Mayor seguridad, anhelo desde las cinco localidades
Jóvenes de las cinco localidades cuentan lo que consideran se debe mejorar a futuro. Figuras connotadas y usuarios en redes afirman con qué se comprometen en este cumpleaños urbano.
Algunos valoran el devenir de Barranquilla por los proyectos de infraestructura realizados, perciben un crecimiento urbanístico constante o están satisfechos con la oferta recreativa de la ciudad. Fueron los sentires de cinco ciudadanos consultados por EL HERALDO en las cinco localidades de Barranquilla (Suroccidente, Suroriente, Metropolitana, Norte Centro-Histórico y Riomar). Dieron a conocer la forma cómo ven a la capital de Atlántico y opinaron sobre los aspectos a mejorar. El común denominador entre ellos fue la inseguridad que perciben a diario.
La recuperación de parques, la reparación de vías y el Carnaval de la ciudad fueron algunos de los tópicos que destacaron desde su análisis ciudadano.
A sus 32 años Ana Cecilia Lance Angulo ha vivido lo suficiente en el barrio El Bosque, de la localidad Suroccidente de Barranquilla, para conocer la principal consecuencia de la inseguridad: vivir con miedo. A pesar de ello, manifiesta que ha salido adelante gracias al apoyo de su familia y la comunidad.
“Barranquilla es una ciudad muy bonita, pero ahora mismo hay mucha inseguridad, es de contrastes, pero la queremos. Por un lado estamos progresando con las calles, pero por el otro la inseguridad viene atropellando al ciudadano”, afirma la mujer en las afueras de la cárcel de El Bosque, donde los grafitis de jóvenes residentes le han dado color a un sector que en ocasiones se ve afectado por la delincuencia y las riñas entre pandillas. Ana Cecilia es estilista y vendedora de minutos. A diario ve a niños y jóvenes del sector desde el reflejo del espejo de la peluquería. A veces esto le permite escuchar las esperanzas de cambio de algunos y las frustraciones de otros. A través de este espacio agradece la gestión que ha realizado la Administración por la mejora del parque de la carrera 8 con calle 76, a pocos metros del centro penitenciario.
Cristian Camilo Ríos Henao es ingeniero de sistemas, graduado de la Universidad de la Costa, y fotógrafo por hobby. Trabaja en la Cámara de Comercio de Barranquilla y opina que la ciudad viene en un auge urbanístico que prevé mejoras e inversión, si es bien manejado.
“Barranquilla es una ciudad que creo completa unos 12 años en crecimiento constante, sólido. Una ciudad que se convierte en un atractivo por su desarrollo económico”, expresa en las bancas de la Plaza de la Aduana, Norte Centro Histórico de la ciudad.
Sin embargo, advierte que este mismo aspecto se convierte en un obstáculo cuando no hay proyecciones que respondan a la calidad de vida del ciudadano.
“Yo pido que haya un crecimiento organizado, buenas proyecciones desde su infraestructura para que no haya más caos vehicular, por ejemplo”, enfatiza.
El tema de la inseguridad también le preocupa, pero considera que el de la movilidad requiere prontas mejoras. Cree que uno de los sectores más afectados en el tema del flujo vehicular es Villa Campestre.
Para Orlando Navarro Vásquez, contador público de 26 años, ad portas de terminar una especialización en Gerencia de Mercadeo, “las obras que la Alcaldía ha realizado con apoyo de la Gobernación se ven y son de utilidad para el ciudadano”. Considera que los proyectos de cara al Río Magdalena, la apertura de las calles y los parques recuperados son las principales banderas de la Administración.
“La ciudad ha tenido un crecimiento bastante exponencial, tanto urbanístico como de infraestructura, pero debe mejorar el tema de la seguridad, la fuerza policiva no lo es todo”, manifiesta Orlando en las afueras del Centro de Convenciones Puerta de Oro, ubicado en la vía 40 con calle 79, en la localidad Riomar y contiguo a barrios como Siape y San Salvador. Pertenece a la parroquia de La Inmaculada Concepción y con un grupo de compañeros llegó ayer al Centro de Convenciones para entregar las donaciones que la comunidad recopiló para los damnificados de la avalancha provocada por el desbordamiento de tres ríos en Mocoa (Putumayo).
Yuribeth Villalobos avista la bandera de Barranquilla ondearse en la rotonda de la calle 17 del barrio Simón Bolívar, localidad Suroriente de la ciudad. Entonces expresa que la capital del Atlántico es una ciudad “acogedora” con una sonrisa que infla sus mejillas. Desde hace más de tres años reside en Barranquilla por “cuestiones de estudio” y mejores oportunidades laborales.
“La ciudad le veo muy bonita, con mucha gente humilde y con muchos proyectos para el beneficio de sus habitantes” afirma la joven, tras intercambiar miradas cómplices con su madre, que la espera. Estudia Gestión Empresarial en el Sena y practica fútbol. Dice que lo que más le gusta de la ciudad es su Carnaval, el atractivo turístico que este genera, además del ambiente coloquial que se vive en las calles. Pide en este cumpleaños que las autoridades mejoren dos aspectos: la movilidad y la inseguridad que percibe cada día.
“Creo se está haciendo un buen trabajo con la Policía últimamente, pero aún no me siento segura”, aclara la joven de 21 años.
Jorge Gutiérrez espera bajo la sombra de un árbol, en las afueras del Estadio Metropolitano Roberto Meléndez, en el barrio Ciudadela 20 de julio, localidad Metropolitana de Barranquilla.
Ve pasar los vehículos sobre la calle 45 (Murillo) y advierte que la ciudad avanza “rápido”, pero que “en una fecha como la de mañana (hoy) de pronto debe mirar el camino recorrido para corregir el paso”. “Parece que cada día crece más, tanto en obras residenciales como en infraestrutura de centros hospitalarios. Cada día mejora con la recuperación de parques”, dice Jorge, asesor comercial de una empresa de telefonía móvil. Expresa que el tema de la inseguridad es relevante para cualquier ciudad. “Es el tema que más escucho todos los días. Lo de las pandillas en los barrios estos años ha adquirido más trascendencia, ¿por qué?”, se cuestiona. Afirma que en su infancia jugó en las divisiones menores del fútbol barranquillero y que muchos jóvenes que están perdidos en la violencia deben ser encarrilados por las autoridades a tráves del deporte.
