En video | Sin muebles eróticos, tríos, ni mini-bar, abrieron los moteles
La operación del sector depende de la implementación estricta de los protocolos de bioseguridad ordenados por el Gobierno.
Buenos días, bienvenido a su motel, por los nuevos protocolos necesitamos tomarle la temperatura”, dijo una voz del otro lado de citófono. Quienes iban dentro del vehículo de vidrios oscuros se miraron entre sí y aceptaron en su afán por darle rienda suelta a la pasión en una de las habitaciones. Una mujer se les acercó con un termómetro infrarrojo y luego de corroborar que la fogosidad de sus cuerpos era por el erotismo y no por alguna enfermedad, los dejó pasar.
Es la nueva normalidad. Quienes deseen vibrar de sensualidad en la privacidad de un recinto lleno de tabúes, como lo son las habitaciones de motel, deben acatar los protocolos de bioseguridad exigidos por el Gobierno y que los establecimientos deben cumplir a cabalidad.
Inversiones Hoteleras Itaca, operadora de los moteles Carpe Diem y el hotel Astor, es una de las compañías que ya fue aprobada por la Alcaldía de Barranquilla para prestar el servicio.
Tito Ardila, su representante legal, afirmó que la implementación de los protocolos aumenta entre 10 y 15 millones de pesos el costo mensual de operaciones; sin embargo, hacen la inversión –según él– con la mayor responsabilidad para poder reactivar su economía.
“Tenemos que reforzar lo que ya veníamos haciendo en los moteles, pero adicionando la toma de temperatura a los huéspedes, se les hace una breve encuesta sobre sus condiciones de salud, se fumigan las habitaciones cuando el huésped sale y se hace la limpieza más profunda a lo que se estaba acostumbrando”, explicó Ardila, quien precisó que gracias a la reapertura, por lo menos 90 de sus trabajadores directos empezaron a trabajar nuevamente.

A la ya estricta normatividad en cuanto a salubridad en los moteles se suman las nuevas indicaciones determinadas por el Ministerio de Salud para garantizar que las habitaciones no se conviertan en un foco de contagio y, aunque los clientes solo noten algunas cosas, quienes en realidad sienten el cambio son los trabajadores, sobre todo aquellos encargados de la limpieza.
Consuelo Hoyos es camarera de Carpe Diem desde hace ocho años y asegura que está acostumbrada a los guantes y el tapabocas, pero que lo que más le molesta es la visera para protección del rostro.
“Estábamos esperando la reapertura. Es incómoda la visera por el calor, pero por lo demás, todo bien. Para nosotros la limpieza es habitual porque siempre tenemos mucho cuidado por la seguridad del cliente y de nosotros mismos”, dijo la señora mientras limpiaba una cama King con un paño impregnado con amonio cuaternario.
De acuerdo a Ardila y a Consuelo, una vez el huésped ingresa a la habitación puede sentirse tranquilo, pues cada una fue limpiada exhaustivamente. Eso sí, hay algunos cambios, por ejemplo, los muebles eróticos fueron sacados de los cuartos y los jacuzzis fueron deshabilitados.
Las neveras de los mini-bar permanecen vacías, ya que la única opción para tomar o comer algo dentro del motel es pidiendo servicio a la habitación, de esta forma se garantiza una disminución del riesgo de contagio. “Los productos que preparamos, de acuerdo a los protocolos, deben ser elaborados y empacados de una forma segura”, dijo Ardila.
Una vez los clientes salen del establecimiento empieza el proceso de desinfección del lugar. Pasados 20 minutos de estar desocupado el cuarto, un botones lo fumiga con amonio cuaternario. Al término de otros 20 minutos, la camarera ingresa con todos sus elementos de bioseguridad y recoge las sábanas y toallas para llevarlas a la lavandería. Luego limpia cada objeto que pudo ser tocado por los clientes y cada lugar en el que pudo haber estado, incluyendo la ducha, el lavamanos y la taza del baño. La habitación queda lista para otro usuario, pero es usada unas dos horas después de la limpieza.
A cada cuarto se permite el acceso a solo dos personas, incluso a las habitaciones conocidas como múltiples en las que se permitía el ingreso de hasta tres parejas. Igualmente, algunos establecimientos ofrecen a sus clientes sábanas y toallas desechables que pueden usar si así se sienten más seguros.

María José y Andrés Felipe son novios hace más de cuatro años. No viven juntos y por eso sus encuentros amorosos fueron casi nulos durante la cuarentena. Para ellos, la reapertura de los moteles es su oportunidad para volver a darse amor.
“Es un tema que a veces da pena, pero ahora hay que tratarlo es con seriedad. Para parejas como la de nosotros fue complicada toda la cuarentena, hubo como una sequía, pero ahora ya podemos volver a estar juntos”, expresó María José.
“De pronto para algunos es innecesario y otros creen que era mejor que siguieran cerrados, pero en realidad esto del cuidado es de cada persona, finalmente uno tiene es que autocuidarse. Para nosotros sí es muy bueno que abran los moteles, así también se ayuda a los que trabajan ahí”, complementó Andrés.
Y es que esa ‘sequía’ a la que se refiere María José no es solo de pasión, sino también económica. Emilio Rodríguez, presidente de la Asociación de Residencias y Moteles (Asoremo), la cual reúne por lo menos 100 establecimientos en Barranquilla, afirmó que la afectación por la parálisis del sector durante la cuarentena es bastante grande, por eso celebra la reapertura.
“El sector está golpeado. Ya llevamos más de cuatro meses cerrados y no estábamos preparados, la situación nos cogió de sorpresa tanto a los propietarios como a los empleados. Ahora estamos haciendo un trabajo serio, minucioso, siguiendo la norma. Invité a los asociados a que sean muy juiciosos con la aplicación de los protocolos”, afirmó Rodríguez.
El presidente de Asoremo dijo que en la ciudad hay 10 establecimientos que ya están abiertos cumpliendo con todos los protocolos, pero que los demás están en proceso de implementación o en espera de la validación por parte de la Alcaldía de Barranquilla.
“Actualmente (los negocios asociados a Asoremo) generamos dos mil empleos directos, la mayoría a madres cabeza de hogar, personas que estaban prácticamente sin trabajo, pero con la reactivación empiezan a trabajar, por el momento, unos 300. Es por eso que estamos siendo estrictos con las medidas, no queremos ningún tipo de sanción”, expresó Rodríguez.
Debido al aumento en los costos de operación y la reducción del aforo, el ingreso para los empresarios no será el mismo de antes de la pandemia, “pero es mejor estar abiertos que cerrados, algo podremos producir”, dijo Rodríguez.

La Alcaldía de Barranquilla afirmó a EL HERALDO que hasta este viernes 149 establecimientos habían radicado sus protocolos de bioseguridad y que aproximadamente 35 estaban en espera del aval, lo que significa que el proceso de reapertura de moteles avanza poco a poco. Además, el monitoreo a estos negocios también es exigente.
“El correcto funcionamiento de los moteles en este proceso de reactivación será controlado por un equipo interdisciplinar conformado por más de 200 funcionarios de la Secretaría de Gobierno, a través de la patrulla COVID, además de los verificadores de los protocolos de bioseguridad coordinados de la Secretaría de Desarrollo Económico, la Oficina para la Seguridad y Convivencia Ciudadana y la Policía Metropolitana”, afirmo la Alcaldía en un comunicado enviado a este medio.
Si bien el ingreso de clientes es frecuente, también es cierto que los establecimientos que están abiertos no pueden ofrecer la totalidad de sus habitaciones, pues deben cumplir con la reglamentación que precisa la limpieza profunda de cada una de estas, lo que conlleva a inhabilitarlas durante un periodo de tiempo, reduciendo así el número de veces que pueden usarse en un día.
“Nosotros redujimos el aforo al 35 por ciento. Esto también hace que las ventas no sean las mejores, sin embargo insistimos en que es mejor poder producir de esta forma garantizando la seguridad de los clientes. Además, al tener inhabilitados los mini-bar también perdemos venta y con la ley seca dejamos de percibir los ingresos de la venta de licor, todo eso hace que se bajen en un 30 o 40 por ciento, aproximadamente, las ventas”, explicó Tito Ardila.
Hasta la forma de entregarse a los más profundos deseos de la carne cambiaron debido a la pandemia, y quienes son clientes de los moteles, como María José y Andrés Felipe, ven en esta la oportunidad para reactivar su pasión.