El Heraldo
Menfy Méndez Mejía junto a sus padres (fallecidos) y sus dos hermanas, en una fotografía del álbum familiar. Cortesía Menfy Méndez.
Barranquilla

Las huellas de la covid-19: historias que no parecen reales, pero lo son

Dos casos en los que los protagonistas coinciden en que hace falta un mejor manejo en el tema de la salud mental  Un experto explica los tipos de duelo y cómo se debe manejarlos. 

Los recuerdos todavía están intactos. Y es que apenas han pasado  nueve meses desde que partieron hacia el oriente eterno Carlos y Elsy, sus padres, sus dos tesoros, por culpa de la covid-19. Pero a esa lista de dolor, también por la misma enfermedad, hay que incluirle la desaparición de este mundo de la abuela Patricia Álvarez y la tía Patricia Méndez Álvarez, otros dos miembros cercanos de la familia.

Esa es la dura y difícil realidad de la periodista barranquillera Menfy Méndez Mejía, quien el año anterior, mientras sorteaba la noticia en la calle, incluso registrando eventos del mismo covid-19 y unas protestas salidas de contexto, tuvo que enfrentar la pérdida de su entorno más cercano.

Méndez Mejía, comunicadora social y periodista egresada de la Universidad Autónoma del Caribe, con experiencia en prensa y en el sector público, expresó que hoy vive aferrada a la espiritualidad y a la escritura para no desfallecer y seguir aportándole a la sociedad a través de su profesión.

Con EL HERALDO habló sobre su proceso de duelo y su historia, la cual no ha podido superar y, según afirmó, nunca la va a dejar a un lado. Por lo menos, por ahora no.

El primero en irse fue su papá, Carlos Méndez. El 21 de mayo, internado en clínica, no resistió los embates de la enfermedad. Luego, diez días después, es decir el 31 del mismo mes, falleció Elsy Mejía, su mamá. Entonces, mientras ella y sus hermanas preparaban el sepelio de doña Elsy, vino la noticia del fallecimiento de la abuela Patricia. Y en junio, a escasos 20 días, conocieron de la muerte de la hermana menor de don Carlos, también llamada Patricia.

“Dios ha estado con nosotros en este proceso tan duro. Los primeros meses, después del fallecimiento de mi padre, mi madre, mi abuela y mi tía, debí seguir trabajando. Solo estuve por fuera unos 15 días máximo. Tener que seguir fue lo más complicado, obviamente yo lloraba en el lugar de trabajo. Para concentrarme en mis labores era muy difícil. Es como una carga, como un morral pesado que lleva uno en la espalda. Fue una etapa muy difícil tener que seguir, pues la única salida que me quedaba era renunciar para seguir llorando. En el momento de los hechos, yo trabajaba en dos partes”, narró la periodista de 36 años.

Así mismo, agregó: “El año anterior fue bastante difícil, en algo que recuerdo es que me tocó cubrir la inauguración de la Aleta del Tiburón y la entrega de la sede de la Selección Colombia, ambos eventos el mismo día. Los cubrí, me fue bien, pero cuando llegué a la casa me desarmé completamente porque los temas deportivos me recuerdan mucho a mi papá y con él compartía mucho ese tipo de noticias”, rememoró Menfy.

Igual ha pasado con su madre, pues anotó que había noticias o información del día que a ella le daba por consultarle cada vez que regresaba a su casa del barrio Boston. “Más que mi mamá, era mi amiga, hablábamos de todo porque era costumbre que ella me preguntara y yo le contestara de noticias”.

En todo este periodo, según Mejía, ha sido muy significativo el acompañamiento de sus dos hermanas, Mayerlin y Marlyn. “Nosotras hemos encontrado en la unidad esa fortaleza, a veces una se cae y la otra la levanta. Y así hemos vencido, acompañadas una con la otra. Además, muchas personas han estado orando por nosotras”, comentó.

Sin embargo, en su caso personal, aseguró haber encontrado algo de tranquilidad en la escritura. “No he parado de escribir”, señaló.

“Desde que empezó todo hasta lo que ha pasado durante todos estos 9 meses yo no he parado de escribir. Siempre he escrito poemas y temas románticos, pero después de lo ocurrido escribo sobre mis padres. Por qué les pasó eso, por qué ellos si se cuidaron, si eran juiciosos con las medidas… Uno como periodista nunca se imagina que eso le vaya a pasar en su entorno. Mis textos son la manera de desahogar el dolor”, dijo.

Un día, mencionó la periodista, se le dio por compartir parte de esos escritos en sus redes sociales y cayó, sin quererlo, una lluvia de personas que se sentían identificadas con sus relatos.

“Me daban las gracias porque se sentían identificados con la forma cómo expresaba yo mi dolor, más porque ellos no eran capaz de expresarlo. Eso me dio motivo para seguir escribiendo, sentía que las personas no se atrevían a escribir. A la gente que le da miedo enfrentar el dolor, tiene que llorar, estar triste, sentir, porque hace parte del duelo. Sin embargo es importante buscar apoyo cuando se siente que no se puede”, dijo Menfy.

 Además, hizo énfasis en que “todo el mundo habla de la activación económica, pero nadie habla de la salud mental y de las afectaciones que ha causado la covid-19 sobre la gente. Nadie piensa dónde están los dolientes de las miles y las miles de personas que fallecieron por la pandemia. Por eso recuerdo siempre a mis padres, y con mis escritos hago que también las otras personas recuerden a sus seres queridos”.

El Trabajo, otra afectación

Joaquín Cervantes Rojano, presidente de la Asociación de Vendedores Estacionarios y Móviles de Barranquilla (Asovendedores), dio su opinión sobre lo difícil que fue para los miles de vendedores informales del Centro de Barranquilla, que vivían del día a día, haber tenido que quedar sin trabajo por la pandemia y, más allá, lo que derivó en un tema de salud mental.

“Basándonos en el tema de la informalidad, en lo que tiene que ver con las personas que son empleadas y que su contratación es informal ya que no reúnen las condiciones o las garantías que tiene una persona que trabaja con todas las prestaciones sociales, hubo alrededor de 3.000 o 4.000 personas que se quedaron sin empleo”, citó Cervantes.

 De ese registro, según lo expresado por el agremiado, la mayoría de los adultos mayores dedicados a este tipo de trabajo todavía no han regresado a la calle por “temor”, porque vieron morir a muchos de sus compañeros.

“Según los censos, hay alrededor de 1.000 vendedores de la tercera edad que ya no están ejerciendo labores de manera directa, sino que han enviado un suplente que está al frente de sus negocios. Primero para cuidarse por el tema de la salud, previniendo el tema del contagio del covid, como también hay muchos que les dio y quedaron con secuelas”, indicó.

En ese sentido, de acuerdo con Cervantes, los ingresos de estas personas se disminuyeron un 30 % o 20 %. “Ya no reciben las mismas ganancias que antes”.

Por otro lado, especificó que hubo muchos de los agremiados a los que les tocó “reinventarse” después del confinamiento y a algunos de ellos les está yendo bien, pero “no podemos decir que con un ingreso que va a sostener el 100 % de su vida”.

Aunque recalcó que en todo este tiempo ha sido “importante” el apoyo brindado desde la Alcaldía Distrital desde el programa ‘Barranquilla Responde’, con el que “pudimos gestionar alrededor de unos 500 créditos por encima de los $2 millones para que los vendedores se pudieran reinventar en medio de ese confinamiento”.

 “Eso permitió que el gremio de vendedores no llegara a la situación de miseria, pues en el tema de salud mental todo hubiese sido peor”, opinó.

Manejo del duelo

El psicólogo y docente, especialista en ciencias de la complejidad, Farid Alejandro Carmona, manifestó que en el tema del manejo del duelo desde cualquier perspectiva “no existe una fórmula exacta”, con relación al tratamiento de una persona.

“Cada persona tiene sus características diferenciales. Lo que he visto en lo acontecido por la covid y sobre las personas que han fallecido es que por lo menos en la región Caribe el arraigo cultural tiene que ver en cómo se maneja el duelo. En este caso, el duelo ha sido más lento para poder elaborarlo. Muchos de los familiares tuvieron que dejar a la persona fallecida para que la llevara solamente una carroza hacia el cementerio sin poder acompañar el féretro. Muchas veces les tocó quedarse en una esquina en una parte y verlo pasar, eso ha hecho que el duelo sea más lento”, explicó.

Añadió que en los duelos también se conjugan la parte emocional y la parte racional: “Hay personas que por la parte racional elaboran el duelo un poco más rápido que otras”.

Y también identificó que en ese tema existe un aspecto religioso, en el que el sujeto se culpabiliza de lo ocurrido y tarda en su duelo.

“En la religión católica y las religiones que están en nuestro entorno tiene un componente de culpa. Y eso tiene un impacto negativo a diferencia de las religiones orientales, donde las personas de pronto son más conscientes de que tarde o temprano tiene que ocurrir la muerte”, agregó.

En el tema de la pérdida laboral, indicó que depende mucho de las características de la biografía de cada persona, de la historia de pérdidas que haya tenido, para sobreponerse.

“Tenemos dos estructuras que se conforman, que es el temperamento y la personalidad. El temperamento es biológico, dado biológicamente, mientras que la personalidad y el carácter son construidos de parte de la sociedad”, indicó.

En ese orden de ideas, según el psicólogo Carmona, no hay fórmula precisa o una serie de pasos para enfrentar un duelo. Para él, lo que no se debe hacer es “lo que siempre le dice una persona a otra: trata de ocuparte en algo, pon la mente en otra cosa… y es precisamente lo que no se debe hacer. La persona que tiene un duelo se le debe permitir expresarlo”.

Un vendedor informal del Centro, junto a su negocio.
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