pan.

Esto es de lunes a lunes sin descanso, aunque a veces cuando a alguno le sale una labor en construcción o algo nos avisamos para ver si nos ganamos otros pesos”, contó Jesús Martínez mientras su papayera tocaba por los alrededores del centro comercial Villa Country.

“Ojalá uno pudiera conseguir otro trabajo porque a veces uno se cansa de esto. Se cansa uno de que de pronto no pueda tener las cosas que uno necesita. Uno en la casa tiene lo básico, no tenemos tv cable, ni internet ni esas cosas. Uno lo que más quiere es tocarle el corazón a alguien y que le abra las puertas a uno para conseguir otra cosa”, dijo un integrante de la papayera Mix.

Medidas sanitarias

Mix suma cerca de 4 años en la ciudad.

La pandemia del nuevo coronavirus los hace vivir con miedo a algunos de los integrantes de las casi 20 papayeras que hay en la ciudad. Durante sus conciertos callejeros lucen tapabocas, guantes y portan frascos de alcohol para cada tanto desinfectarse, pero reconocen que su trabajo diario, en el cual están ampliamente expuestos al visitar diferentes barrios y hacer contacto con varias personas, es una situación que los hace pensar en los peores panoramas.

“Uno aquí no tiene salud y si se enferma estoy seguro que van a preferir tratar a un colombiano que a un venezolano en una clínica. Uno trabaja aquí, pero la verdad es que todos soñamos con devolvernos un día a nuestro país”, indicó un percusionista durante una conversación con los periodistas de esta casa editorial.

Por otro lado, el rebusque diario de estas agrupaciones musicales se ha visto varias veces imposibilitado debido a los controles de la Policía Nacional, que en el norte de la ciudad muchas veces les han ordenado acabar con sus faenas.

“La Policía nos ha molestado en par de ocasiones y nos dijeron que nos fueramos para la casa. A algunos compañeros les pusieron comparendos. Esas son las reglas y hay que darle a pesar de todo”, concluyó Luis Molina, integrante de la papayera Swing.

Facebook
Twitter
Messenger
Whatsapp
Convierta a El Heraldo en su fuente de noticias
X
COMO REPORTAR A WASAPEA
1. Agrega a tu celular el número de Wasapea a EL HERALDO: +57 310 438 3838
2. Envía tus reportes, denuncias y opiniones a través de textos, fotografías y videos. Recuerda grabar y fotografiar los hechos horizontalmente.
3. EL HERALDO se encargará de hacer seguimiento a la información para luego publicarla en nuestros sitio web.
4. Recuerda que puedes enviarnos un video selfie relatándonos la situación.