Barranquilla

En Video | Farolitos: una tradición que sufre en el 2020

Los fabricantes y vendedores de estos objetos dicen que hicieron menos piezas para este año por la crisis, pero están optimistas frente a las ventas.

En un año atípico en casi todos los sentidos, donde una crisis sanitaria paralizó y amargó a todo el mundo para después poner en aprietos a los miles de bolsillos de los diferentes cabezas de hogar, los hombres como Maximiliano Núñez, uno de esos tipos dedicados a ganarse el pan como sea, aún guardan la esperanza de que la obra que realizan sus manos pueda servir para encender una pequeña luz en medio de la oscuridad, para hacer sonreír a los más pequeños o simplemente ser la razón por la cual las familias se junten y reflexionen sobre lo bueno o malo que fue el año.

Maximiliamo, de 53 años, es una de las decenas de personas que desde hace un par de meses atrás reunió todo lo necesario, con mucho esfuerzo y ayuda de manos amigas, para convertir su casa, una vivienda humilde y llena de carencias, en un modesto taller de ebanistería. Esta vez el tiempo y el dinero lo apremió, pero pudo arrancar la tarea de crear y comercializar miles de farolitos. En su caso fueron 14.000 los elaborados para asegurarse algunos meses de bonanza y, de paso, mantener una tradición navideña que se niega a dejar de existir.

El 2020 no fue fácil para el conocido hombre del barrio Las Américas, ubicado en la localidad metropolitana. Sus conocidas creaciones normalmente las empezaba en realizar en agosto, pero este año pasó nuevos sofocos económicos y solo pudo hacerlo en la agonía de septiembre, cuando consiguió los 4.000.000 de pesos necesarios para comprarle el sobrante a los aserraderos y tener la materia prima, junto a clavos, metros de papel celofán y pegamento de almidón, para poder cumplir con sus obligaciones decembrinas anuales.

Para uno esto es como una ruleta rusa siempre. Uno va a los aserraderos y compra lo que a ellos no les sirve de nada. Cada que uno va compra ese sobrante por 120.000 o 180.000. No le dan un peso específico a uno ni nada y, como a veces uno puede salir ganando, a veces no nos va también. Este año me ha tocado duro y no pude iniciar como siempre lo hago. Normalmente hacia 20.000 faroles, pero viendo cómo están las cosas solo pude hacer 14.000. Igual, aunque no parezca, a uno le va bien porque en los pueblos compran bastante y vienen hasta donde estoy yo. A los niños les gusta y siempre se mueve la cosa”, aseguró el hombre.

Más allá de lo que ha pasado este año, la gente sigue comprando los faroles. “Para mí es una tradición que nunca se va a acabar. Siempre va a estar. Los almacenes vienen a comprarme y todo. Creo que me va a ir bien. Espero al menos ganar ocho millones de pesos”, agregó.

Oferta y demanda

Los vendedores de vela también esperan tener su “agosto” en diciembre. Hansel Vásquez

La venta de faroles no tardó en aparecer en las diferentes esquinas barranquilleras con la entrada de diciembre, pero -a diferencia de otros años- los comerciantes de estos objetos multicolor consideran que la Fiesta de Velitas que rinde honores a la virgen de La Inmaculada Concepción no tendrá la festividad y efervescencia de otras épocas debido a la pandemia del nuevo coronavirus.

Hay opiniones divididas

Aseguran que deben ser mesurados con las expectativas en materias de ganancias, pero aún así creen con total firmeza que los habitantes de la capital del Atlántico seguirán iluminando sus terrazas en este extraño fin de año.

Los precios para adquirir los faroles varían principalmente por los materiales en que fueron construidos o los detalles finos que tienen, pero a nivel general los precios oscilan entre 800 pesos (pequeños) y 3.000 (grandes). A diferencia de otros años, según explican los comerciantes, este 2020 no traerá mayores innovaciones en los faroles. Los tradicionales siguen mandando la parada y no habrá nuevos motivos, aunque se espera que aparezca uno que otro con alguna forma de virus.

“No se ha visto mucho movimiento. No sé los que los hacen siempre por qué se han demorado tanto. Esperamos que las cosas salgan bien. Yo llevo 33 años vendiendo faroles y este año todo ha estado un poco más quieto. No sé si porque la gente no tiene dinero. No sé qué pasa”, explicó Fernando Antonio Villarreal, quien a las 3 de la tarde del pasado viernes 4 de diciembre había ganado 80.000 pesos producto de la venta de faroles.

“La venta está quieta la verdad. Las cosas dependen de la gente. A veces no se mueve muchos días antes, pero el 7 mejora un poco. Con la ayuda del Señor creo que venderé todos los faroles”, dijo por su parte Elías Tábarez Pitalua.

La tradición

En el barrio Las Américas, la familia de Maximiliano Quiroz trabajó durante tres meses en la elaboración de los faroles, para que no se pierda la tradición. Hansel Vásquez

La fiesta del 7 de diciembre, al menos por lo visto en estos días, parece estar aguada. El centro de Barranquilla, uno de los lugares más neurálgicos en esta época, luce con un flujo importante de personas, pero en el caso puntual de la compra y venta de faroles y velitas, las opiniones son mesuradas. Los comerciantes consideran que el 2020 ha golpeado duramente los ánimos y la moral de los barranquilleros, pero se muestran optimistas y creen que por esta misma razón el Día de las Velitas será una oportunidad de reencuentro, nostalgia, alegría y de agradecimiento para muchas familias que buscan respirar y hacerle el quite a la estela negra que dejado la crisis sanitaria.

“Creo que el 7 de diciembre es que verdaderamente se va a mover todo. El año no ha sido fácil para nadie, pero a lo mejor la gente siga disfrutando como siempre y recuperan la sonrisa. La gente que a lo mejor perdió un familiar por el virus puede prender una velita en su memoria y así, en medio de todo, se trata de recuperar lo que hemos perdido, que diciembre sea un periodo más normal y no como los meses anteriores, que la ciudad ha perdido alegría y ese espíritu”, aseguró Fabio Velitas, conocido vendedor del centro de la ciudad.

“La expectativa que tenemos es muy alta. En verdad creo que está igual que antes. La gente está preguntando y se está moviendo. En una hora he vendido varios faroles. Nosotros tenemos que estar positivos que las cosas van a salir bien”, contó Winston Beleño, quien vende faroles hace 10 años.

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