Barranquilla

En video | “En Argentina también nos discriminan”: médico barranquillero que atiende COVID-19

Carlos Álvarez, quien se especializa en Medicina Interna en Buenos Aires, narra las amenazas que padecen los profesionales de la salud en esa capital.

Regresar a casa después de una extenuante jornada en la que a riesgo de quedar contaminado has dado todo para tratar de salvar la vida de mucha gente sospechosa, o positiva de COVID-19; debería ser reconfortante para cualquier profesional de la salud en medio de esta pandemia que ha causado la muerte de 83.568 personas en el mundo.

Sin embargo, esto no sucede con el médico barranquillero Carlos Álvarez Carmona, ni con el resto de hombres y mujeres  vinculados al área clínica en Buenos Aires, capital de Argentina.

Allá, tal como sucede en muchas ciudades colombianas, están siendo blancos de agresiones y amenazas por personas que los señalan, sin ningún tipo de fundamento, de portadores del virus y por tanto agentes contaminantes.

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Los mensajes intimidantes que dejan en los edificios en Buenos Aires, Argentina.

“Dejan escritos groseros en los ascensores de los edificios donde residimos, por eso en las clínicas nos tienen prohibido portar los uniformes. Solo nos los ponemos en el trabajo”, relata Álvarez, quien cursa tercer año de especialización en Medicina Interna en la Universidad de Buenos Aires.

Asegura el profesional de 35 años que resulta paradójico, e inadmisible, que personas que a las 9 de la noche salen a los balcones de los edificios a aplaudir y reconocer la labor de los médicos, al día siguiente les dejen mensajes intimidatorios.

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Carlos Álvarez está vinculado a una clínica privada en Buenos Aires. suministrada

“Si sos médicos, enfermero o farmacéutico o te dedicás a la salud, ándate del edificio porque nos vas a contagiar a todos”.

Este, por ejemplo, es uno de los textos discriminatorios, e incluso con tinte de amenaza, dejado en el ascensor del edificio donde reside hace tres años el médico Álvarez, graduado de la Universidad Metropolitana de Barranquilla.

En entrevista con EL HERALDO desde la capital del tango, este barranquillero del barrio El Recreo cuenta que en la clínica privada a la que está vinculado trabajan 17 colombianos, 4 bolivianos y una ecuatoriana que manejan dos pisos con personas afectadas por la pandemia.

“Tenemos 20 pacientes, 10 COVID-19 y 10 sospechosos, aunque esta noche nos llegó reporte negativo de 4. Están felices. Hay más médicos atendiendo enfermos de otras patologías, aunque son pocos de estos porque la gente dejó de asistir a los hospitales por temor al virus”, agrega.

“Es triste sentir que el virus te tiene contra pared, y ver a pacientes jóvenes en falla ventilatoria 

Pese a este clima hostil de agresiones y amenazas, Álvarez Carmona reconoce que la misión del médico es salvar vidas y “darla toda las 24 horas”; y más en esta coyuntura histórica en la que se trata de frenar la pandemia mundial que en Argentina ha cobrado hasta el momento la vida de 53 personas. Hay además 1.628 contagiadas y 266 recuperadas.

Confiesa que para los profesionales de la medicina lo más difícil en estas circunstancias es ver morir a personas infectadas.

Recuerda que la semana pasada le tocó darles la buena noticia a una mujer y a su hija de que estaban plenamente recuperadas de coronavirus.

“Pero, como ironía de la vida, también tuve que decirles que el abuelo había fallecido en otro hospital”, añade con la voz quebrada.

“Es paradójico, inadmisible, que a las nueve de la noche nos aplaudan y al día siguiente encontremos mensajes intimidatorios

Álvarez cuenta que este caso fue muy sonado en Buenos Aires, porque el transmisor resultó siendo un joven que llegó a Argentina desde Estados Unidos a la celebración de los 15 años de una prima.

“Era positivo, pero desafortunadamente no respetó la cuarentena. Contagió a 27 personas, incluyendo a la cumplimentada. Yo atendí a madre e hija, el abuelo estaba en otro hospital, y lamentablemente murió, ahora el muchacho enfrenta una investigación penal”, complementa.

Carlos Álvarez Carmona confiesa que en medio de esta pandemia, lo más difícil de su profesión de médico es la impotencia de ver morir a un paciente.

“Es triste sentir que el virus te tiene contra pared, y ver a pacientes jóvenes en falla ventilatoria por el gran daño pulmonar. Muchos no sobreviven a pesar de nuestros esfuerzos”.

 

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