El Heraldo
En la foto, un joven vendedor de tintos en el centro de Barranquilla. Cortesía
Barranquilla

Las escasas posibilidades de ascender en Colombia

La movilidad social será tema de análisis en foro internacional en la Unisimón, los próximos 25 y 26 de septiembre.

Empleando la figura de suelos y techos pegajosos, el informe ‘¿Un ascensor social roto?’, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Ecnómicos (Ocde), describe las escasas posibilidades que tienen las personas en condiciones de pobreza para alcanzar movilidad social, en especial en países con una gran inequidad social como Colombia.

Entre los datos relevantes del documento, presentado a mediados de este año, se encuentra que en este país se requieren 11 generaciones para que un niño nacido en el seno de una familia de escasos recursos económicos supere esa situación; es decir, que tardaría 330 años en hacerlo. En el caso de Chile y Argentina, son 6 generaciones; mientras que en Dinamarca, con su alto nivel de calidad de vida, son 2. El promedio de los países asociados en la Ocde es de 4,5 generaciones.

Con los suelos pegajosos se ejemplifican los obstáculos de los pobres para dejar de serlo, pues según el análisis son más propensos a permanecer así; y con los techos pegajosos en la cima a los ricos que, cada vez, lo son más.

Al hacer el análisis, la Ocde expone que “la movilidad actúa como un conjunto de escaleras mecánicas: todo el mundo sube, pero algunos grupos se mueven más rápido que otros y por lo tanto sus posiciones relativas varían hacia arriba o hacia abajo en el tiempo. Y encontramos que la velocidad de las escaleras mecánicas y, por lo tanto, las posibilidades de movilidad ascendente o descendente no son distribuidas uniformemente en la población”.

Recalca además que “los niños con antecedentes desfavorecidos luchan mucho para ascender en la escalera, y esto es cierto para muchos aspectos importantes de la vida”. Y una de las conclusiones derivadas del estudio es que cuatro de cada diez personas con padres con bajo nivel educativo tienen educación secundaria inferior ellos mismos, y solo uno de cada diez continúa en la educación superior, en comparación con dos tercios de los niños con padres con alto nivel educativo.

Entre las recomendaciones de la Ocde para cambiar este panorama, está que los encargados de elaborar las políticas públicas trabajen por garantizar a los niños igualdad de oportunidades, de manera que se puedan mitigar las consecuencias de eventos adversos en la vida.

Para el rector de la Universidad Simón Bolívar, José Consuegra Bolívar, la movilidad social debería ser un tema de análisis permanente en la sociedad pues no se remite simplemente al crecimiento económico de un país sino que abarca también la necesidad del acceso igualitario a las oportunidades, sin distingos de ninguna clase. “Se relaciona directamente con el desarrollo social, con el hecho de poder promover las oportunidades, de avasallar la inequidad”, apuntó.

El economista canadiense Albert Berry, autor del libro ‘Avance y fracaso en el agro colombiano en los siglos XX y XXI’, ha planteado la importancia del impulso de la pequeña producción para mejorar las condiciones de vida de una gran población. En una entrevista con El Espectador, señaló que “Colombia sería más saludable con agricultura familiar, con buen apoyo, seguridad física, etc. (…) Mejorar el acceso de los desplazados y otros productores que lo merecen es clave para mantener la paz”.

Un desafío global

Los próximos 25 y 26 de septiembre tendrá lugar en el Teatro ‘José Consuegra Higgins’, el Foro Internacional ‘Educación y Movilidad Social. Desafío Global, responsabilidad de todos’, organizado por la Universidad Simón Bolívar con el respaldo de organizaciones públicas y privadas de carácter nacional e internacional.

Entre los conferencistas estarán el economista Albert Berry, profesor emérito de la Universidad de Toronto; Andreas Scheleicher, de la Ode; Pedro Henríquez, director de la Iesalc – Unesco; Víctor Hugo Malagón, director del Foro de Presidentes, entre otros.

El objetivo es generar un espacio de reflexión intersectorial educación-empresas-gobiernos-sociedad para apalancar e integrar acciones que impacten la educación y la movilidad social así como compartir experiencias significativas y casos exitosos de transformación.

Los organizadores esperan una reflexión amplia y profunda en torno a la relación entre educación y movilidad social, convencidos de que solo a través de una educación de calidad, abierta e incluyente, se logrará la transformación social y el desarrollo pleno de las potencialidades humanas, sociales y  territoriales.

Educación: el poder para poder

De niños/niñas soñamos con llegar a ser y hacer muchas cosas... ser maestro/a, artista, empresario/a, médico/a, abogado/a, policía, veterinario/a, científico/a…

Las enormes barreras para el acceso a las oportunidades, comenzando por el acceso a una educación de calidad y la consecuente escasa movilidad social, especialmente para muchos en los países latinoamericanos y del Caribe, se encargan de truncar esos sueños y conducir a las personas a otros destinos, muchas veces no deseados... los súper héroes se mueren... no es posible a todos llegar adonde se desea con el equipaje que se lleva…

Asuntos como la familia de origen, raza, género, la educación, el entorno socio económico y hasta el nombre que se porta, se encargan de ello, siendo el lugar y condiciones de nacimiento determinantes en el

destino de las personas de estas latitudes. Esto es así, de forma más grave en Colombia, donde Instituciones de Educación Superior son “palancas de movilidad social”, pero donde el progreso educativo ha

sido insuficiente para acelerar la movilidad en el tiempo de manera tal que se reduzcan las diferencias iniciales con otros países de América Latina (Gaviria, A., 2002, 2018, Montenegro A., 2013 ).

El reciente informe ‘Next Generation Colombia’ del British Council (2018), recoge los sueños que comparten los jóvenes colombianos independientemente de su procedencia, estos son: estudiar, formar una familia y tener casa propia. 96% de ellos piensa que la educación ayuda a la transformación social. Es por esto que a un buen número les preocupa sobremanera no poder brindar a sus hijos educación de calidad (81%) , y no poder alcanzar sus sueños (77%) para poder gestionar de forma autónoma su propio proyecto de vida, siendo esta la aspiración de la mayoría.

Importantes investigadores, centros de investigación y organizaciones mundiales y nacionales entre los que se encuentra el Centro de Investigaciones Sociales ‘José Consuegra Higgins’ de la Universidad Simón Bolívar y sus grupos de investigación, han venido estudiando el tema a fin de entender cuáles son los factores clave para poder superar las barreras en educación y movilidad social, y permitir la transformación de las personas y sus entornos; en síntesis, desarrollar su ‘poder para poder’.

La iniciativa de la Universidad de Stanford, ‘Alianza para la movilidad desde la pobreza’ (US Partnership on mobility from poverty), y otros organismos tales como Unesco, Banco Mundial, BID, CAF, OEI, coinciden en identificar que son tres los factores en los que hay que incidir desde la educación para lograr movilidad social: 1) Desarrollo del sentido de poder y autonomía de los individuos, lo cual se logra a través de una educación de calidad, 2) sentirse valorado en la comunidad, y 3) lograr la satisfacción de necesidades materiales y el éxito económico. Esta también había sido la recomendación central de la Misión de Equidad y Movilidad Social del Departamento de Planeación Nacional (2011) que se dedicó a estudiar el fenómeno de la escasa movilidad social en Colombia, y de la cual surgieron iniciativas para abordar las barreras de la movilidad de forma mutidimensional (educación-salud-trabajo-medio ambiente), más allá de considerarlo un tema netamente económico, entendida esta no solo como un proceso que permite que los individuos cambien de un estrato social a otro, sino como la posibilidad de que un individuo acceda de forma equitativa a todas las oportunidades de desarrollo espiritual, social y material a una educación de calidad a fin de lograr el pleno empoderamiento de su ser  para ejercer su libertad, autodeterminarse y transformar su realidad con su propio esfuerzo.

De allí que hay que comprometer a todos (gobiernos, instituciones educativas, sociedad) con una política de inclusión educativa de alta calidad como medio necesario para desarrollar en las personas el sentido de poder y autonomía, la valoración en la comunidad, y su capacidad productiva. Sin duda como decía Nelson Mandela, “La educación es el arma más poderosa que podemos usar para cambiar el mundo”.

Por Patricia Martínez Barrios*

*Investigadora de la Universidad Simón Bolívar, directora del grupo de investigación Educación, Ciencias Sociales y Humanas.

 

 

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