Barranquilla

Polarizado urbano, un arte que no pierde color

EL HERALDO conoció de cerca la labor que realizan dos artistas callejeros, cuyos dibujos cubren a diario los vidrios de los buses y de las busetas de transporte público.

Su mente diseña arte urbano. El lápiz y el exacto son sus más fieles compañeros, indispensables para desplegar destellos de talento con las manos. Para producir manualidades únicas que se exhiben a diario en los vidrios de buses y busetas de servicio público del Atlántico.

Su apariencia: delgado, de mirada achinada y avanzada alopecia, lo hace pasar desapercibido. Incluso, muchas personas desconfían de la capacidad que tiene, hasta el punto que lo retan para ver qué dibujo puede hacer. Otros se burlan del bolso morado, algo desgastado, donde carga rollos y retazos de colores en papel vinilo. 

“La gente me grita que llevo puros papeles ripiados, pero no saben lo que uno crea con ellos”, expresa Roberto José Orellano Carval, dibujante de paisajes, figuras religiosas, animales, mensajes familiares y de famosos que no pierden color y siguen vigentes en el transporte masivo. 

Su talento es innato. Relata que desde muy joven empezó a demostrar destrezas para los dibujos, situación que lo llevó a pintar picós durante un tiempo. Sin embargo, su camino estaba destinado a engalanar los buses con estas obras urbanas. Se encuentran sumergidas en variedades de colores y cada día son apreciadas por pasajeros y transeúntes.

Orellano es de los pocos dibujantes de polarizados urbanos que sigue descrestando con su brillantez a los conductores de buses. Lo prefieren para decorar sus vidrios, pese a los avances tecnológicos de impresoras digitales que compiten con estos artistas callejeros.

 

‘Roc’ pega el rostro Jesús en un carro. Jesús Rico

Desparpajo brillante

Con su mano derecha agarra un lápiz negro. Lo espera un papel vinilo del mismo color. En su mente está el rostro de Jesucristo, ese mismo que está pegado con una impresión en la ventana de la entrada de su casa, ubicada en el municipio de Galapa. 

Ante la espera, confiesa que eligió este dibujo porque es de las inspiraciones que más le han pedido desde que empezó a dibujar polarizados, hace 32 años. 

Mientras dibuja relata que ‘Roc’ es su alias artístico. Lo creó de las iniciales de su primer nombre y de sus dos apellidos. Afirma que es conocido así en Barranquilla y en Galapa. 

Sus dedos ahora despliegan desparpajo y una gran experiencia. Se mueven con rapidez y precisión. El ambiente en la terraza de su casa es armonizado con el canto de dos pájaros toches y un papayero. Un cotorro también se une a la ‘serenata’ de manera esporádica. 

Varios niños se acercan a su casa, a simple vista parece cautivarlos con su trabajo. Entonces cuenta que estudió ocho semestres de Arquitectura en la Universidad del Atlántico, pero lastimosamente no terminó por el dolor que le causó la muerte de su padre. 

“No regresé más a la universidad. El impacto fue muy duro y me dediqué de lleno a hacer dibujos en los polarizados de los buses”, afirma mientras se dispone a usar el exacto. 

Con la cuchilla del instrumento comienza a recortar el rostro en el dibujo, explicando que en un “mal día” podría estar ganando $40.000; y una buena jornada le puede dejar $150.000, dependiendo de la imagen y el tamaño. 

Las obras

Los cortes de colores de papel vinilo empiezan a aparecer en la mesa rectangular de madera, regada con pintura vieja. De a poco va pegando cada uno en el rostro del dibujo. Le da color. 

Mientras tanto, recuerda que su primer dibujo lo hizo en 1987 a un conductor de bus en Malambo. Quería pintar un león en el vidrio de atrás de su vehículo para darle una representación de poder a su mamá.

“El dibujo se llamó Doña Sixta, me dijo que su mamá era una leona por su personalidad y carácter. Cuando terminé quedó encantado y además de los $40.000 que me pagó, me dio una propina de $10.000”, comentó el padre de seis hijos, fruto de tres relaciones. 

 

Dibujo de un polarizado a mano en una buseta de Galapa.

El rostro del Cristo comienza a tomar más forma con los papeles vinilos naranja y piel, que le va pegando ‘Roc’. Los ojos ya son ‘esmeraldas’, los labios rojos, solo faltan los recortes necesarios con el exacto. “Antes uno hacía las siluetas en el mismo vidrio del vehículo, ahora lo podemos hacer en la casa y luego pegarlos”, argumenta. 

Minutos antes de empezar con los detalles faciales, Orellana evoca que su trabajo más difícil lo realizó a un conductor de un bus municipal de Baranoa, en el que tuvo que representar el género musical bachata. 

“Me tocó dibujar un mar en el que flotaban varios instrumentos musicales. Duré varios días haciéndolo. Esa fue la obra que más me marcó”, asegura el hombre de 59 años. 

Competencia digital. Completado su dibujo con el rostro de Jesucristo, ‘Roc’ admite que los dibujantes se han visto un poco atacados por la competencia de impresiones digitales, realizadas con las maquinas plotters. 

Afirmó que esto ha causado que muchas personas no aprecien el dibujo manual y busquen más economía con obras impresas, que regularmente son cobradas a la mitad de sus precios.

Sin embargo, Orellana manifiesta que el dibujo a pulso permite apreciar mejor este tipo de arte urbano. Explica que con las manos puede generar “mayor creatividad y lucidez a la imagen”. 

“El computador te da todo exacto, pero te limita en cuanto a improvisación porque no vas a conseguir el brillo que te brinda un dibujo a mano. Además, el papel impreso pierde el color más rápido por el sol, a diferencia del vinilo”, agrega. 

 

Ángel Guardiola dibuja un rosario en vinilo negro.

Misma línea

Ángel Guardiola De Alba, artista del transporte urbano desde hace 26 años, afirma que las impresoras no son el único inconveniente que enfrentan los de su gremio. Expresa que la Policía ha influido en la reducción de trabajos manuales. “Las autoridades dicen que los polarizados están prohibidos y los quitan. Los únicos buses que los mantienen son los municipales porque todavía nos piden dibujos”, dice. 

No obstante, señala que los polarizados urbanos no han perdido vigencia “porque a muchos conductores les parecen mejores”. 

“La obra hecha a mano es más bonita. La mente humana es más creativa e innovadora que un computador”, explica el dibujante nacido en Santo Tomás, Atlántico. 

Para comprobar lo anterior, Guardiola recuerda uno de los dibujos más difíciles que realizó. Fue hace 17 años cuando el dueño de tres buses urbanos de la ciudad le pidió que le retrataran la escena de la última cena de Jesucristo.

Duró cinco días realizando dos dibujos completos de la escena con todos los detalles posibles. “Al tercer bus, le dije que cambiáramos el dibujo porque era muy difícil y requería demasiado tiempo”, recuerda entre risas el hombre de 50 años. 

El artista callejero asegura que, mientras tenga manos, seguirá dibujando los polarizados urbanos en los vehículos. Un oficio que cree difícilmente morirá porque ya son más famosos que los mismos nombres de las empresas de buses. 

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